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  • 31 Jan 2024
  • 16:01
  • SPR Informa 6 min

El cuarto poder de la oposición

El cuarto poder de la oposición

Por Diego Regalado

El gran reto del electorado mexicano es dar sentido al muro de ruido que es la propaganda electoral. En muchos casos, el eje de las campañas suele ser el control de daños. Los candidatos pregonan lo que carecen: Movimiento Ciudadano, que tanto énfasis le da a lo nuevo, está encabezado por un arconte septuagenario que militó más años en el PRI que lo que lleva de vida su partido; MORENA recalca el no somos lo mismo mientras parece tender a una estrategia de puertas abiertas que entrega candidaturas a desertores, pero todavía faltan las definiciones locales para asegurarlo; el caso más paradigmático es el del frente PAN-PRI-PRD, que se asume ciudadano cuando es la definición de diccionario de partidocracia.

Como en todo, hay matices en estas aporías. No podemos caer en la postura simplista de tildar a todos los partidos de hipócritas, porque la propaganda también es una declaración de intenciones. El partido naranja sí ha procurado integrar nuevas caras a la política, aunque sean de influencers marioneta que se dediquen a trivializar las elecciones; el guinda sí tiene un proyecto distinto al resto, aunque este parezca un remake del Estado del Bienestar de siglo pasado, actualizado a nuestros tiempos; el frente, finalmente, sí pretende ciudadanizarse, aunque su definición de “ciudadano” es más parecida a la del Ciudadano Kane.

Xóchitl Gálvez, en su nueva Conferencia de la posverdad, nos da una definición concreta de lo que significa ciudadano para ella: cualquier político de cepa, vinculado con el establecimiento del modelo neoliberal, que no esté registrado como militante ante el Instituto Electoral. Esto lo dice en la primer rueda de prensa, después de que un corresponsal de Latinus —esto cobrará sentido luego— le pregunte por la triste y ofensiva lista de plurinominales del PRI y el PAN. La candidata, compartiendo la indignación, asegura que ya hay hueso asegurado para varios ciudadanos: Alessandra Rojo, exdiputada del Verde; Germán Martínez, expresidente del PAN y Margarita Zavala, exdiputada del PAN y primera dama en tiempos de Calderón. 

Otra periodista retoma la pregunta, señalando lo evidente: ¿qué tienen de ciudadanos esos personajes que han pasado su vida al amparo de los partidos? Gálvez, evadiendo la pregunta, explica que no tiene poder de decisión sobre esas candidaturas. Promete, indirectamente, que su gabinete será “más ciudadano”. Promesas fáciles cuando es evidente que ya perdiste las elecciones.

Sería sencillo cerrar la columna aquí. Concluir que el frente no tiene nada de ciudadano y dar carpetazo. Pero hubo algo en la conferencia, una especie de aura que no se ajusta a la conclusión.

Hagamos memoria. Xóchitl cumple la función de catalizador para las contradicciones ideológicas del frente. Cuando se viste de rojo, es una cardenista obrero-campesina, lista para revivir la revolución; de azul, es una empresaria demócrata, lista para desterrar al priismo como modelo político; de amarillo, es una troskista aliada a las causas socialistas. Pero, ¿quién es cuando viste de rosa?

La forma es fondo, y en la conferencia no se encuentra por ningún lado el color de los partidos. Es más, ¿por qué hay en ella tanta transparencia para arremeter contra las dirigencias de Marko Cortés y Alito Moreno? El hecho de que la pregunta difícil la haya introducido Latinus, un medio propagandístico de derecha, no es casualidad. La conferencia está hecha con el presupuesto del cuarto partido del frente, el anónimo.

Este partido está constituido por políticos desertores sin registro, como el grupo Calderón-Zavala; periodistas mercenarios, Loret de Mola el más visible, agrupados en espacios como Latinus y Atypical TV; asociaciones civiles fantasma, vinculadas a Claudio X. Gonzalez y Grupo Atlas, y un puñado de empresarios. Esta es la ciudadanía de Xóchitl Gálvez, una bola de patricios al más puro estilo romano. Si alcanza la metáfora, nuestra valerosa candidata se quiere pintar como una reencarnación de Cicerón, el Homo Novus que, aunque no había gelatinas en Hispania, alcanzó el Senado Romano por méritos propios. Desgraciadamente, por más que traten a Andrés Manuel como un Julio César, Ciceron no usaba teleprompter. Gálvez es una pobre parodia.

La última prueba que necesitamos para develar este partido anónimo está, nuevamente, en la primera conferencia. Xóchitl señala que, para ella, la “Cuarta Pata” de su proyecto es la ciudadanía. De esta forma, iguala este concepto a los tres partidos del frente. Es el cuarto partido el que permite que la silla esté de pie. Pero ¿a quién le va a tocar sentarse cuando terminen las elecciones? Marko Cortés, Alito Moreno, Chucho Zambrano y Claudio X. González se la van a disputar cuando termine la música de la campaña. Xóchitl, por desgracia, es solo la posadera. 

Hace algunos días, Calderón arremetió contra los dirigentes de la oposición. En respuesta, Alito Moreno lo llamó borracho. Marko Cortés evidenció a Moreno revelando un acuerdo roto para la repartición del botín político. Las cuatro patas se rompen por el peso de una candidata que no levanta. Que no se puede levantar.