En cuestión de querer y cuidar a una mascota, no me quedo atrás. Mi gata tiene dos camas, una torre para rascar, más de un par de juguetes y, sí, la dejo dormir en mi cama. Aun así, me he quedado muy sorprendida con el nuevo instrumento en boga para transportar a los “fieles amigos del hombre”: carriolas caninas.
La cultura de los perrhijos y gathijos, aunada con la de lo pet friendly, es algo cada vez más cotidiano en la Ciudad de México. Los parques, antes frecuentados por padres con sus hijos, se encuentran ahora poblados por jóvenes con uno, dos o hasta tres perros. Mientras las zonas dedicadas a juegos infantiles se deterioran lentamente, las zonas exclusivas para perros (algunas veces incluso divididas entre zonas para perros grandes y perros chicos) se encuentran rebosantes y resplandecientes. Las tiendas y restaurantes, sobre todo aquéllos en zonas frecuentadas por estos dueños de caninos, anuncian orgullosamente que son “amigables con los perros” e incluso suelen tener bebederos y comederos disponibles para éstos.
De acuerdo con Euromonitor, empresa de investigación de mercado mundial, a pesar de que la inflación alcanzó un 8.76 por ciento la primera quincena de septiembre, el consumo de productos y alimentos para mascotas no ha disminuido y siguen colocándose en las listas de compras de los mexicanos.
Volviendo a las carriolas, mi sorpresa fue tal al ver a más de una pareja de jóvenes transportando a sus mascotas, que decidí explorar sus precios en Amazon, quedé boquiabierta. No solo descubrí la enorme variedad de estilos de “cochecitos para perros” - como los describen en la página- y su rango de precios, que va desde los 1,500 hasta los 20,000 pesos; sino que me adentré en un mundo de productos desconocidos y extravagantes del cuidado canino: pañales para perros, mochila de emergencia para patas de mascotas, almohadillas de tracción antideslizantes para patas de perros, botones de comunicación para perros, etc. Al considerar el concepto de “perrhijo”, pareciera, efectivamente, que las empresas de productos para mascotas han decidido tomar todo producto dedicado al cuidado de un bebé y adaptarlo para los nuevos reyes de la casa: las mascotas.
Ahora, hay dos preguntas importantes a considerar en todo esto: la primera, ¿por qué los jóvenes adultos han optado por volcar su afecto en un animal y no en un bebé?, y la segunda, ¿qué tan sanas son estas conductas para las mascotas?
Las razones para no tener un bebé pueden ser muchas y todas son válidas, quedará en cada persona responderse esa pregunta. La cuestión es que el afecto y cuidado que antes se le dedicaba exclusivamente a un cachorro humano, está siendo transferido a una mascota.
La necesidad afectiva sigue estando ahí, pero se ha trastocado debido a la falta de compromiso con otro humano. En la época actual, marcada por la caída de los llamados valores tradicionales, en donde ya nada es vinculante y los compromisos duraderos se viven como algo paralizante, la idea de tener un hijo, se está convirtiendo en algo impensable. Por lo tanto, el cariño que se le dedica ahora a los animales no significa que éstos hayan sustituido al infante, no hay que confundirnos, sino de que la manera de relacionarnos, individual y socialmente, está cambiando. Son las relaciones humanas las que nos darán la respuesta al porqué del investimiento afectivo en perros, gatos, iguanas, etc.
La segunda pregunta es más fácil de responder: la humanización es una forma de maltrato animal. Coartar la naturaleza de los animales y exigirles hacer cosas que solo tienen sentido para los humanos genera una serie de efectos negativos que van desde la obesidad y la dependencia hasta la tensión y la agresividad .
Los cambios sociales y culturales son a la humanidad. Los humanos vivimos en constante adaptación a nuestro entorno y nuestras circunstancias físicas y emocionales y es nuestra responsabilidad cuestionar y analizar el porqué de estos cambios para determinar las consecuencias de los mismos. En este sentido, el comportamiento hacia nuestras mascotas forma parte de ese conjunto de transformaciones sobre las que debemos, sin duda, seguir reflexionando.