Por Jenaro Villamil Rodríguez
https://www.sprinforma.mx/noticia/claudia-sheinbaum-y-el-baston-de-mando
6 min En el periodo más intenso de la vida interna de Morena, previo al inicio formal de la contienda por la sucesión presidencial, Claudia Sheinbaum culminó con éxito este lunes 13 de noviembre una de las misiones más complejas en la disputa por el poder político en México: evitar una fractura en la coalición de fuerzas que participan en la transformación del país y configurar nuevas alianzas de cara al proyecto venidero.
No es poca cosa este logro en poco más de dos meses: desde el 7 de septiembre hasta este 13 de noviembre, la ex jefa de Gobierno demostró su extraordinaria capacidad para cumplir con disciplina, tenacidad y generosidad su responsabilidad de encabezar la continuidad de la transformación.
La gran sombra de los procesos de sucesión presidencial en México son las rupturas en los grupos gobernantes. Así sucedió en 1940, cuando el general Lázaro Cárdenas optó por el general Manuel Avila Camacho, y ni hablar de la gran ruptura de 1987, cuando la Corriente Democrática salió del PRI en abierto desacuerdo con el ascenso del grupo neoliberal. El salinismo se soñó como un “grupo compacto” y terminó en 1994 fracturado, dividido y confrontado con la irrupción de una guerrilla, dos grandes homicidios - Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu- y la disputa abierta entre Carlos Salinas y su sucesor Ernesto Zedillo. El panismo se fracturó en el 2006 y especialmente en el 2012, a tal grado que los dos ex presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, terminaron fuera de Acción Nacional y el primero se convirtió en un palero del retorno del PRI a la presidencia con Enrique Peña Nieto. En 2018 el peñismo se deshizo frente a un sexenio que prometió “salvar a México” y terminó en una derrota histórica.
Por esta razón, comparto el análisis de tres elementos importantes que describen la capacidad de Sheinbaum por ejercer el “bastón de mando”:
1.-En primer lugar, la coordinadora nacional de la transformación evitó una fractura en Morena, antes del inicio de la campaña presidencial y de las elecciones concurrentes en 9 entidades, complejas e importantes todas, como la Ciudad de México, Puebla, Veracruz, Jalisco y Chiapas, por mencionar las más determinantes en la ecuación electoral nacional.
La ruptura más promovida desde los bastiones del conservadurismo y de la oposición fue la del ex canciller Marcelo Ebrard, quien amagó con desconocer los resultados de las encuestas del 7 de septiembre que le dieron la victoria a Sheinbaum.
Pasaron 2 meses desde aquella noche en que el también ex jefe de Gobierno decidió una ruta más larga para cuestionar las irregularidades registradas en el levantamiento y en el escrutinio de las encuestas y demandó una investigación sobre las irregularidades.
El deporte nacional de columnistas del viejo régimen que es la especulación sin sustento verificable construyó durante este periodo sus escenarios catastróficos: Marcelo Ebrard se iría de Morena, buscaría contender como candidato presidencial de Movimiento Ciudadano (MC) o, incluso, sustituyendo a Xóchitl Gálvez en el Frente Amplio Opositor. Pronosticaron que los legisladores cercanos al ex canciller iban a obstaculizar la aprobación del Presupuesto de Egresos de 2024 y la desaparición de los 13 fideicomisos del Poder Judicial.
Nada de eso ocurrió. Ebrard no se fue de Morena. Concretó un “entendimiento” con Claudia Sheinbaum para limpiar las irregularidades, reconocer la importancia de su expresión política y le reconoció a su ex adversaria interna “tener el bastón de mando”.
Se demostró que el discurso presidencial de López Obrador y de Claudia Sheinbaum a favor de “la unidad” no significa “unanimidad” y mucho menos sumisión o castigo, a la vieja usanza del régimen autoritario.
El bastón de mando es una cualidad que se adquiere al demostrar una capacidad de diálogo y negociación para sumar y no para restar en la ecuación del cambio político. Claudia lo está demostrando con distintos sectores (empresarial, científico, jurídico, estudiantil, sindical, etc) y la posición adoptada este lunes 13 de noviembre por Marcelo Ebrard confirma esta capacidad.
2.-En segundo lugar, Sheinbaum y la dirigencia nacional de Morena, encabezada por Mario Delgado y Citlali Hernández, tuvieron que procesar los distintos intereses y grupos políticos contendientes en las 9 entidades y la misión fue cumplida, no exenta de conflictos y tensiones, pero sin rupturas.
Uno de los resabios más antiguos de nuestra cultura política es confundir el bastón de mando con el dedazo, esta vieja y obsoleta práctica del presidencialismo mexicano que construyó la leyenda de que el presidente saliente o el candidato o candidata sucesora define las futuras candidaturas más importantes “en lo oscurito”, sin el escrutinio social.
Por esa confusión se generó el lamentable espectáculo de especulaciones y tensiones en la Ciudad de México por la contienda entre los dos aspirantes más fuertes electoralmente: la ex alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, y el ex jefe de la policía capitalina, Omar García Harfuch.
Por fortuna, ambos aspirantes y la estructura dirigente de Morena demostraron una gran capacidad de conducción y de operación para asumir que la definición final estaría a cargo de las encuestas y de la regla de equidad de género que aprobaron los árbitros electorales (INE y TEPJF).
La sangre no llegó al río. Las groseras especulaciones e inventos del salinismo residual utilizaron la contienda por la candidatura a la jefatura de Gobierno para crear una disputa falsa entre Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum por el “bastón de mando”.
Es sintomático que los mismos y las mismas analistas que acusan a López Obrador de “dictador”, autoritario y otros epítetos son los mismos que todo lo reducen a una decisión cupular, a un dedazo que no pasa por el método nuevo e innovador de consulta vía encuestas.
El verdadero “bastón de mando” radica en la aceptación de todos y de todas de las reglas que se definieron para las contiendas internas en los estados porque eso es lo que garantiza la continuidad de la transformación.
3.-En tercer lugar, el “bastón de mando” es la creciente capacidad de Claudia Sheinbaum, demostrada y medida en las encuestas recientes, para sumar a distintos actores y factores en la construcción de lo que ella ha definido como el “segundo piso” de la transformación.
No es una dinámica fácil. Hay resabios de una cultura sectaria en las izquierdas que tienden más a la fragmentación y a las rupturas que a la unidad y a la aceptación de las diferencias frente a los otros. También hay toda una operación mediática en marcha para descarrilar el tramo final del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, bajo cualquier pretexto o tragedia, como la más reciente de Acapulco.
El “bastón de mando” construye, reconstruye y se responsabiliza por los destinos de una nación y no sólo por los intereses de grupo o de factores de poder.
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