El funeral del PRI

Pasaron noventa y cuatro años para que un hecho histórico como el que vivimos el pasado 14 de Septiembre sucediera en el Estado de México, la entidad más poblada del país. Eso habla de lo complicado que fue transitar hacia un régimen democrático en tan importante estado. 

El dinosaurio tricolor se negaba a “colgar los tenis”, pues durante varias elecciones, hizo todo tipo de artimañas para perpetuarse en la vida política de los mexiquenses. Aparatos de Estado a nivel federal y local, siempre operaron en pro de la la larga vida que tuvieron los Revolucionarios Institucionales. 

No es necesario ir muy atrás en los tiempos, simplemente regresar al 2017, año donde el ahora ex-gobernador, Alfredo del Mazo Maza “ganó” la elección con números sumamente cerrados y dudosos. Sin embargo, ahí empezó a cavarse la tumba de los prehistóricos. 

Hasta que llegó una maestra texcocana, con profundo amor a su pueblo, se dio tal hazaña. No es cosa menor, es un suceso que estará en los libros de historia de un futuro no muy lejano, y que ya tiene reservado su lugar con letras de oro. 

El pasado 4 de junio fue cuando en el hospital electoral (IEEM), dio sus últimos latidos aquel partido que en algún tiempo se pensó invencible. 

Y este pasado jueves, con la tomo de protesta de la nueva gobernadora, la Maestra Delfina Gómez, se iniciaron las exequias de la que fue una bestia jurásica. 

A tal entierro, acudió uno de los artífices primordiales de la muerte anunciada, el hombre que día a día mata las ambiciones vulgares de la época neoliberal, el Presidente de la República, el Lic. Andrés Manuel López Obrador, quien incluso dio un discurso al terminar el funeral. Eso sin duda fue un mensaje político, un grito de victoria, con esto el mandatario reafirmó quien manda en el Estado de México. Al velorio también acudió otro de los grandes enterradores del PRI, el último gobernador del Grupo Atlacomulco, Alfredo del Mazo, quien no hizo más que sonreír y sonreír, aplaudir y aplaudir, aunque en el fondo seguramente lloraba la partida (pero no la muerte, más bien la partida de dinero que se llevaban y ya no se llevarán). La nueva gobernadora no cabía de emoción, pues sabía que ella ahora ya es una heroína en la historia de su pueblo mexiquense. Al recinto del Congreso Mexiquense (habilitado como recinto fúnebre del dinosaurio y como luz esperanzadora para los oriundos del Estado de México ), también asistió como portadora de la llama de esperanza, la presidenta de la cámara de diputados, Azucena Cisneros, quien fue bien elogiada por la nueva gobernadora. Otro momento histórico, por cierto, dos mujeres presiden dos poderes de la unión. 

El gabinete saliente no paraba con sus caras largas y el entrante, disfrutaba el momento. ¡Qué belleza los que lo vivimos! 

Bien dicen que la muerte es parte de la vida, y cuando uno muere, otro nace. Y así fue, ese día después del simbólico sepelio, a unos metros del recinto legislativo, la nueva titular del ejecutivo estatal, hizo nacer la esperanza del cambio y la transformación, con un mensaje duro y contundente que hizo retumbar al Teatro Morelos. 

Nuevos aires y transición es lo que vive el Estado de México. 

Desde el pasado 16 de septiembre, cuando despertamos, el dinosaurio ya estaba muerto. Todo quedó en una amarga pesadilla de 94 años.