Advierto que quizás lo que lean en esta columna puede tener un tufo pesimista, pero no me malentiendan, trato de no cruzar la línea que refiere la frase que se le atribuye al actor egipcio Omar Sharif: “Existe una delgada línea entre la ingenuidad y el optimismo; por buena voluntad, algunas personas tienden a cruzar esa línea”.
El 1 de mayo se conmemora internacionalmente el día del trabajo, con motivo de la represión a una huelga en Chicago en 1886, que entre otros temas centrales reclamaba una jornada máxima de 8 hrs. Actualmente, en el mundo del trabajo, considero, no se pueden echar las campanas al vuelo pensando que existen más y mejores derechos si estos no se respetan, aún y cuando en su reconocimiento formal se haya avanzado. Las cifras de pobreza laboral a nivel mundial son alarmantes: el país con más pobreza extrema es Burundi (80% de su población), México está en un 2% y 6% de pobreza moderada, según cifras oficiales de la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT).[1]
Para el caso mexicano existen diversas mediciones que nos pueden dar un diagnóstico. Solo menciono tres fuentes:
los súper ricos en México han visto crecer sus fortunas en un tercio (33%) desde el inicio de la pandemia. Por cada 100 pesos de riqueza que se crearon entre 2019 y 2021, 21 pesos se fueron al 1% más rico y apenas 0.40 pesos al 50% más pobre. Solamente Carlos Slim, el hombre más rico de México y de América Latina y el Caribe, concentra más riqueza que la mitad de la población mexicana y ha visto crecer su riqueza en un 42% desde el principio de la pandemia, un monto equivalente a US$1 millón por hora. Sin embargo, estos números no se reflejan en la parte de la cuenta que los súper ricos pagan. Las personas contribuyentes con ingresos arriba de 500 millones de pesos anuales apenas representaron el 0.03% de la recaudación total de impuestos. Además, las grandes empresas pagaban hasta 2021 unas tasas efectivas de ISR de entre el 1 y 8% del total de sus ingresos, muy por debajo del 30% que establece la ley. Cuando los súper ricos no pagan, pagamos nosotros.
2.La Acción Ciudadana Frente a la Pobreza reporta respecto a la pobreza laboral:[3]
El hecho de que millones de mexicanos cuenten con un empleo formal no es garantía de que puedan superar su condición de pobreza.
De acuerdo con registros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) al cierre del año pasado, casi la mitad, 45 por ciento de las personas con empleo formal carecen de salario suficiente que les permita dejar de ser pobres; se trata de 9 millones 598 mil personas, casi 10 millones de personas, a quienes el salario mensual no les alcanza para comprar dos canastas básicas.
3.Igualmente, respecto al trabajo de hombres y mujeres, CONEVAL reporta:[4]
Mediante indicadores del Programa Nacional para la Igualdad entre Hombres y Mujeres, se pueden analizar las profundas desigualdades en promedio de horas a la semana dedicadas a trabajos domésticos y de cuidados no remunerados de hombres y de mujeres.
Ante ello, me preocupa que un sector de laboralistas exprese su optimismo desbordado al exhibir las recientes reformas laborales. Yo mismo he dedicado buena parte de mis columnas a destacar bondades o expectativas de ciertas reformas; sin embargo, considero que la autocrítica y la escritura de una visión realista/honesta que acepte dónde estamos parados en materia laboral nos encamina para encontrar soluciones. En ese sentido, expreso mis sinceras preocupaciones, y que considero forman parte de una agenda laboral desatendida:
En ese contexto, y aceptando que es deseable y necesario la existencia de organizaciones sindicales verdaderamente representativas de la base trabajadora, lo cierto es que al imponer con dicha reforma la legitimación (consulta) con un plazo máximo al 1 de mayo de 2023, de los contratos colectivos de trabajo vigentes, y que de no hacerlo quedarían sin efectos, se genera un incentivo perverso: que los empresarios prescindan de la existencia de sindicatos en sus empresas, abaratando la mano de obra, de por sí ya precaria, y desincentivando a su personal a poder afiliarse o crear un nuevo sindicato.
3. Registro sindical. El control de los registros sindicales (tomas de nota y contratos colectivos) quedó en manos del Poder ejecutivo, cuando un reclamo del sindicalismo independiente fue precisamente que el control sindical se separase de dicho Poder para evitar el corporativismo y captura gubernamental del movimiento obrero. Bien se pudo intentar una reforma constitucional para lograr modificar el diseño previsto en la diversa del 2017.
Adicional a lo anterior, quedan pendientes muchas reformas laborales que sería importante impulsar hasta su conclusión. Ya existen iniciativas presentadas por diversos grupos parlamentarios, y solo menciono algunas:
[1] Consultado el 4 de mayo de 2023, en la página web:
https://ilostat.ilo.org/es/topics/working-poverty/
[2] Consultado el 4 de mayo de 2023, en la página web:
https://oxfammexico.org/wp-content/uploads/2023/01/Quien-paga-la-cuenta-2.pdf
[3] Consultado el 4 de mayo de 2023, en la página web:
https://frentealapobreza.mx/com-2301/
[4] Consultado el 4 de mayo de 2023, en la página web:
https://www.coneval.org.mx/coordinacion/Documents/monitoreo/Sectoriales_19-20/Informe_PND_Derivados_Monitoreo_2021.pdf