¡2 x1! Cómo ganó Movimiento Ciudadano perdiendo los debates electorales

Si omitimos el bochornoso error de Xóchitl, que presentó en televisión nacional una bandera de cabeza, creo que la escena más surreal se la lleva Jorge Máynez. Con la mirada perdida, ignorando por completo la discusión en la que las dos candidatas se encontraban enfrascadas, pide la palabra con una cara de «¡chin!». La moderación se la da y él nos explica que quiere presentarse de nuevo, pero en lenguaje de señas. A mitad del debate…

Yo creo que fue una escena premeditada. Encapsula por completo la estrategia que utilizó en todo momento: trivializar a las contrincantes y hablar al espectador. Esto se aprecia incluso en la primera intervención. Sheinbaum retoma la coyuntura nacional de la crisis diplomática ecuatoriana, como si ya fuera presidente, y explica brevemente una propuesta de continuidad; Gálvez, en cambio, insiste en ser independiente a los partidos políticos que la postulan, como estrategia de blanqueo, y ataca a la primera oportunidad a Claudia. Por su parte, Máynez se presenta desde su vida personal, insiste en ser padre y primer candidato de Movimiento Ciudadano; añade que, a diferencia de lo que opinan las contrincantes, él representa “otra vía”.

El debate presidencial, en ese sentido, parece hacer eco del capitalino. Chertorivski, a diferencia de Máynez, tuvo otra ocurrencia. En medio de un intercambio acalorado entre Brugada y Taboada, similar al que se vio a nivel república, mostró un paquete de palomitas que tenía escondido. Una vez trivializada la discusión de los punteros, habla a la cámara y nos dice que mientras los de la “vieja política” pelean, él está preparado para las propuestas.

Es cómico, ¿qué propuestas? Ninguno de los naranjas presentó algún plan sustancial en materia legislativa o gubernamental. Si alguno de ustedes, queridos lectores, han tenido que sufrir la horrible experiencia de atender a una asamblea improvisada seguramente reconocen en Jorge y Salomón al reventador impertinente que interrumpe constantemente y llama a “dar propuestas”, pero que termina por irse en medio de la reunión burlándose de todos. Y si han vivido esto saben bien que el mayor peligro de estos personajes es que son como trampas de mosquitos, brillando en la oscuridad para muchas y muchos jóvenes, y no tan jóvenes, inexpertos que se dejan guiar por cualquier discursillo contestatario.

Los naranjas perdieron los primeros debates presidenciales. Ni la oposición o el oficialismo los voltearon a ver. Así se trata con los reventadores. Por eso, entre los chistes más comunes de ambos eventos está el de retratar a los candidatos de Movimiento Ciudadano exigiendo que los tomaran en cuenta. Es patético, ridículo e incluso triste. Pero he ahí el truco. Ese es el objetivo. ¿Qué genera más empatía para un vecino ignorado por las instituciones gubernamentales que verse reflejado en el desdén? ¡Claro! Quienes saben un poco de la trayectoria de Máynez o Chertorivski ven en ellos a dos políticos profesionales que coleccionan las insignias de todos los partidos por los que han transitado. El error de muchos que decantarán, por desencanto o ingenuidad, por Movimiento Ciudadano en estos comicios es desconocer el objetivo que tienen para contender.

Es el mismo error que se comete cuando vemos un programa como Shark Tank y asumimos que el ganador es el que trae el mejor producto. ¡No! El ganador es el que trae el producto más rentable. Mientras Claudia y Xóchitl o Clara y Santiago, peleaban por la narrativa, Jorge y Salomón estaban en una conferencia de coaching empresarial

¡Esa es la tragedia de Movimiento Ciudadano! Como dan por sentado que van a perder, están libres de proponer cualquier idea sensata o cualquier idiotez; están libres de ser payasos de circo y ciudadanos preocupados al mismo tiempo. Mientras los punteros se juegan todo en estas elecciones, los naranjas aprovechan el tiempo al aire para expandir su entramado de marketing electoral. El partido de Dante Delgado se ha vuelto un partido de comerciales al comercial de un partido inexistente.