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  • 07 Dec 2022
  • 10:12
  • SPR Informa 6 min

El Internet después de 2022

El Internet después de 2022

Por Ernesto Ángeles .

El 2022 es un año paradigmático por múltiples razones, las cuales en su conjunto tienen como resultado la transformación del equilibrio de fuerzas en distintas regiones y países; así como también un cambio (y afectación) al estilo de vida y consumo a nivel mundial. Una de las áreas más golpeadas en este contexto es el ecosistema tecnológico y sus múltiples instituciones, relaciones, productos y servicios (buena parte de estos occidentales), los cuales no sólo se han puesto al pie de guerra en contra de Rusia, sino que también extienden su belicosidad hacia China, animados y comandados por intereses político-comerciales estadounidenses.

Además, otro de los elementos que ha acompañado al cambio en el sistema tecnológico es la ruptura del discurso propagandístico e idealista del crecimiento tecnológico constante, así como la supuesta transformación de la sociedad acorde al desarrollo tecnológico (y no al revés). Ambos elementos se sostenían en buena parte por la ingente cantidad de inversiones y expectativas a futuro, las cuales fueron redireccionadas este 2022 a la maquinaria bélica y el anhelo de sostener la hegemonía occidental.

Sin embargo, esta condición es una fase en el proceso de transformación y no la transformación del sistema tecnológico en sí mismo; entonces ¿cómo se vería el sistema tecnológico una vez que se haya acoplado a la nueva realidad internacional?

En este artículo tiene por objetivo el esbozar algunos elementos para imaginar un sistema tecnológico post hegemonía occidental, el cual por motivos prácticos se enmarcará dentro del concepto e idea de Internet, ya que al ser el subsistema tecnológico más ampliamente conocido y discutido, resulta más fácil al lector su comprensión.

Para comenzar es necesario plantear la pregunta ¿Qué es y cómo entendemos Internet? Internet es un subsistema tecnológico fundamental para el mundo digital, el cual tiene como característica principal el facilitar la intercomunicación e interoperación entre múltiples instancias de cómputo gracias a diversos estándares, protocolos, instituciones y prácticas sociales, en el que la cooperación y consenso es la base para que dicho sistema pueda estar distribuido a nivel mundial, pese a las limitaciones territoriales y fronterizas.

Sin embargo, este subsistema no es tan descentralizado y multipolar como se podría esperar, sino que  históricamente ha sido administrado por instituciones, estándares y personas que usualmente coinciden con los postulados e intereses de política exterior estadounidense; por tanto, este subsistema podría pensarse como parte de la estructura institucional internacional que favorece a Occidente.

 

Y al igual que parte de la ingeniería institucional internacional, la base y éxito del Internet se debe a la intercomunicación, interoperatividad y la interdependencia de instancias y países que deciden usar y legitimar tal subsistema tecnológico, así como al equilibrio de poder entre sus miembros; sin embargo,   el escenario político en el que nos encontramos actualmente impone diversas limitantes para la existencia del Internet tal y como lo conocemos actualmente.

También es importante tener en cuenta la influencia que el propio cambio tecnológico puede tener sobre Internet, no sólo por medio de tecnologías disruptivas y novedosas, sino por el cambio en las cadenas de producción y suministro a nivel mundial, en donde la presión política puede sembrar la semilla de lo que en un futuro se traduzca como un desarrollo paralelo de la tecnología digital en Oriente, al verse obligados a producir su propia tecnología por el bloqueo comercial.

Si tomamos en cuenta lo anterior, es posible plantear los cambios de Internet a partir de dos grandes áreas:

  • Estructural (nuevas instituciones, procesos e instancias)
  • Funcional (nuevas tecnologías, servicios y actores)

 

El futuro estructural de Internet está asociado a dos consideraciones principales: la geopolítica y la tecnología. Por un lado, las presiones geopolíticas de Estados Unidos y China intentan modelar a Internet de acuerdo a sus intereses y la conveniencia a su política interior y exterior, por lo que las instituciones internacionales de administración de Internet serán un campo de batalla por ejercer la influencia internacional. Este escenario podría implicar una mayor cooperación y diálogo internacional para la resolución de controversias o, en el peor de los casos, una ruptura que se caracterice por la creación de Internet regionales (y hasta nacionales), con una intercomunicación e interoperación mínima, lo que no sólo implicaría el fin de Internet como lo conocemos, sino el nacimiento de un sistema más riesgoso, peligroso e inestable, ya que la interdependencia actual es un factor de disuasión para no atacar tal subsistema tecnológico.

A su vez, los avances en tecnologías como las telecomunicaciones de quinta generación (conocida como 5G) van a conllevar cambios para Internet, no sólo por la creación de estándares y protocolos internacionales (mismos que serán objeto de pugna y competencia), sino porque el avance tecnológico actual desdibuja las fronteras entre la tecnología física y digital (tal como en la administración de redes y el uso de Inteligencia Artificial), lo que implicará la aparición (o fortalecimiento) de actores tecnológicos y una posible reingeniería institucional.

En lo que corresponde a la tecnología y los servicios, no hay que olvidar que Internet y sus manifestaciones futuras como el metaverso dependerán del funcionamiento y desarrollo de otras tecnologías, tal como blockchain, tecnología háptica[1], visores de realidad virtual, chips, modelos de inteligencia artificial, entre muchos otros; sin embargo, varias de estas tecnologías se encuentran presas de sanciones y limitaciones (usualmente impuestas por Estados Unidos y Occidente), por lo que de seguir así las tendencias, en el corto plazo es posible esperar una disminución productiva de países como China o Rusia; sin embargo, en el mediano plazo estos países generarán sus propias alternativas tecnológicas (con sus propios estándares y características), por lo que no sólo Internet puede perder sus características fundamentales de interoperatividad e interconexión, sino que también diversas tecnologías asociadas a tal subsistema tecnológico, a menos claro que se encuentre la forma de frenar esta ruptura en proceso o que las tecnologías orientales y occidentales encuentren nuevos marcos de cooperación y funcionamiento.

Asimismo, otro de los elementos a considerar en el funcionamiento del Internet del futuro es la cuestión ecológica y energética, ya que conforme Internet y sus tecnologías se extienden a más áreas de la existencia humana,  también lo hace el consumo energético, lo que ejercerá más presión en los mercados de energía, en donde (irónicamente) muchas de las soluciones que ofrecen las empresas, gobiernos y demás actores asociados es más tecnología; por lo que más allá de si estas soluciones funcionarán o no, esto implicará un reacomodo o reforzamiento de las capacidades de poder en el mercado energético, mismo que se encuentra en un proceso de transformación debido a las presiones desatadas en 2022.

En conclusión: es difícil imaginar el futuro de un subsistema tan amplio como Internet en apenas unas cuantas cuartillas, más aún si este cambio tiene tantas variables a considerar, por lo que este artículo es un pequeño esfuerzo en la titánica labor de dar respuestas a cómo la tecnología puede cambiar y de qué manera esto puede afectar a la sociedad, aunque algo es seguro e inamovible: el futuro de Internet depende del futuro de la humanidad, sus pueblos y poderes; por lo que es menester dejar de ver esta y cualquier otra tecnología como un asunto ajeno y alejado a la sociedad, cuando su devenir y consecuencias deberían ser parte del debate y la vida pública.


 

[1]Tecnología que puede crear una experiencia táctil a distancia gracias al uso de Internet