La derecha violenta marcha

El talante de la marcha violenta ocurrida el pasado sábado en calles de la Ciudad de México, es definida por un par de fotos difundidas por las redes sociales de Expansión. 

En ella se ve un señor de alrededor de 50 años siendo auxiliado por elementos de la policía capitalina. El señor muestra un golpe en la cabeza cubierta por una tela blanca que parece ser un vendaje pero no, es una tela usada para evitar que el sudor escurra por el rostro.

El detalle esclarecedor es el jersey de porro de la Prepa 8 que porta orgulloso. Y ese detalle aclara todo.

El jueves pasado durante la entrega de dos clínicas del ISSSTE en Tecámac, Estado de México, la Presidenta Sheinbaum, recordó que junto con Martí Batres y miles de estudiantes participó en un movimiento estudiantil para evitar el incremento de cuotas: el Consejo Estudiantil Universitario (CEU).

Por aquellos entonces las autoridades universitarias y el régimen encontraron en los grupos porriles, integrados por jóvenes delincuentes, la manera de reprimir, perseguir e inhibir la participación libre de la comunidad estudiantil.

Además de la violencia política contra estudiantes, estos grupos cometían delitos como asalto y violaciones contra la comunidad estudiantil, así como saqueos y robo con violencia contra comercios aledaños a las escuelas. 

No se trataba sólo del aprovechamiento del ímpetu de la delincuencia juvenil por parte del régimen sino del encauzamiento político de estos grupos que enderezaban un discurso político fascista que empata muy bien con el utilizado actualmente por los asistentes a la marcha: anticomunismo delirante, misoginia, homofobia y racismo. 

La cobertura política del régimen hacia estos grupos les brindaba total impunidad por lo que la comunidad universitaria tenía que organizarse para repeler sus agresiones y mantenerse a salvo.

Gracias a la simpatía de las autoridades muchos porros se licenciaron como abogados, algunos se integraron como Ministerios Públicos o policías judiciales (desde donde operarían a favor de la delincuencia de esa época), otros más accedieron a cargos en la administración pública como pago a los servicios prestados. 

La Presidenta Sheinbaum y el actual director del ISSSTE, Martí Batres, sufrieron, como muchos otros estudiantes de la época, los embates de estos grupos de delincuencia conservadora.

Hoy, casi 40 años después, estos grupos vuelven a salir a las calles. Huérfanos de la protección política del régimen marchan rabiosos por su desplazamiento de los cargos públicos o de las relaciones políticas que les permitían la impunidad.

Resulta curioso cómo la historia se repite. Los adversarios que enfrentó la Presidenta como estudiante vuelven a confrontarla de forma violenta, nostálgicos del mundo de impunidad y delincuencia tolerada del régimen derrotado en las urnas por el movimiento que hace casi 40 años era amedrentado por estos grupos fascistas en la universidad.

La imagen de quien denominaremos aquí “Don Porro de la Prepa 8”, dice más de la marcha de lo que los organizadores quisieran compartir: habla de nostalgia por la impunidad, del coraje de los grupos delincuenciales que fueron desplazados de las estructuras del poder, de los grupos fascistas que sobreviven y se infiltran en las marchas, así como de la vigencia de la lucha que inició la Presidenta Sheinbaum desde su época de activista en la universidad.