Es cierto que de acuerdo a su eficacia, las narrativas y estructuras de comunicación rígidas pueden perdurar en el tiempo. Estas gramáticas, o recetas, generalmente son vendidas a los políticos por haber sido probadas como triunfantes.
De tal forma que se construyen imágenes hechas para vender un producto siempre de la misma manera. Tienen a un “target” a quien dirigen su estrategia de venta y recurren a “fórmulas exitosas”.
El caso de Alejandra Del Moral, ex candidata a la gubernatura del Estado de México coincide con ese criterio. Se vistió tal y como el “manual” prescribía; sonreía siempre para “mostrar empatía”; hablaba con pulcritud y se burlaba de su contrincante por no tener atributos de la “gente de bien”.
En apariencia era limpia, precisa, sin margen de error. El mismo perfil de los pasados gobernadores del Estado de México. Por supuesto, esta construcción mercadológica acompañada de una estructura de movilización del voto.
Esta vez no funcionó. La imagen artificial del político pulcro, pero corrupto se desmoronó.
Delfina Gómez Álvarez se convirtió en la primera mujer que gobernará al Estado de México. La clave de su éxito se resume en una palabra: autenticidad, cristalizada en su origen, profesión, maneras de expresarse, vestimenta y valores que asume como inquebrantables.
La Maestra Delfina conjuga en el signo Profesora un cúmulo de virtudes y valores que penetran en las entrañas de quienes hemos encontrado en nuestra educación un espacio para crecer, desarrollarnos, sentirnos queridos, amados y respetados.
En su artículo Il Caro professore, el Doctor en Semiótica Alfredo Cid, discípulo de Umberto Eco, señala que “Eco era ante todo un maestro, un magister medieval, un consiente de la necesidad de formar a las nuevas generaciones, su eterna preocupación, y por fortuna su gran legado. El ser maestro era una profesión de gran relevancia, de imponente responsabilidad, de enorme mérito y por lo tanto de gran reconocimiento”. Delfina revalorizó esa imponente responsabilidad: ser maestra, compartir el conocimiento, y ser empática ante las problemáticas.
Pensemos por un momento en las profesoras y profesores que fueron bondadosos en compartir sus conocimientos con nosotros, quienes por amor decidieron conducir nuestra educación. En el profesor o profesora a quien alguna vez confiamos algún secreto, con quienes alguna vez lloramos y encontramos un consuelo y así reconfortarnos.
Delfina encarna esa imagen de respeto, de bondad y sobre todo de gratitud. La imagen de la profesora de educación básica abrió el corazón. El voto que el pueblo del Estado de México le concedió, nació del cariño y gratitud hacia las maestras y maestros que nos formaron y que compartieron su conocimiento.
Encarna las virtudes de quien queremos que nos represente de manera auténtica. El periodista Jenaro Villamil la describió como “hija de albañil y de una madre costurera, maestra de primaria, directora de una secundaria en Texcoco, mujer sencilla, humilde y directa, la victoria de Delfina Gómez no sólo es un triunfo electoral. Es una victoria cultural contra el racismo, el clasismo de quienes se sienten “gente de bien”, contra la misoginia, contra décadas de pensar que los ciudadanos son clientelas.
La maestra hoy se convierte en un fenómeno de la comunicación política. La heroína del Estado de México, la maestra que viene a escuchar, comprender y querer a quienes siguen su ejemplo, la mujer humilde que triunfa por su persistencia y compromiso. Delfina es el mejor ejemplo en nuestros tiempos de autenticidad.