Queda menos de una semana que se lleven a cabo los comicios más importantes de la república, y que, además, son la antesala a un proceso político aún más ambicioso: la presidencia de México. La competencia mediática por acaparar los medios informativos a través de opinólogos de ocasión, reportajes a modo y compra de voluntades de quienes aspiran a gobernar el Estado de México, llevaron a cada una de las aspirantes a ser electa como gobernadora a mostrar su músculo político en reiteradas ocasiones, con la intención de convencer a la audiencia de que ni las propuestas, ni tener los mejores argumentos o los mejores aliados eran tan importantes, como lo fue el competir por tener el mitin con mayor número de asistente, ya ni siquiera de votantes.
En el arranque de campaña vimos, por un lado, al grupo Texcoco abanderando a la candidata morenista para su inicio de campaña en ese municipio, y la abanderada tricolor… también. Las dos cerraron campaña el día domingo, las dos en la capital del Estado, pero ¿por qué sucedió eso?
Tanto una como la otra, buscaban llenar a tope los lugares anunciados para sus campañas, y eso, evidentemente sería en los municipios del estado en dónde cada una tuvieran el mayor número de afiliados a su partido o tuvieran su mejor desempeño en la administración pública, y la pregunta es, ¿en cuál de todos ellos, el PRI lo hizo?
Si bien, desde hace casi un siglo el partido en el poder de este estado mantuvo las preferencias electorales, podríamos asumir que es debido a que el pueblo los seguía eligiendo por su gran capacidad para resolver las problemáticas en términos de seguridad, infraestructura, educación, salud, obra pública, etc., lo cierto es el Estado de México, desde su primer gobierno priísta hasta este último, incrementó el número de homicidios dolosos, de asaltos a mano armada en el transporte público (siendo la carretera del Ixtapaluca, la de Chalco y Ecatepec las más afectadas); mucha obra pública como hospitales, carreteras, escuelas, drenaje, etc., quedaron no solo inconclusas, sino también sin presupuesto para continuar construyendo lo que el pueblo necesitaba. En educación, el Estado continúa siendo de los primeros lugares en analfabetismo, abandono y acoso.
Por este y otros motivos, la candidata tricolor gestionaba sus encuentros con los supuestos simpatizantes (todos identificados de los colores del partido o del apoyo económico rosa), una vez que sabía donde estaría su adversaria, en tanto que el municipio donde se parara, estaría lleno de reclamos y demandas sociales de quienes están disconformes con la manera en que el PRI extrajo todo el dinero del erario.
Si los simpatizantes de morena y quienes estaban hartos del mal gobierno se concentraban cerca de la feria del caballo de Texcoco, entonces ella hacia lo mismo con minutos de diferencia y a algunos kilómetros de distancia, para no encarar a quienes, con justa razón, van a votar por la transformación en el estado. Y así amedrentaba y replegaba a la sociedad, a las y los ciudadanos, al pueblo que busca justicia por la violencia surgida en Tlatlaya, en San Vicente Chicoloapan o en San Salvador Atenco. Fue también el caso de este fin de semana en Toluca de Lerdo, los dos cierres de campaña a escasos minutos de distancia.
El PRI no ha podido con el mayor reto de su vida política ni con alianza ni sin ella: revolucionar su propia historia. Las encuestas son muy claras: después de mantener una ventaja de 10 puntos de diferencia entre Delfina sobre Del Moral, el 04 de junio correrá la voz para 2024: el PRI ha muerto.