Derecho a una vivienda digna, un Derecho casi imposible para los milenials

El artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece lo siguiente en su párrafo sexto:

“Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”.1

Es decir, toda persona que habite en el territorio mexicano tiene derecho a tener una vivienda digna y decorosa que cubra las condiciones que den satisfacción plena a lo que dignifica la vida de las personas para su libre desarrollo. Esto en condiciones suficientes, que le permitan acceder no solo al resguardo del sol, la lluvia o las inclemencias del viento, sino que tenga las condiciones en un medio ambiente limpio y sano, con un espacio suficientemente amplio para la comodidad de cada individuo, con servicios plenos, de agua, luz, áreas verdes, áreas recreativas, libres y seguras, así como con acceso pleno a la educación, internet, servicios de salud cercanos, además de contar con una estructura solida de calidad, viviendas que permitan una habitabilidad plena.

Así a lo anterior, parece que describo una novela de ciencia ficción, en un mundo utópico, en donde seguramente me quedo corto con las necesidades que tiene el ser humano para el desarrollo de una vida plena, contando con una vivienda que como la ley lo establece  que sea digna y decorosa. 

Si bien es cierto que a lo largo de este gobierno se han logrado grandes retos sociales, tratando de cumplir mínimamente con lo que se establece en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; con reformas como lo es el salario mínimo, que ya esta logrando acercarse al ideal que establece nuestra carta magna con el incremento a esté. Pero por lo que hace a la vivienda digna, este derecho no se ha podido cumplir, dejando pendiente una deuda que tiene el Estado mexicano con la generación milenial.

Misma que cada día se ve mas frustrada  en el acceso a este derecho, debido a múltiples factores.

Entre ellos los altos costos de los créditos hipotecarios, que cada día se vuelven más y más inaccesibles, y los créditos sociales inmobiliarios como los son el INFONAVIT y FOVISSSTE, que no se acercan para nada al estándar de los costos de los inmuebles, y la población mexicana que se ve mas afectada, es precisamente la que habita en las urbes mas importantes del país, por ejemplo, la mayor parte de la población que nació  en la Ciudad de México, se ha tenido que desplazar a la periferia de la misma para básicamente llegar solo a dormir, toda vez que la vivienda en la ciudad de México cada día es mas costosa.

Sin embargo las fuentes de trabajo siguen estando en la misma ciudad, lo que obliga a que los trabajadores tengan que desplazarse hasta 6 horas diarias de sus hogares a su lugar de trabajo, con costos de transporte público elevadísimos, con poco acceso directo y sobresaturado, exponiéndose a los riesgos del transporte público mexiquense, en el cual es presa fácil de la delincuencia con asaltos y robos constantes,  y en el caso de las mujeres enfrentándose a un riesgo aun mayor, como son los constantes delitos sexuales a las que son expuestas todos los días en un transporte inseguro.

Sin embargo, la problemática no se reduce a solo mejorar el transporte público, hablamos de una densidad poblacional que todos los días se van alejando de la ciudad para residir en la periferia, ya que los costos de la renta cada día se hacen mas caros e impagables, que no son acorde a los salarios promedios de las fuentes de trabajo.

Ahora bien, se ha visto en los últimos 12 años un secuestro de los espacios donde se pueden construir viviendas colectivas o sociales, invadidas por inmobiliarias de lujo cuyos costos de vivienda son prácticamente impagables para el salario promedio de un trabajador mexicano.

Lo anterior también ha generado que muchos jóvenes que rondan entre los 20 y 30 años no puedan salirse tan fácilmente de la casa de sus padres, ya que es muy complicado pagar un departamento en alquiler, que si lo hiciesen mínimo costaría dos terceras partes de su sueldo.

Y si no fuera suficiente con la catástrofe que se esta viviendo en cuestión de acceso a una vivienda digna, sumémosle que estas grandes inmobiliarias, se han apoderado de terrenos estratégicos muy cerca de las zonas de oficinas y centros de trabajo, que como por ejemplo en la Ciudad de México ya no se venden a un mexicano capitalino promedio, sino que se están vendiendo a extranjeros en dólares, o bien se esta permitiendo lo que ya muchos consideran la invasión de los nómadas digitales.

Individuos que ganan en dólares y que pueden trabajar desde cualquier punto con internet, siendo la Ciudad de México por ejemplo uno de los países con acceso a internet mas rápido y confiable, lo que ha hecho que muchos de los dueños de departamentos, y casas de las zonas mas céntricas de la ciudad eleven el costo del alquiler a mas del 200%, es decir rentas que van mas allá de los veinte mil pesos mensuales, sabiendo por ejemplo que el salario mínimo esta en la región en siete mil quinientos sesenta y siete pesos con cuarenta y siete centavos por mes, lo anterior  de acuerdo a la reforma salarial, es decir el costo de alquiler a la vivienda se vuelve completamente impagable, dejando esos espacios libres para uso de extranjeros.

Esta crisis de gentrificación y el poco acceso a la vivienda digna a los mexicanos es un fenómeno que no solo se esta viendo en la Ciudad de México sino en otras ciudades importantes de nuestro país, muchas de ellas zonas turísticas, que se están viendo desplazados los regionales a periferias donde el costo es mas accesible de acuerdo a las condiciones de vivienda, mismas que no garantizan para nada los mínimos legales sugeridos por el articulo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Si a todo esto le sumamos, la pésima política de vivienda de los años noventas, donde se construían departamentos sin calidad, completamente alejados de las zonas de trabajo, que obligaron a miles de mexicanos a vivir a distancias de mas de tres horas de sus fuentes laborales.

En conclusión el Estado mexicano se encuentra en deuda con los Milenials, y con los Centenals, toda vez que se necesitan implementar reformas profundas que protejan a los ciudadanos mexicanos, para que se les garanticen sus derechos entre varios el establecido en la constitución  a tener una vivienda digna y decorosos, que pueda ser pagable, y que se encuentre cerca de los centros de trabajo.