Se fue kissiger, pero aún nos queda Estados Unidos

En 100 años se pueden hacer muchas cosas, trabajar, tener una familia, construir proyectos, viajar, ir a muchas fiestas, en fin, la lista podría ser inmensa, claro también habrá quien pudiera tener ese tiempo y decidiera malgastarlo, pero sin duda, ese no fue el caso de Henry Kissinger. Durante su centenario paso por la tierra, vivió dedicado a un solo fin: Hacer el mal. 

Nacido en Furth, Alemania en la segunda década del siglo pasado, emigraría a Estados Unidos en su juventud, Tras la guerra se graduó con honores en Ciencias Políticas en Harvard. A fines de los 50, Kissinger ya contaba con un padrinazgo político, el de Nelson Rockefeller, miembro de una de las familias más ricas del país, que tenía ambiciones políticas y sumó a Kissinger como asesor.una vez ahí una carrera política que lo llevaría a ejercer como secretario de Estado durante los mandatos de Richard Nixon y Gerald Ford, aunque conservaría su influencia con por lo menos 12 presidentes más. Su labor se baso en consolidar el injerencismo de Estados Unidos en el resto del mundo. Kissinger metió sus manos en el país que quiso, haciendo lo que quiso. Bajo pretexto de los “peligros” de la guerra fría, se convirtió en la mano detrás del telón que quito presidentes, dio golpes de estados y apoyó genocidios, todo mientras ondeaba la bandera de la democracia y el libre desarrollo de los pueblos, claro de los pueblos que estuvieran alineados con Washington.

Puso en marcha la operación Condor, el plan con el que los norteamericanos impusieron con algunas de las peores dictaduras latinoamericanas. En sus manos escurrió la sangre de los 30 mil chilenos asesinados por la dictadura de Augusto Pinochet, la cual aplaudió y defendió hasta el últimos de sus días, de los 40 mil argentinos que perdieron la vida durante el llamado proceso de reorganización nacional, así como de miles, en Indonesia, Camboya y Bangladesh y millones en Vietnam. Gran parte de las peores matanzas sucedidas en la violenta segunda mitad del siglo veinte estuvieron bajo sus órdenes. 

Como si eso no fuera suficiente, apoyo los terrores de los regímenes de Irán y Sudáfrica. Y se dedico a hablar a favor de las limpiezas étnicas sucedidas en sus países. Por ello, se ganó el titulo del “mayor criminal de guerra en libertad”. No obstante, nunca se arrepintió de sus actos, hasta el final de sus 100 años defendió sus acciones y sus posturas. Pero no fue el único parte de la prensa, los políticos y la sociedad estadounidense lo defienden. Lo catalogan como un héroe nacional que logró acercar a China con occidente y la paz en vietnam. Todos ellos se reparten los turnos para pulir el premio nobel de la paz que insólitamente le fue concedido en 1973, justo cuando más muertos se contaban en suelos sudamericanos, Allende a la cabeza.   

Su fallecimiento, también debe servir de recordatorio para cuestionarnos la expansión del injerencismo estadounidense en los últimos años. Pasa el tiempo, cambian los personajes, unos llegan y otros se van, pero la constante sigue siendo que los políticos de Estados Unidos deciden no solo sobre la vida de sus ciudadanos, sino sobre la de los de todo el mundo. Entonces ¿No deberíamos poder votar todos por su presidente? si es capaz de poner una bomba en la esquina de mi casa. Cuantos de los muertos en Gaza e Israel están en sus manos. Kissinger ya no esta más, pero aún nos queda Estados Unidos.