El espionaje estadounidense en México: ¿Una medida de seguridad nacional? ¿o una amenaza a la soberanía?

El espionaje en México ha sido una preocupación constante que se remonta al siglo XIX y que ha continuado a lo largo de la historia del país, pero es a partir de la Guerra Fría, cuando México comenzó a ser objeto de vigilancia y espionaje en un nivel nunca antes visto por parte de agencias de inteligencia extranjeras, especialmente de los Estados Unidos. El espionaje llevado a cabo ha sido particularmente acosador y amplio en su alcance, abarcando temas que van desde la economía y la seguridad nacional hasta la política exterior y el control político.

En ese sentido, fue durante la década de los sesenta que la ciudad de México se convirtió en un escenario de intriga y espionaje internacional digno de una película de James Bond. En aquella época, México fue testigo del desarrollo de operaciones de espionaje por parte de varias agencias extranjeras, y no sólo de EE.UU, sino también de la Unión Soviética y Cuba. Estos agentes estaban interesados en obtener información más detallada sobre México, así como en influir en la política interna del país. 

Sin embargo, el espionaje por parte de nuestros vecinos del norte, comenzó a tomar importancia cuando estuvo relacionado con el temor de los gobiernos estadounidenses de que en México surgiera una revolución socialista afín al estado soviético.

En particular, la administración del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson consideró a México como un "punto crítico" en la lucha contra el comunismo en América Latina y fue a partir de entonces que los Estados Unidos comenzaron a intensificar sus operaciones de inteligencia en México, utilizando diferentes medios para recolectar información sobre líderes políticos, activistas y organizaciones de izquierda.

La vigilancia y el espionaje se centraron en la actividad política y socialista en México. Se sabe que la CIA, el FBI y otras agencias de inteligencia de los Estados Unidos espiaron a grupos políticos y sindicales mexicanos, así como a periodistas y otros individuos considerados como posibles simpatizantes del comunismo.

Este espionaje se justificaba como una medida de seguridad nacional y se enfocaba en detectar posibles amenazas para los intereses estadounidenses en la región. No obstante, el espionaje tuvo efectos negativos en la relación bilateral entre ambos países y en la percepción que los mexicanos tenían sobre su vecino del norte.

Uno de los casos más conocidos de espionaje durante la Guerra Fría fue la Operación LITEMPO, que fue una operación encubierta de la CIA en México que duró desde finales de los años 50 hasta mediados de los años 60. La operación se centró en recopilar información sobre la actividad comunista y socialista en México y se utilizó para apoyar a gobiernos y grupos políticos que eran favorables a los intereses estadounidenses.

Según Jefferson Morley, un reconocido periodista y escritor norteamericano, llegó incluso a haber presidentes involucrados en la inteligencia estadounidense, el más famoso ahora es José López Portillo, el cual, según el neoyorquino, se llegó a reunir varias veces cara a cara con el que fue jefe de la estación de la CIA en México, Winston Scott, sin embargo también incluye a sus antecesores: Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.

Su influencia fue tal, que incluso se cree que la información dada por parte de esta agencia de inteligencia (CIA), al gobierno mexicano de Gustavo Díaz Ordaz, pudo haber motivado indirectamente la masacre del 02 de Octubre de 1968 en Tlatelolco, o al menos eso parecen indicar algunos documentos de la NSA que fueron desclasificados hace algunos años, y que involucran directamente a Winston Scott, el proyecto LITEMPO y los ex gobernantes mexicanos.

Jefferson Morley también ha señalado que la vigilancia y el espionaje en México han tenido un impacto negativo en la democracia y la libertad de expresión en el país. En un artículo publicado en el sitio web de noticias The Intercept en 2017, Morley argumentó que el espionaje estadounidense en México ha sido utilizado para "socavar la democracia" y "perpetuar el poder de élites autoritarias" en el país. 

Recientemente, el presidente de México, ha denunciado públicamente que el Pentágono está espiando al gobierno mexicano, concretamente a la Secretaría de la Defensa Nacional y a la Secretaría de Marina, y que ha estado filtrando información a medios estadounidenses y a sectores conservadores de nuestro país. Estas acusaciones coinciden con las investigaciones de Morley, quien lleva años investigando sobre el espionaje estadounidense en México.

Esto se da después de que The Washington Post, publicara un artículo sobre presuntas tensiones entre el ejército y la marina, citando un reporte militar estadounidense que obtuvo sus datos de una filtración de los registros castrenses, por ello que AMLO responsabilizara directamente al pentágono de la filtración de esa información a la prensa. 

Por este motivo también es que el mandatario calificó esta intromisión como "injerencista" y ha anunciado la clasificación de la información de las fuerzas armadas para proteger la seguridad nacional. La denuncia del presidente ha generado, hasta cierto punto, tensiones en la relación bilateral entre México y Estados Unidos y ha vuelto a poner sobre la mesa el tema del espionaje en nuestro país ya que pone de manifiesto cómo la información recolectada por agencias de inteligencia puede ser utilizada para influir en la opinión pública y en la política interna de un país.

La denuncia de AMLO también destaca la importancia de la protección de la seguridad nacional y la necesidad de clasificar la información que podría ser sensible para evitar futuras filtraciones y posibles interferencias en asuntos internos del país, ya que, a pesar de que la relación con los EE.UU ha mejorado en muchos sentidos, aún hay muchos temas que no terminan de sanar.

Es importante tener en cuenta que esta acusación surge después de una filtración de origen desconocido que ha causado revuelo en el gobierno norteamericano, ya que demuestra que Estados Unidos ha estado espiando al gobierno de Ucrania y a sus aliados de la OTAN. En este contexto, no debería sorprendernos que también nos estén espiando a nosotros en plena época electoral, sobre todo considerando que una buena parte de los políticos estadounidenses, busca que México sea el chivo expiatorio de sus propios problemas y es que, a pesar de que la guerra fría quedó en el pasado, el espionaje intervencionista nunca se fue.