La reciente participación de Claudia Sheinbaum, presidenta de México, en la cumbre del G20 marcó un hito para la política exterior del país. Fue la primera vez en su mandato que México retomó un papel activo en el escenario internacional, después de años de relativo aislamiento. Este encuentro no solo sirvió para trazar nuevas rutas de cooperación, sino que también brindó una oportunidad estratégica para enfrentar las amenazas externas, especialmente las provenientes del recién electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Sheinbaum llegó al G20 con un mensaje claro: México busca consolidarse como un país que apuesta por la paz y la estabilidad en un mundo cada vez más polarizado. En un contexto global caracterizado por tensiones económicas, guerras y una incertidumbre política creciente, la propuesta de un proyecto internacional para la paz no solo resonó como una señal de liderazgo, sino que también reposicionó a México como un actor relevante en la arena global.
Durante el sexenio anterior, la política exterior mexicana pasó por un período de repliegue, en el que el país perdió visibilidad y peso en decisiones globales clave. Esta inercia dejó a México en una posición vulnerable frente a desafíos como la guerra comercial entre China y Estados Unidos, las tensiones migratorias y los retos climáticos. La participación de Sheinbaum en el G20 rompe con esta tendencia y sienta las bases para una política exterior más proactiva.
El hecho de que la presidenta haya sostenido reuniones bilaterales con líderes de economías emergentes como China, Brasil e India subraya su visión estratégica. Estos países no solo comparten intereses económicos con México, sino que también pueden fungir como aliados clave frente a las políticas proteccionistas que Trump ha anunciado como parte de su regreso a la Casa Blanca. Estrechar lazos con estas potencias permite a México diversificar sus relaciones comerciales y fortalecer su capacidad de negociación en un contexto que promete ser complicado.
La reelección de Donald Trump plantea retos importantes para México. Sus primeras declaraciones como presidente electo han estado marcadas por un tono amenazante: la insistencia en revisar los tratados comerciales, el endurecimiento de las políticas migratorias y las amenazas de imponer aranceles han encendido las alarmas tanto en México como en otros países. En este escenario, la actuación de Claudia Sheinbaum en el G20 cobra especial relevancia.
El mensaje que México envió al reunirse con líderes políticos y económicos de peso es contundente: el país no está solo y cuenta con socios estratégicos para enfrentar las posibles embestidas de la administración Trump. Si bien no se puede subestimar la capacidad del expresidente estadounidense para desestabilizar acuerdos, este primer acercamiento con otras potencias marca un camino hacia la construcción de un frente común que limita los efectos de sus políticas unilaterales.
En un momento histórico donde las tensiones geopolíticas están a la orden del día, el hecho de que México haya llevado al G20 una propuesta orientada a la paz fue un movimiento inteligente y oportuno. No solo se trata de una postura ética, sino también estratégica. Hablar de paz en un mundo en conflicto posiciona al país como un interlocutor confiable y necesario. Este enfoque podría servir para atraer inversión extranjera, generar alianzas multilaterales y reforzar la imagen de México como un país que apuesta por el diálogo.
Además, este discurso encaja con las preocupaciones globales actuales, como la necesidad de atender los conflictos armados, mitigar los efectos del cambio climático y reconstruir el multilateralismo. México, con su experiencia en procesos de diálogo y negociación en conflictos regionales, tiene la oportunidad de liderar este esfuerzo.
A pesar de los avances logrados en el G20, el reto para Claudia Sheinbaum es mantener el impulso de esta primera aparición internacional. Los próximos meses serán cruciales para traducir las reuniones y acuerdos preliminares en acciones concretas. El gobierno mexicano deberá diseñar una estrategia integral que permita:
La jugada de México en el G20 bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum es un recordatorio de que el país tiene el potencial de recuperar su protagonismo en el mundo. Aunque los desafíos son enormes, especialmente con la sombra de Trump sobre el panorama internacional, este primer paso marca una dirección esperanzadora.
Sheinbaum ha demostrado que es posible combinar pragmatismo y principios en la política exterior. Ahora, el reto será mantener esta visión a largo plazo y convertirla en resultados concretos. Si lo logra, México no solo resistirá las amenazas externas, sino que también se consolidará como un país capaz de liderar en tiempos de incertidumbre.