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  • 17 Apr 2023
  • 18:04
  • SPR Informa 6 min

¿El arte es ideológico?

¿El arte es ideológico?

Por Ana María Aparicio

A veces se tiende a pensar que el arte y la política no tienen nada que ver o que están en esferas completamente ajenas y hasta antagónicas. O por el contrario, desdeñar desde el prejuicio sin llegar a su apreciación, de ciertas obras artísticas cargadas de evidente ideología, que desde la percepción del juicioso, rechaza por no ser afín a la que profesa.

Recordemos a Aristóteles diciéndonos que “el hombre es un animal político por naturaleza”. E indagando un poco, descubrimos al arte como una manifestación humana que plasma el sentido y la esencia de su misma especie, en la que se considera al humano como un ser social naturalmente, un ser que se hace y se reafirma a través del otro y del colectivo. El humano es pues, fruto de la sociedad a la que pertenece. Toda problemática individual tiene una dimensión social que corresponde a un contexto determinado, poniendo de manifiesto una naturaleza política esencial que es inherente a la creación artística.

Pareciere que lo que a algunos les ha incomodado, quizás desde la caída de la URSS hasta nuestros días, es hablar de ideologías en el arte. Y entonces me vienen a la mente las discusiones sobre autores abiertamente con discursos ideológicos de izquierda, como lo fue por ejemplo Bertolt Brecht, del que se ha discutido si su obra es ‘arte ideológico’[i]. De modo que, resulta preciso hablar aquí sobre qué se entiende por ideología y si el arte puede, o no, aislarse de ella.  

Cuando hablamos de ideología nos referimos a un conjunto de ideas que hemos arraigado y que sustentan la forma con la que miramos el mundo. La Real Academia Española, define ideología como: “Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.” Y desde la filosofía: “Doctrina que, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo por objeto el estudio de las ideas.”[ii]

De modo que absolutamente todos los seres humanos nos hemos formado a lo largo de nuestras vidas, consciente o inconscientemente, con una serie de ideas que sustentan una visión de mundo y por las que somos a fines a ciertos discursos y a determinadas conductas. Por consiguiente, el artista no está exento de dicho condicionamiento ideológico y que resulta además ser el motor que da enfoque y por el que se tiende a construir ciertos discursos que la obra va a expresar, revelándose inevitablemente la ideología propia del artista. Con ello no deberíamos confundir o reducir el concepto de ideología a uno meramente panfletario, aleccionador o propagandístico, como en ocasiones se ha tendido a juzgar y por el que, no podemos negar, mucho llamado arte ha transitado. Pero cabe enfatizar que en ese tránsito, para nada es el caso del muy incisivo y respetado Brecht. Para la creación artística, que se precia de ser un despliegue de creatividad, resulta injusto reducirla a un juicio meramente ideológico o como algunos llegaron a llamar “ideologisista” a expresiones que tenían una finalidad política – propagandística.

“Quien reduce lo artístico a lo ideológico, pierde de vista su dimensión esencial, creadora; quien ve sólo en él una forma de reflejo de la realidad, olvida aún más este plano fundamental, es decir, olvida que el producto artístico es una nueva realidad que testimonia, ante todo, la presencia del hombre como ser creador.”[iii]

Recordemos los escritos del maestro Adolfo Sánchez Vázquez en los que habla de una estética marxista que ha insistido vigorosamente en la naturaleza ideológica de la creación artística, que se halla vinculada a determinados intereses de clase, sociales. Siempre ha existido el arte que a través de su ideología naturaliza las desigualdades sociales y por la que, en este sistema neoliberal, se reproducen los discursos patriarcales de la clase dominante. Sin embargo, estas ideas de estética marxista afirman también que el arte tiene que trascender a su propia ideología: 

“Desde un punto de vista verdaderamente estético, la obra de arte no vive de la ideología que la inspira ni de su condición de reflejo de la realidad. La obra de arte rebasa el humus histórico-social que la vio nacer. El arte muestra una vocación de universalidad. Así como el arte griego sobrevive hoy a la ideología esclavista de su tiempo, el arte de nuestro tiempo sobrevivirá también a su ideología.”[iv] 

Sin embargo, resulta pertinente para el artista distinguir las posturas ideológicas que se contienen, así como con las que se comulgan, en coherencia con lo que -voluntaria o involuntariamente- se plasma en las creaciones.

Y también como personas consumidoras de arte, público de espectáculos, audiencia de contenido televisivo o de cualquier tipo de productos masificados, conviene a todos, cuestionarse cuáles son los discursos ideológicos que se absorben y con los que se está siendo educado. Porque téngase presente que siempre, a través del arte se está haciendo política, desde la más pura y digna expresión que nos compone, que nos compete.

 

 


 

[i] Peter Stein, André Steiger, Judith Malina, Stéphane Braunschweig, Michel Deutsch, Matthias Laughoff, Georges Banu, Denis Génoun; Con Brecht, Ed. unam-inba.

 

[ii] RAE, www.rae.es

 

[iii] Adolfo Sánchez Vázquez, Las ideas estéticas de Marx, ed. Era, pp. 26-48

 

[iv] Ídem