Este domingo 4 de junio vivimos un acontecimiento histórico en la vida democrática de nuestro país, donde por primera vez, después de casi 100 años, se logra la alternancia en el poder, en el Estado de México.
Este hecho histórico, se les había negado a los mexiquenses en el año 2017, cuando en la gran mayoría del territorio del Estado de México, la hoy Gobernadora Electa, había obtenido la mayoría de los votos, y en tan sólo cinco distritos electorales, esa ventaja se había hecho humo por resultados totalmente irreales, donde se le daba la preferencia al actual gobernador con casillas de hasta 700 votos a favor del PRI, por tan sólo cinco o diez a favor de Morena.
En la contienda de este año 2023, durante las campañas, hubo una guerra de encuestas, donde la mayoría de ellas, si no es que todas, le daban el triunfo a la hoy gobernadora electa por una diferencia no menor a 20 puntos, que daba verdaderamente sentido de hartazgo de la sociedad mexiquense de los gobiernos priistas.
Sin embargo, los resultados de este domingo, conforme al Programa de Resultados Electorales Preliminares, esa ventaja, que daban la mayoría de las encuestas, se redujo a tan sólo ocho puntos porcentuales.
Con estos resultados se debe ser claros y cautelosos, pues evidentemente la operación tanto del PRI como del PAN en el Estado de México tuvo un efecto importante, pues en tan sólo dos o tres días le quitaron a la gobernadora electa, 12 puntos porcentuales de ventaja.
Y nuevamente tenemos que echar un vistazo a lo sucedido en la llamada franja azul de la zona conurbada de la Ciudad de México, es decir los municipios de Tlalnepantla, Naucalpan, Atizapán, principalmente; de dónde podemos destacar que en los distrito 32 (Naucalpan) y 18 (Tlalnepantla) la candidata de la Coalición priista, obtuvo el triunfo con una diferencia de por lo menos 20 y 17 puntos porcentuales, (son el segundo y tercer distrito con más diferencia a favor del PRIAN) siendo esto un foco rojo que no debemos desdeñar, puesto que nuevamente, y en conjunto de los distritos que comprenden esos dos municipios, ambos se perdieron.
Es evidente que el PRI y el PAN saben cómo revertir elecciones en tan sólo dos o tres días previos a la jornada electoral y que la dirigencia estatal y nacional del partido Morena no tienen un antídoto a esto. No podemos dejar de señalar que se debe de tener en cuenta que, en el 2021, esta misma franja azul, se perdió por Morena.
Pero tenemos que decir también que la dirigencia nacional y estatal de Morena, no puso remedio a esto, pues en muchos casos, dejó esta elección a la gubernatura, en manos de las mismas personas que perdieron la elección del 2021; error que no puede cometerse para el próximo año, pues sería tanto como tropezar con la misma piedra, no dos, sino en tres ocasiones.
Se tiene que buscar un mecanismo para contrarrestar estas operaciones que se realizan por parte del PRI y del PAN y quizá hasta con la actitud pasiva de los dirigentes regionales y municipales de Morena, ya que se debe estar conscientes en que los gobiernos municipales seguirán en sus funciones precisamente hasta el próximo año, y que, si lograron revertir 12 puntos de ventaja en esta elección, pueden volver a hacerlo.
Siempre se ha dicho que la elección para gobernador del Estado de México es un el laboratorio para las presidenciales, y sería una torpeza no buscar un cambio de estrategia, pues no se puede esperar resultados distintos si se sigue realizando los mismos actos.
El próximo año está en juego la continuidad de la Cuarta Transformación, y no se puede cometer por tercera ocasión el mismo error.
Que este triunfo sea disfrutado por los mexiquenses, pero no por las dirigencias, ellas deben poner atención a lo que sucede en estos lugares que se pierden una y otra vez.
Este triunfo, es un triunfo del pueblo, un triunfo de los de abajo, un triunfo del verdadero movimiento, ese que dijo “ya no más”, es el triunfo de la dignidad mexiquense.