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  • 04 Aug 2023
  • 11:08
  • SPR Informa 6 min

Los modos de producción de Dios y del diablo

Los modos de producción de Dios y del diablo

Por Juan Javier Córdova

El contenido de los libros de texto gratuito de la SEP trajo consigo un extenso debate que se extendió hasta la trillada discusión entre capitalismo y comunismo.

La guerra fría propició la división del mundo entre estos dos modos de producción. El fantasma del comunismo recorría no solamente Europa, sino a todas las demás naciones víctimas de la influencia de potencias internacionales. Nuestro país padeció los efectos de un miedo simbólico a algo que nunca vivimos en carne propia.

A través de propaganda y campañas publicitarias, se habló durante muchos años de las bondades del Capitalismo frente a las atrocidades de los comunistas que comían niños. En nuestro país tomábamos como referencia el “atraso” y las “terribles condiciones” en que vivían, bajo sistemas totalitarios, en Cuba, China o Rusia. Tal vez sí, tal vez no. 

Lo cierto es que la creencia de que el comunismo era el diablo y el capitalismo era Dios funcionó. Ejemplos sobran. Por mencionar algunos podemos remitirnos a la película Canoa: memoria de un hecho vergonzoso, dirigida en 1976 por Felipe Cazals, basada en una tragedia ocurrida en septiembre de 1968 en San Miguel Canoa, Puebla. Cinco jóvenes empleados de la Universidad de Puebla se dirigieron a escalar el volcán “La Malinche” y debido al mal tiempo se refugiaron en el pueblo de San Miguel Canoa. Producto de la paranoia religiosa, el párroco incitó un terrible linchamiento contra los jóvenes al ser llamados comunistas.

En 2006 se emprendió una campaña de odio y desprestigio en contra del entonces candidato a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador. En medio de los señalamientos, resaltaba la frase “López Obrador es un peligro para México” o “Vas a perder tu casa y vamos a vivir como en Cuba” porque Obrador es comunista. Dicha campaña causó estragos y el panista Felipe Calderón (quien llegó al poder mediante un fraude) remontó en las encuestas.

Tanto en 1968 como en 2006 los efectos de la propaganda dedicada a esparcir miedo a la población y por temor a perder la “propiedad privada”, durante mucho tiempo el miedo al comunismo fue utilizado de manera seria para desprestigiar proyectos políticos. Pero no sólo eso. Esa estrategia promovió odio, inseguridad, dividió y profundizó diferencias entre el pueblo de México: contribuyó a fracturar el tejido social.

En 2006 se pudo establecer una campaña de miedo al comunismo y vincularla con actores de izquierda debido a la amplia audiencia que tenían los medios de comunicación masiva, particularmente radio y televisión. Los tiempos cambian, las formas de comunicarnos, actuar, pensar e informarnos también cambian.

El surgimiento y posicionamiento del internet, los medios alternativos y las redes sociales, permitieron que los medios de comunicación tradicionales, perdieran audiencia e influencia. El acceso a la información permitió que el miedo al comunismo se diluyera y nuevas propuestas políticas se fortalecieran y ganaran terreno. 

Hoy de nuevo cobra relevancia el concepto comunismo porque los medios de comunicación tradicionales intentaron boicotear la impresión de libros de texto gratuito a través del miedo al comunismo. Los tiempos cambiaron, las maneras de interpretar la realidad también lo hicieron y el efecto que causó esa campaña fue el contrario: causó risas, muchas risas. Los memes no se hicieron esperar y el intento de boicot generó un efecto de boomerang, deslegitimando el discurso de la derecha.

Ahora bien, hablando con seriedad, es importante reflexionar sobre los libros de texto gratuito no porque sean comunistas o no. No debemos tomar a la ligera un tema tan delicado. Recordemos que los textos en cuestión son la base de la construcción del discurso histórico oficial, mismo que, entre otras cosas, configura la identidad en el Estado. Su elaboración requiere (y exige) de un trabajo minucioso, particularmente ético y que abone a la reconstrucción del tejido social. 

Por último: hacerse llamar comunista hoy en día es una bandera simbólica valiosa y respetable. Hacerse llamar comunista el día de hoy también incluye disfrutar de ciertos caprichos burgueses y capitalistas. Está bien, disfrutemos nuestras contradicciones.