Recuperemos Chiapas

La crisis migrante que vive América del Norte es una amalgama de pesadillas para quien tiene que tomar sus pasos y encaminarlos para ir a otro lugar a tratar de sobrevivir a las graves problemáticas económicas, políticas, sociales y de seguridad en sus propias tierras.

Hoy, para muchos de los hermanos mexicanos, centroamericanos y del Caribe, nuestro país significa atravesar por un camino en el cual pondrán en juego su vida y su integridad para llegar a Estados Unidos. País que necesita el trabajo migrante, pero que lo niega en el discurso para tranquilizar a la América blanca y racista, y para mantener a los migrantes ocultos en las catacumbas de la “migración ilegal”, situación altamente rentable, pues les roban identidades, derechos y buenos sueldos.

México, por la política migratoria norteamericana, se ha convertido en un cuello de botella, donde nuestros hermanos, están atorados en la frontera norte, donde EE.UU juega con sus futuros, dejando pasar sólo a unos cuantos, para convertir a los que les niega el paso, en propaganda contra los regímenes de los países que combate. Cuba y Venezuela, por ejemplo.

Es en medio de esta situación, donde el crimen organizado que nació y se fortaleció con los gobiernos del PRI y el PAN, encontró un nuevo nicho de mercado en los miles de migrantes que atraviesan nuestro país, para convertir sus luchas y sueños en jugosas ganancias a partir de la extorsión, el secuestro, la trata de personas, la venta de drogas, el derecho de piso y el tráfico de personas. 

El control de la migración por parte de la delincuencia organizada funciona a través del terror y la muerte. Y con esto como herramienta avanza controlando el paso por las fronteras. Es decir, el control necesario para las obscenas ganancias del crimen requiere el control absoluto de las dos fronteras. 

En la frontera sur de nuestro país, en el municipio de Frontera Comalapa, Chiapas, se vive una profunda crisis derivado de la espiral de la violencia que se ha vivido en esta región y en estos días se ha intensificado. En los últimos días, cientos de vecinos se vieron en la necesidad de abandonar sus casas para resguardarse al norte de Tapachula. En los últimos días se incrementó de manera alarmante la violencia.

El conflicto en la frontera dura ya más de dos años. En medios locales señalan que los grupos en pugna son franquicias locales del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y del Cartel de Sinaloa.

El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, señala que “Jóvenes de diversas comunidades fueron reclutados de manera forzada por la delincuencia. Vecinos, refieren de que por lo menos 3 mil personas fueron desplazadas de sus comunidades. Unas han buscado albergues provisionales y otras llevan días refugiándose en los montes o algún lugar seguro. Así también, nos informan de que muchas familias permanecen en sus casas sin poder salir, están encerradas por el terror extremo que están viviendo”.

La frontera sur vive una crisis de seguridad derivado de la lucha por el control de territorios por diferentes grupos de la delincuencia, lo cual significa una afrenta para el Estado mexicano, pues tenemos que afrontar las consecuencias del fortalecimiento de estos grupos a partir de gobiernos fundados en la corrupción. Recordemos Rápido y furioso.

Tenemos que recuperar la paz del país, tenemos que recuperar Chiapas y el control de las fronteras. México no puede seguir siendo rehén de la delincuencia organizada. Tenemos que afianzar la estrategia de luchar contra las causas de la pobreza y la marginación en México, para construir un mejor país para todas y todos.

Garanticemos el derecho humano a migrar en paz. Demos opciones de paso y trabajo a quien lo necesita.