¿La Cuarta Transformación es feminista? Esta pregunta ha puesto en tela de juicio el Proyecto Alternativo de Nación del presidente Andrés Manuel López Obrador desde el 2019.
La cuestión obtuvo la atención de colectivas y académicas cuando la periodista feminista Frida Guerrera asistió a la mañanera con el objetivo de cuestionar al Presidente sobre los feminicidios y alcanzó su punto máximo con el debate entre colectivas y militantes de Morena ante la candidatura de Salgado Macedonio, así como con la instalación de vallas alrededor de Palacio Nacional en 2021 en vísperas de la primavera morada.
Aprovechando esos debates, la derecha urgida de agenda política, arropó en su discurso uno de los temas de mayor consenso entre los feminismos, “Erradicar la violencia en contra de las mujeres” sólo en lo enunciativo, nunca en verdaderas acciones transformadoras. Así, intentando conquistar a un nuevo electorado que simpatiza cada día más con la lucha de las mujeres, buscan volver el feminismo un asunto de marketing político y de golpeteo.
Mientras tanto, las que desde 2014 nos conmovimos con el texto “Nosotras no somos Ayotzinapa”, que nos formamos con la acumulación de fuerza del movimiento de mujeres y fuimos participes en el inicio de la llamada Cuarta Ola Feminista en 2017; simultáneamente nos convocamos en la lucha por derrocar al neoliberalismo y pugnamos por la llegada de un gobierno de izquierda, ahora nos vemos cuestionadas en nuestra congruencia por ser militantes de la 4T.
Pasa inadvertida la gran lucha que hemos tenido que emprender desde las izquierdas en partidos y colectivos, además de las demandas que plasmamos en “El proyecto alternativo de nación 2018-2024” que antes no encontraban lugar en el llamado “Nuevo Proyecto Alternativo de Nación 2012-2018”, al menos no de manera explícita.
Es por ello, que antes de caer en un debate maniqueo y superficial, consideramos que existen elementos clave que abonan al análisis de la relación de la 4T con el movimiento feminista.
En primera, no existe un solo feminismo, en tanto no solo hay un tipo de mujer, de una clase, de una etnia.
En ese sentido debemos de partir del reconocimiento de los feminismos, cada uno con agendas políticas diversas y en constante debate, con ejes sumamente encontrados, por ejemplo, el que se desprende de los trabajos: el trabajo sexual, de cuidados, reproductivo, el empoderamiento.
Por otro lado, existen algunos puntos en la agenda con un amplio consenso, como los derechos reproductivos y sexuales, maternidades deseadas y posibles en términos socioeconómicos (ILE), la condena a la violencia obstétrica, la disputa cultural sobre los roles de género, erradicación de la violencia familiar y feminicidios, y la mejora sustancial en la impartición de justicia.
Otro elemento fundamental, aun no existen en todo el mundo gobiernos feministas, pero si existen gobiernos que dialogan y construyen desde el consenso de los feminismos.
En el gobierno de la 4T, con todo lo que se dice de manera negativa en cuanto al abordaje de la agenda, las mujeres hemos generado avances sustanciales: la despenalización del aborto en Veracruz, Hidalgo, Oaxaca y Guerrero; y que Olga Sánchez Cordero, en su encargo como Secretaria de Gobernación, pidiera que el aborto se tratara como un tema público además de lograr la legislación en paridad de género.
Desde nuestro contexto local, podemos afirmar que la Ciudad de México, es la más avanzada en el diálogo con colectivas y cumplimiento de agenda: la reivindicación simbólica de mujeres como el paseo de las heroínas, la creación de un área especializada en feminicidios en la fiscalía local, la creación del atlas de feminicidio, la alerta de género, los senderos seguros: camina libre camina segura, el registro público de agresores, el banco de ADN contra delitos sexuales, las LUNAS, la Unidad de Género en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, el Programa Viajemos Seguras y Protegidas en el transporte público, campañas en contra de la violencia, la llegada de feministas al congreso y al ejecutivo local, y sobre todo, la disminución de las desigualdades económicas y de oportunidades que aún padecemos. Todo eso muestra dicho avance.
Conscientes de que aún tenemos mucho por hacer y que aún no tenemos un gobierno feminista, las mujeres organizadas insistimos en que agenda de gobierno de la Cuarta Transformación se pinte cada vez más, de violeta.
Así tenemos grandes tareas: el diálogo constante con colectivas organizadas, la construcción de consensos en la agenda para poder incidir en el gobierno, la disputa cultural en el territorio por la despatriarcalización, pues es ahí en donde encontramos las muestras más grandes que nos ha dejado la cultura machista.
La lucha valdrá la pena, para seguir construyendo el sueño de liberación que tuvieron nuestras ancestras.