Cuantiosos personajes del conservadurismo en México llevan un sexenio «llorando por los rincones» con la intención de imponer una narrativa de terror ante la opinión pública, como es su costumbre desde que son opositores.
¡Están militarizando el país! escriben, gritan y señalan a través de todos los medios corporativos, en nado sincronizado, los opositores al humanismo mexicano, esas plumas y voces alquiladas por décadas al régimen neoliberal, que por fortuna agoniza. Parece que son los mismos que cantando «cielito lindo» creen que solucionarán las tragedias del país o del mundo, desde el privilegio de clase.
Es fundamental quién es el mando del ejército de cualquier país del mundo, los principios y el proyecto del Comandante Supremo —o Comandanta— es decisivo para el bienestar de la población; por ejemplo, existe una abismal diferencia entre el usurpador Felipe Calderón y el Lic. Andrés Manuel López Obrador.
Calderón usó al ejército para reprimir y para simular una guerra contra el narcotráfico —aunque ahora sabemos que él era parte de esa red de narcos— y llevó al país a una crisis de violencia, de asesinatos, inseguridad y desapariciones sin precedente.
De otro modo, el Presidente López Obrador bajo una política de atención a las causas enfocó a las Fuerzas Armadas en la salvaguarda de la integridad de las personas y en la protección de los derechos humanos, logró el trabajo organizado y la coordinación de sectores estratégicos del ejército para desarrollar megaproyectos públicos propiedad de la nación como el Tren Maya, El Insurgente, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, por mencionar los más emblemáticos.
Es innegable que por primera vez el ejército se acercó al Pueblo de México, se concentró en labores humanitarias y llevó a cabo tareas importantísimas como los trabajos de apoyo y rescate en el huracán Otis que padeció la población de Acapulco, Guerrero.
Con la estrategia de seguridad del Gobierno de México y la cooperación interinstitucional se redujo la incidencia delictiva un 15.4%, la Guardia Nacional que cuenta con formación con disciplina y fortaleza institucional ha sido un importante apoyo para la seguridad pública en todas las entidades del país, este cuerpo creado en este sexenio cuenta con 130,000 efectivos y 600 instalaciones.
Me llama mucho la atención como los Generales del Ejército mexicano en los actos protocolarios de la actualidad versan frases como «amor con amor se paga» y se autodenominan como «ejército consciente y pueblo uniformado».
Es muy evidente el cambio social e institucional que se ha dado de 2018 a la fecha durante la administración del humanismo mexicano.
Ahora toca ser testigos y partícipes de este segundo piso de esta transformación de la vida pública de México en manos de la Primera mujer Presidenta de la República, Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas Claudia Sheinbaum Pardo, a quien por cierto el Ejército ya le expresó su subordinación, respeto y lealtad.