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  • 04 Jan 2024
  • 10:01
  • SPR Informa 6 min

El engaño digital: estafas y fraudes en el siglo XXI

El engaño digital: estafas y fraudes en el siglo XXI

Por Ernesto Ángeles .

Seguramente alguna vez habrás escuchado de la estafa del príncipe de Nigeria: un correo o mensaje en donde el autor era, supuestamente, un príncipe en Nigeria que había heredado una fortuna familiar, pero por diversos problemas no podía recibir el dinero, por lo que le pedía al receptor del mensaje que le facilitara sus datos bancarios, datos personales y hasta dinero para poder recibir su fortuna; a cambio, el supuesto príncipe ofrecía en compensación una cantidad de dinero como agradecimiento.

Esta estafa fue frecuente tras la consolidación del proceso de masificación del internet comercial, su llegada al hogar promedio marcó el inicio de una nueva era del engaño como negocio, ahora en una escala y alcance global sin precedente alguno en la historia de la humanidad. Además, la llegada del sistema digital no sólo cambió la masificación e internacionalización del engaño, sino que éste diversificó sus formas, herramientas y canales, ahora en forma de algoritmos, plataformas y, más recientemente, la inteligencia artificial (IA). 

Para comenzar, es importante señalar que los engaños digitales abarcan tanto los fraudes como las estafas; y aunque estos conceptos suelen ser usados como sinónimos, ambos presentan diferencias, lo que resulta prioritario en el ámbito legal. 

La estafa es un tipo específico de fraude que involucra engañar a alguien para que actúe en detrimento propio, mientras que el fraude es un término más amplio que se refiere a cualquier acto deshonesto o engañoso destinado a obtener beneficios ilegítimos. Puede abarcar una amplia gama de acciones engañosas como falsificación, tergiversación, suplantación de identidad, entre otros.

Además, también es importante diferenciar entre el engaño digital facilitado por la tecnología digital y aquel que tiene lugar en entornos meramente digitales, ya que estos últimos usualmente requieren de la participación de la víctima engañada, por lo que suelen estar más asociados a las estafas digitales. 

En el caso de los fraudes digitales tenemos casos como: 

Criptomonedas: Las criptomonedas han sido un mercado plagado de fraudes digitales, algunos de estos ofreciendo esquemas de inversión falsos, así como sucedió con el caso de BitConnect, un proyecto que aseguraba a sus inversores grandes retornos de inversión, pero que al final resultó ser un esquema Ponzi que dejó pérdidas de millones de dólares. 

Esquemas Ponzi en Forex: Los fraudes financieros no sólo abarcan el mercado de las criptomonedas, sino que también se extiende a las inversiones en el mercado de divisas, en donde las víctimas son engañadas con un supuesto récord de retorno de inversión, el cual nunca se materializa. 

Préstamos en línea: En la navegación por internet es usual el encontrarse con servicios fraudulentos como el de los préstamos en línea por empresas falsas o no reguladas, las cuales terminan cobrando altas tasas de interés o tienen condiciones ocultas.

Productos falsificados o totalmente diferentes: Es muy probable que en algún momento hayas visto el meme que se basa en la premisa “lo que pido vs lo que me llega”, y es que cuando hacemos alguna compra en línea existe la posibilidad que nos termine llegando un producto falsificado o completamente diferente a lo que presentaban en los anuncios, sobre todo si la compra se hizo con algún distribuidor no oficial, autorizado o de confianza. 

Publicidad de productos milagro o fraudulentos: Otra cosa usual en los productos que habitan internet es que a veces éstos son productos demasiado buenos para ser ciertos, tal como la publicidad de productos no efectivos (como los productos milagro para bajar de peso) o los anuncios falsos; además, algunos de estos anuncios conducen a páginas con software malicioso.

