¿Alguna vez se ha imaginado, estimado lector, pelear una guerra contra Estados Unidos? No tendrá que poner a correr su imaginación, pues lo más probable es que nos toque vivirla.
Comienzo esta columna celebrando la mejoría del Presidente, pues seamos afines o contra régimen, la salud del Primer Mandatario es menester para la continuidad del México a como lo conocemos. En unos instantes lo explicaré mejor.
“Quién no presta atención a la historia está condenado a repetirla” el imperio americano hace unos años colgó su bandera en Palacio Nacional, para los aduladores de la anglósfera ese momento pasó desapercibido, para los nacionalistas es una mancha triste en nuestra sangrienta historia.
La guerra en Ucrania está por terminar y todo parece indicar que Rusia va a recuperar el Donbass, región ucraniana económicamente importante para Europa y el mundo. ¿Qué hay en Ucrania tan importante como para hacer guerra? La respuesta está en el amarillo de su bandera; cuando uno sobrevuela dicha región puede observar un mar de color amarillo, un mar no de agua sino de granos, el 60% del maíz mundial, el 30% de la cebada y el 40% del trigo que se consume en el mundo son sembrados ahí, imaginemos una cerveza de 350 ml, un tercio de ella viene de los campos ucranianos, ahora imaginemos este porcentaje en todos los derivados del trigo y del maíz. En pocas palabras, quien domine la región del Donbass dominará la batalla por alimentos y garantizará bienestar para su pueblo (y aliados) en la futura crisis alimentaria mundial.
No es un simple conflicto alimentario, es una guerra económica, entendiendo el concepto de economía como la correcta administración de recursos. Otro recurso de suma importancia para cualquier país es el sector energético, uno de los más rentables en cualquier país, quizá es por eso que los bloqueos económicos impuestos por Estados Unidos atacan directamente a la producción Rusa de gas licuado y petróleo. ¿Apoco piensan que el Nord Stream 1 y 2 explotaron por mera casualidad en el mar báltico? Muchos dicen que vieron barcos Rusos dos días antes de la explosión, otros detectaron submarinos americanos días previos al primer “accidente”.
A 10,772 km de distancia del conflicto armado Estados Unidos sufrió otro golpe en materia de energía, el Presidente López Obrador compró y nacionalizó 16 plantas energéticas pertenecientes a la empresa española Iberdola, recordemos que esta empresa desde hace 20 años cotiza en Wall Street, con un crecimiento acelerado en todo el país vecino en el cual, por medio de su filial americana llamada Avangrid, planea invertir 14,600 millones de dólares de aquí al 2025. “Follow the money” sigue el dinero y encontrarás la verdad. Esta inversión por parte de Avangrid será en energías limpias, por ende, USA necesita una nueva región donde colocar el sector energético emanado de los combustibles fósiles ¿Qué mejor lugar para colocarlo que en México? Pues siempre hemos comprado los derivados del crudo que nosotros les vendemos. Justo ahora, justo en este momento que invertirán miles de millones de dólares un Presidente mexicano viene a nacionalizar de nuevo la industria eléctrica. Duro golpe al imperio Americano, duro golpe los yankees de Wall Street, justo por esto el estado de salud del presidente es fundamental para la seguridad del país, pues si se adelanta la muerte con sus lúgubres fauces el proceso de nacionalización energética se vería afectado y posiblemente regresaríamos a la dependencia de combustibles que nos ha golpeado por décadas.
Dicen que en política nada es casualidad todo es causalidad, y no es de extrañarnos que el día después al anuncio de la compra de las 16 plantas españolas la Casa Blanca ha comunicado que van a investigar a fondo a todos los corruptos en nuestro país, a todos los que tienen relación con el cartel de Sinaloa, que la DEA ya está infiltrada en el cartel (como si ellos no fueran quienes distribuyen el fentanilo en su país) y que los bancos Chinos operantes dentro de su territorio lavan dinero para carteles mexicanos. Amenazan con la intervención, atemorizan con el fantasma de la invasión, sin darse cuenta que ya no estamos en 1800 y que nuestro pueblo está tan acostumbrado a la violencia que una guerra en vez de asustarnos nos da esperanza de recobrar soberanía.
Existe un libro escrito en 1998 llamado “The Next War” escrito por Caspar Weingberg, Secretario de Defensa de los Estados Unidos durante el mandato del Presidente Ronald Reagan, básicamente el libro explica dónde y porqué serán las próximas guerras, menciona también una guerra en México, pues según el político Estados Unidos tendrá que intervenir en el país para frenar a los carteles y sofocar el caos de un futuro “Narco Estado” según dice el libro contará con la participación de 60mil miembros del ejército americano y durará alrededor de seis meses; todo esto a raíz de la llegada de un presidente “ultranacionalista” a como describe el libro. Desde inicios del sexenio el Gobierno Norteamericano ha pedido intervenir en asuntos de seguridad nacional, todo esto a raíz de la masacre en Sonora, donde asesinaron a siete miembros de la familia LeBron, empresarios México-Americanos y así el conflicto ha escalado a través de los años, se ha mezclado con intereses políticos y económicos llevándonos al punto donde iniciamos esta columna.
Esta vez no me despido emulando al gran Manuel Buendía, sino emulando a otro periodista llamado Guillermo Prieto, mejor conocido como “el poeta nacional”, quien durante la primera invasión de Estados Unidos a México fungía como Secretario de Hacienda, este hombre mientras veía como aquella bandera de barras blancas, azules y estrellas era colgada en Palacio Nacional daba un poderoso mensaje a nuestros antepasados que decía:
“Si se toma un fuerte, quedarán los otros fuertes. Después quedan las torres de las iglesias, los patios, los cementerios, los claustros, las celdas. Y cuando todo se haya perdido tendremos todavía por patria una tumba”.
Ahora sí, me despido estimado lector…