¿A dónde nos llevan las obsesiones?

Lo primero que me viene a la mente con esta pregunta, es que las obsesiones nos llevan al caos, a dejar todo de lado para dedicarse a una solo tema, y ahí tenemos el típico caso de las personas que se obsesionan con la limpieza excesiva olvidándose que hay mucho más cosas a las cuales prestarles atención.

O por pensar en un ejemplo más abstracto como el amor, la obsesión puede llegar a hacernos perder la cabeza en el mejor de los casos, y en otros, como en la serie de You, nos puede llevar a aplastar el deseo de los otros con tal de cumplir nuestro fin último por el que estamos obsesionados. Al final, como dicen, los peores villanos son los que tienen las mejores intenciones, y en el caso de Joe, el protagonista de la serie, tiene el gran deseo de amar a una persona y tener una relación con ella, pero su obsesión lo lleva a cometer los peores crímenes en nombre del amor.

Cuando nos vemos afectados por estas obsesiones, los pensamientos suelen ser rumiantes o pensamientos en espiral, es decir, le damos vuelta una y otra vez a  los problemas por miedo a sufrir, y, como un medio de defensa, comenzamos a pensar de forma desesperada, tanto, que acaba invadiendo nuestra vida. 

Puede haber un gran número de obsesiones que pueden llevar a no salir a la calle, ir al médico todos los días, hacer tareas repetitivas, o pensar que en el fondo algo terrible puede suceder. En el fondo se esconde un temor a perder el control sobre el comportamiento que convierte los pensamientos en pensamientos agresivos hacia uno mismo o hacia los demás.

Y es verdad, este tipo de pensamientos rumiantes llegan a ser tan profundos que interfieren en nuestra vida creando escenarios fantásticos de qué pasaría si sucediera tal cosa, o nos llevan a sobrepensar en situaciones a futuro sobre lo que puede o no pasar, y nuestra mente acaba temiendo lo peor, la catástrofe.

Estos escenarios, muchas veces son provocados,por la exigencia excesiva en que todo tiene que salir bien o que todo debe estar perfecto, lo que nos puede llevar a pensar en el peor de los escenarios, porque al final, las obsesiones funcionan como un mecanismo de defensa creando los peores escenarios para protegernos en caso de que pasen, y entonces nuestra mente afirma que la catástrofe imaginaria es cierta y por tanto, te prepara para eso. Sin embargo, muchas veces solo lleva a la frustración y la ansiedad.

El peligro de los pensamientos que pueden crear las peores situaciones, es también  la disociación, que es un proceso mental en el cual se desconectan los pensamientos, emociones, sentimientos y memoria. Por tanto, se torna imposible conectar el cuerpo con todo lo demás y esto hace que se pierda la identidad y eso crea una distancia entre la persona y la realidad, como si la persona estuviera dividida. Y estar dividido, como cortado por partes, resulta sumamente estresante porque el cerebro está luchando por armar todas esas piezas separadas.

A veces, creemos que podemos controlarlo todo. Pero en estos tiempos en que nos repiten frases como querer es poder, se hace también necesario pensar qué pasaría si soltamos todo ese control que nos imponemos, qué pasaría si un día dejamos de obsesionarnos por el éxito prometido y entonces soltamos para que la vida pase de una manera más linda y menos exigente, si dejamos los pensamientos repetidos y nos dedicamos más a escuchar lo que el corazón nos quiere decir.