Los reyes del mundo es una película que nos habla de cinco jóvenes que se encuentran en un barrio marginal de la ciudad de Medellín en Colombia. Uno de los temas principales de la cinta es la amistad, una amistad de convenciones urbanas que suele darse entre personas que han habitado los lugares menos privilegiados de las ciudades. Por decirlo de algún modo, retrata la unión casi sanguínea que otorga el barrio, con esos tintes de salvajismo urbano cuyo lazo son las carencias, pero también la esperanza.
Estos barrios parece que están en cada ciudad del mundo, se trata de lugares marginales donde vive gente de muy bajos recursos. Algunas personas, describen a estos ciudadanos como malvivientes que solo ensucian o estorban “las maravillas” de la urbe, o ¿a quién no le ha molestado la insistencia de los limpia parabrisas? Y si encima pensar que esas monedas las usarán para consumir cualquier sustancia que los hunda más, ¿a quién debería importarle?
La cinta nos pone frente a estos personajes, pero no como víctimas de una sociedad clasista, sino que habla de ellos en su lado más humano pero también el más oscuro.
Cuando no hay nada que ganar, tampoco se tiene nada que perder, y esa es la raíz de su valentía, la capacidad de adaptarse con tal de sobrevivir a un mundo que los segrega, los ahoga en una tina de agua de la que salen como pueden.
Todo comienza cuando Ra, el mayor del grupo, recibe una noticia: es heredero de tierras que le fueron arrebatadas por los paramilitares a su abuela. Es entonces, cuando emprende junto con sus otros cuatro compañeros huérfanos, el camino para recuperar el terreno.
A pesar de haber un movimiento carretero en el viaje de la ciudad hacia “la tierra prometida”, el camino que recorren siempre responde a personas de recursos limitados, marginales. Y ni siquiera en este medio se salvan, los protagonistas continúan siendo víctimas de humillaciones, malos tratos y hasta esclavitud.
En los primeros minutos de la película, los cinco chicos quebrantan las reglas sociales como si fueran reyes. Por paradójico que esto parezca actúan como reyes al hacer lo que quieren: sin pensarlo se introducen por la fuerza a terrenos ajenos, destruyen, roban; arriesgando su vida al transportarse, agarrados de unas cuerdas a unos camiones en plena carretera.
Entre una energía caótica y una rebeldía ilusoria se mueven los personajes, quienes tienen la esperanza de construir un mundo en el que puedan al fin, ser libres.
Laura Mora, la directora de este filme, nos muestra las agallas de los chicos y el lado b de la vida, el constante riesgo y sus consecuencias inminentes, que no solo se va a tratar de la ya conocida burocracia gubernamental que les pone trabas kafkianas, sino una fuerza social que los relega, los humilla, los rechaza.
La película se sitúa en Colombia y vamos recorriendo sus carreteras geológicamente inestables, ahí aparecen en todo su esplendor para mostrarnos las carencias de estos chicos, principalmente la carencia afectiva, esa necesidad de una madre y una familia, y el eterno deseo de pertenecer a una tierra, en la cual no puedan ser desplazados ni humillados.
Los actores, por su parte, son personas que practicaban “gravity bike”, es decir, descienden en bicicleta por vías altamente empinadas. Laura Mora, la directora de la película escogió a estos protagonistas pues son chicos que desde pequeños, han tratado de sobrevivir a un mundo salvaje y caótico. Rá, en la vida real cuando fue niño, lo corrieron de su lugar de origen por decir algunas palabras que no les gustaron a su bando y con amenazas hicieron que se fuera.
Años más tarde y tras el éxito de la película, Rá fue expulsado de su pueblo: Yarumal, en la vida real un grupo armado lo expulsó, amenazándolo de muerte.