“El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos” - Antonio Gramsci
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho múltiples veces la analogía del “Elefante reumático”, para definir la compleja tarea gubernamental de contagiar el espíritu de transformación a los servidores públicos. Ha referido el presidente de México, respecto a la burocracia, que es un elefante reumático, echado, mañoso; que se rehúsa a caminar y que la sociedad en su conjunto debe abonar en el esfuerzo para levantarlo.
Tradicionalmente los cargos públicos, en los tres niveles de gobierno, son designados como repartición de cuotas; atendiendo a la reciprocidad del apoyo expresado en las campañas electorales, ya sea económico o en actividad política. Estos vicios históricamente han generado que quienes ingresan a la administración pública, lo hagan con la aspiración primaria de recuperar la “inversión” ejercida en el proceso de campaña.
El proceso de transformación fragmentó parcialmente lo que parecía una regla del sistema político mexicano, el movimiento de regeneración nacional llevó –en algunos casos– literalmente al pueblo al poder. Hubiera sido imposible en cualquier coyuntura distinta que tuvieran acceso a la toma de decisiones, constructores del movimiento que nacieron desde el brigadeo puerta por puerta.
Desafortunadamente decenas de miles de Obradoristas quedaron fuera de la posibilidad de servir a la nación desde el servicio público. Las formalidades obligadas, impuestas por la burocracia, requieren perfiles capacitados técnicamente para el desempeño gubernamental.
La formación política dentro de Morena ha tenido la connotación exclusiva de la representación popular, se relaciona el concepto de cuadro político con quien, en lo futuro, tenga un desempeño de legislador. No se ha buscado crear cuadros políticos para la administración pública, ergo, han sido reciclados en la burocracia servidores públicos del régimen pasado.
Esencialmente el trabajo de gobierno debe ejercerse de manera apartidista, pues se gobierna para todas y todos, no únicamente para los votantes del gobierno en turno o para quienes comparten la vigente filia partidista. Dicho lo anterior, es también imprescindible que quienes son parte de las entrañas del elefante blanco, mantengan los preceptos fundamentales del no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México. Los multicitados principios trascienden la filiación partidista, expresan un amor en responsabilidad a la nación mexicana.
La atención burocrática debe darse de manera imparcial hacia la ciudadanía; contrario a ello, interiormente, el debate ideológico debe promoverse. Los vicios transmitidos de administración en administración tienen la obligación de ser desterrados por los cuadros de gobierno.
Es inverosímil suponer que el elefante reumático caminará replicando el hostil y apátrida actuar del servicio público tradicional. La revolución de las conciencias necesita emerger en el interior de las oficinas gubernamentales, siguiendo el ejemplo diario del presidente López Obrador.
La nueva forma de hacer gobierno requiere una renovación burocrática. Los servidores públicos de la Cuarta Transformación deben tener identidad con el proyecto de nación; discutiendo, señalando y confrontando a quienes desde dentro impiden que sea materializada la eliminación de la corrupción. Es un deber con la patria, para los cuadros de gobierno emanados del ideal Obradorista, romper la cadena de frivolidad, hipocresía y corrupción burocrática.
Que el elefante blanco comience a caminar.
Que la burocracia añeja, se empiece a marchar.