Fraude de robo de identidad: Otra de las consecuencias de la digitalización de la sociedad es el robo y clonación de datos personales; para tal fin los estafadores suelen crear sitios y páginas falsas para engañar a los usuarios. Entre los ejemplos de robo de identidad hay casos tan preocupantes como el robo de datos de Equifax en 2017, en donde se robó la información de alrededor de 147 millones de personas. En México este caso se puede ilustrar con las diversas ocasiones en las cuales se han encontrado las bases de datos del padrón electoral del INE en venta en internet.

Fraude de tarjeta de crédito: Asociado a lo anterior está el caso de la clonación de tarjetas de crédito, algo que tiene consecuencias desastrosas para las víctimas. Un caso de robo de datos crediticios puede ser el de Target en 2013, donde los datos bancarios de unos 40 millones de tarjetas de crédito fueron comprometidos. 

Por otro lado, están las estafas en línea, un engaño digital que requiere la participación de las víctimas, en este ámbito podemos encontrar casos como: 

Estafas de romance digital: Esta clase de estafas consiste en la creación de perfiles falsos en aplicaciones de citas para establecer relaciones románticas con usuarios, para después solicitar dinero con pretextos como una enfermedad o problema familiar. Uno de los casos más famosos de esta clase de estafas es el del “estafador de Tinder”, sobre el cual hasta hicieron un documental para Netflix. 

Estafas de rescate de datos: Esta estafa usualmente está asociada a personajes públicos o con influencia social, ésta consiste en el hackeo de los datos personales y la amenaza de su divulgación pública a menos que paguen un rescate para no divulgarla. Uno de los casos más sonados sucedió en 2014, el cual fue conocido como “The Fappening”, este consistió en la filtración de fotos íntimas de celebridades como Jennifer Lawrence y Kate Upton, a las cuales intentaron extorsionar para no divulgarlas. 

Estafas de compras en línea: Otra de las estafas usuales en internet consiste en la creación de sitios web y perfiles falsos, los cuales muchas veces emulan a los sitios oficiales, esto con el fin de lograr que usuarios no solamente realicen compras que nunca llegarán, sino también para robar sus datos bancarios en el proceso, llevando o a otro tipo de delitos como la suplantación de datos. Uno de los casos más sonados en el país fue el Ticketmaster y los boletos falsos en páginas apócrifas, lo que desencadenó muchos problemas para aquellos que adquirieron los boletos de esa forma. 

Estafas de apuestas en línea: En internet existen sitios, cuentas y promociones de apuestas que suelen ser falsas o inexistentes, en muchos casos tales sitios no pagan las ganancias de las apuestas, quedándose con el dinero invertido. 

Estafas de premios falsos: Se trata de ofertas en internet, mayormente en redes sociales, que prometen diversos premios; sin embargo, para su obtención se requiere el pago de una cantidad de dinero o la introducción de información personal para reclamarlos, aunque estos no existen. Aquí encontramos ejemplos como la estafa del príncipe nigeriano.

Tal como es posible observar, el mundo digital ha facilitado y favorecido el engaño, al punto de convertirse en una industria en sí misma, esto debido a que el crimen organizado y no organizado encuentra en esta clase de prácticas una forma bastante redituable de ganar dinero, esto debido a que el riesgo es mínimo en comparación con otros crímenes, además que la realización del engaño es relativamente barata, por lo que el engaño digital se ha convertido en un negocio global.

Además, es importante tener en cuenta que la influencia de una tecnología como la IA apenas se está haciendo presente, por lo que una vez que esta tecnología esté suficientemente madura, es muy probable que será usada para reforzar la efectividad de los engaños digitales, tal como ya sucedió hace unas semanas en México, cuando se usaron videos alterados y generados con IA para simular a figuras públicas y políticas para llamar a invertir en criptomonedas y otros esquemas fraudulentos. 

En este sentido se vuelve más que necesario revisar la regulación de las redes y el mundo digital, aunque es aún más urgente e imperativo el promover la educación de la población, un área en donde el mundo está más que atrasado, incluido México.