El pasado 5 de noviembre, como parte de las elecciones en Estados Unidos, Puerto Rico eligió a su próxima gobernadora, Jenniffer González del Partido Partido Nuevo Progresista (PNP), con 39.4% de las preferencias electorales, lo cual le dio ventaja frente a Juan Dalmau, del Partido Independentista Puertorriqueño, quien pese a quedar en segundo lugar alcanzó un máximo histórico para el independentismo de 32.7% de la votación.
En las elecciones se enfrentaron las tres posturas referentes a la condición que debe mantener la isla con su relación con Estados Unidos, la candidata ganadora, Jenniffer González, representa la histórica demanda de anexionismo de Puerto Rico a Estados Unidos –postura conocida como “estadidad”–, para que la isla pase a formar parte de Estados Unidos formalmente; Juan Dalmau representó al Partido Independentista Puertorriqueño que fue en alianza con Movimiento Victoria Ciudadana, dos opciones políticas emergentes que abogan por la total independencia de Puerto Rico, y en tercer lugar con 21% de las preferencias electorales quedó Juan Manuel Ortiz del Partido Popular Democrático, un histórico partido que aboga por mantener a la isla bajo el esquema de Estado Libre Asociado.
Además, en la elección también hubo una elección simbólica de los puertorriqueños entre Kamala Harris y Donald Trump, en la candidata demócrata obtuvo 73.4% de los votos y el republicano tuvo 26.5%, así como una consulta popular sobre el estatus que debe mantener la isla que dio como resultado un apoyo a la estadidad de 56.8%, a la independencia con 30% y 12.3% a la soberanía de libre asociación.
Desde 1952, Puerto Rico mantiene un estatus de “Estado Libre Asociado” de Estados Unidos, lo que significa que pertenece a Estados Unidos, pero no forma parte de él. Los puertorriqueños pueden viajar a Estados Unidos sin necesidad de visa, obtienen recursos de la federación estadounidense y tienen una serie de beneficios fiscales, pero no pueden votar por la Presidencia de Estados Unidos, su representante en el Congreso de Estados Unidos tiene voz pero no voto, y no pueden definir su política exterior, entre otras condiciones.
Históricamente, el debate en Puerto Rico ha estado entre quienes abogaban por anexión formal a Estados Unidos y quienes defendían la opción de Estado libre asociado, mientras que el independentismo había sido una opción marginal. Sin embargo, en los últimos años la opción del independentismo ha ganado popularidad, ya que ha crecido la sensación, particularmente en las nuevas generaciones, de que los gobiernos federales estadounidenses no otorgan lo suficiente a Puerto Rico.
Además, tradicionalmente el Partido Republicano se ha opuesto sistemáticamente a la incorporación de Puerto Rico a Estados Unidos, ya que el electorado puertorriqueño es mayoritariamente demócrata, por lo que si se incorporara a la Unión Americana, serían votos del Colegio Electoral seguros para el Partido Demócrata. Por esto mismo, los demócratas siempre se han manifestado a favor de la incorporación de Puerto Rico. Sin embargo, la rigidez de estas posturas y la radicalización del Partido Republicano bajo el trumpismo han vuelto cada vez más inviable la opción anexionista, pese a que mantiene una posición mayoritaria entre la población boricua.
La devastación del huracán María en 2017, los apagones recurrentes que ha enfrentado la isla desde entonces, los señalamientos de corrupción de sus gobernadores, han aumentado el descontento entre las nuevas generaciones que tuvo su mayor estallido de protestas en 2019, cuando tuvieron como voceros a artistas de la isla como Bad Bunny, Ricky Martin, Residente, Rey Charly, entre otros. Ese descontento creciente ha sido capitalizado por nuevas expresiones políticas, como lo son el Partido Independentista Puertorriqueño y Movimiento Victoria Ciudadana.