Las juventudes en movimiento

“Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola, sin haber hecho lo suficiente…”  Mercedes Sosa. 

Es natural que a la juventud se le vea como símbolo de rebeldía e inexperiencia, de ímpetu y a su vez de inmadurez; de candor y de impulsividad. 

Lo cierto es que todos los movimientos sociales de nuestro país han tenido como protagonistas a lo jóvenes. Pues siempre somos los primeros en levantarnos en contra de la injusticia y los abusos del poder.

Escribimos historia y somos protagonistas de ella. ¿Qué no fueron los jóvenes del 68 los que protestaron contra el autoritarismo y el mal gobierno de Gustavo Díaz Ordaz?, o los jóvenes de Ayotzinapa, ¿no fueron desaparecidos por el gobierno de Enrique Peña Nieto un 26 de septiembre de 2014 por querer protestar en el centro del país? Incluso en tiempo más cercanos, en 2018 las y los jóvenes salimos a las urnas a decidir que no queríamos más dinosaurios en la presidencia de la República. 

Eso representa la frase tan usada de Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”. El poder que tenemos al siempre buscar transformar a nuestro país por medio de nuestra irreverencia ante lo doloroso y oprimente. 

Nosotros sabemos que estamos en la mejor etapa de nuestras vidas para entregarla a la causa, al amor por la libertad, la igualdad y sobretodo a la fraternidad universal. Para que podamos vivir en una sociedad llena de equidad y justicia social. Que es lo que nuestro pueblo ha demandado durante años y hoy se sientan las bases. 

También es un hecho que la juventud es el momento de formarnos, de consolidar nuestros ideales y de trazar la ruta de nuestro futuro. 

Hoy es el momento, existen las circunstancias para que nuestro legado sea inmortal. 

Que la siguiente generación no tenga empacho en decir que hicimos grandes cosas por nuestro país. Así como los que nos precedieron. 

Y que sirvamos de inspiración para que los que vienen sean aún más grandes que nosotros. 

La historia se construye día a día y nosotros ya somos parte de ella. No desaprovechemos la oportunidad que la vida y el pueblo nos están brindando para transformar el porvenir de este país. 

Jóvenes: hagamos política. Política real y no fantoche, política con amor, con justicia y con visión. 

Que ni por más escabrosos que sean los caminos, ni más turbios sean los vientos, nos rindamos. Nuestras rodillas jamás tocarán el piso.

El tiempo y la historia son los jueces más duros que podemos tener, ellos nos juzgarán por lo que hagamos o por lo que no.

La Cuarta Transformación es un proceso y con el Presidente Andrés Manuel solo es comienzo. Nosotros seguiremos este camino, pues es nuestro legado, nuestro herencia y destino.

Que por cada desaparecido, haya un joven gritando: ¡Justicia!; que por cada hogar sin pan, haya una caravana de juventudes luchando por una mejor realidad. Porque eso es lo que nos enseñaron los que nos antecedieron, para que los que vienen no tengan que volver a vivir.

Eso somos los jóvenes y no estigmas generacionales. 

Hace tres años conocí a hombres y mujeres que estaban preocupados y ocupados por su comunidad, que sin importar si era Tlaxcala o Yucatán, ellos quería organizarse, pues las circunstancias lo ameritaban. En torno a esa idea decidimos fundar una agrupación juvenil dedicada a crear nuevos perfiles políticos, con vocación y formación. Siempre con el corazón latiendo a la izquierda.

Este 9 de septiembre en el Senado de la República, celebraremos un año más de lucha en las causas justas y por morenizar al país. 

Vamos a refrendar el compromiso con quien sea la o el coordinador de la defensa de la 4T. Y seguiremos recorriendo nuestro pueblo, pues no nos es indiferente el aún hay mucho que hacer y que somos el presente y relevo generacional.

El 9 de septiembre volveremos a gritar con enjundia: ¡México: aquí están tus Juventudes en Movimiento por la 4T!