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  • 23 Jan 2024
  • 19:01
  • SPR Informa 6 min

De la educación a la usura

De la educación a la usura

Por Ricardo Balderas

“La educación es un derecho humano fundamental que permite sacar a los hombres y las mujeres de la pobreza, superar las desigualdades y garantizar un desarrollo sostenible”, Diálogos UNESCO (2024). 

Ha transcurrido más de media década desde que Ivonne comenzó su carrera por acercarse al oficio más bello del mundo, sin resultados, sin título y expuesta. Karen debe 9 mil pesos (pero pagó casi 90 mil) a la institución que intentó hacerla firmar un contrato de préstamo por esos 9 mil pesos, pero dejando a custodia una propiedad. Karen no tiene más familia o personas que puedan fungir como aval por lo que la opción era inviable.

El año que murió su madre marcó su vida. No sólo por la tragedia de la orfandad sino por una experiencia por la que nadie debería pasar. Lo recuerda perfectamente, diciembre de 2016 dice reiteradamente. En esas fechas, Ivonne, madre, estudiante, ama de casa, trabajadora y muchas veces cuidadora, intentaba lo que muchas las personas de su edad intentan pero en condiciones menos favorables.

            Ivonne cursaba estudios de maestría en el extinto programa de Periodismo del Centro de Investigaciones y  Docencia Económica (CIDE). Su pretensión era esa, la de adquirir conocimientos y experiencia en el “mejor oficio del mundo”, sin saber, que casi seis años después, su esfuerzo no sería correspondido por la institución, menos, mucho menos por quienes operaban el recinto educativo. 

            La premisa no es menor. El CIDE de López Ayllón dio la espalda a la única mujer que pasaba por un caso de maternidad de toda su generación. El mismo año que esa misma mujer quedó desempleada para poderse dedicar al cien por ciento a sus estudios, el mismo año que falleció su madre y que gran parte de los cuidados de su hogar recayeron en ella. Y a pesar de los múltiples intentos por llegar a un acuerdo, su caso fue escuchado por el titular Sergio López-Ayllón, sin resultados. Por su parte, la entonces directora del programa de Periodismo María Grisel Salazar Rebolledo, simplemente jamás se acercó.

            La estudiante cuenta que cuando conoció a Grisel fue citada en un café de la colonia Coyoacán, a pocos metros del parque Viveros, ahí hablaron de la posibilidad de que Salazar fungiera como asesora de tesis ya que Ivonne estaba interesada en los procesos mediáticos y Salazar resultaba ser parte integral de un programa originalmente dirigido por el periodista Carlos Bravo. Es decir, que trabajaba para él. No por sus méritos en medios de comunicación, dado que es posible corroborar que anteriormente a ese cargo, Salazar jamás piso un medio de comunicación en su vida. 

            A pesar de ello, los cambios en la institución comenzaron casi a la par de las elecciones. Y así sucedió que Bravo dejó el CIDE dejando en su lugar a Grisel. Además se atrajo a otra persona de nombre Brenda Valdez. Esa primer sucesión ocurrió previamente a la llegada del obradorismo al Ejecutivo.

“En ese semestre hubo más movimientos Ricardo Raphael se fue al Centro Cultural Tlatelolco y la coordinación la ocupó Carlos Bravo, el puesto de Bravo lo ocupó Grisel.”, explica la estudiante y agrega “Sobre la tesis de doctorado de Grisel, ella estudió la licenciatura en el Colmex y el doctorado en el CIDE. De hecho en su tesis hay un agradecimiento a un profesor que en el primer semestre de 2017 fue acusado de acoso y renunció antes de que lo destituyeran”.

            El origen del problema, según relata la afectada, aparece desde la configuración. Es decir, la promoción de un proyecto lejano de la realidad de los y las periodistas del país. Ivonne se refiere al Padrón de Excelencia del Consejo Nacional de Humanidades Ciencias y Tecnología, en el cual, el programa de la maestria en periodismo del CIDE fue adherido como un posgrado profesionalizante y no de tiempo completo, dicho lo cual, impedía a las personas estudiantes ser acreedoras de una beca por manutención para un programa académico que exigía presencialidad y constancia. En pocas palabras, de origen, se pensó en un proyecto educativo para quienes pueden darse el lujo de no pagar renta, de no tener personas dependientes.

“Lo digo claramente. El CIDE, para mi, sí fue un proyecto de excelencia, sí fue un proyecto de disciplina y aprendí mucho. Pero también fue un proyecto elitista al que accedían con mayor facilidad personas que podían darse el lujo de pagar altas cuotas. Las becas existían sí, pero no servían para periodistas precarizados que freelancean para medio sobrevivir o quienes de la noche a la mañana enfrentamos otro tipo de responsabilidades, como mi caso”.     

La humillación y la usura

Grisel Salazar no sólo no quiso apoyar a su colaboradora o estudiante (como sea que quieran llamarle). También ejerció censura en su contra, según comenta Ivonne, parecía que lo hizo para intentar preservar su puesto. Y no fue la única, lo hicieron en lo público y en lo privado.

            “Yo fui a las marchas, yo apoyé y defendí al CIDE”, dice decepcionada. Aquella tarde, Ivonne se ocupaba de sus labores de maternidad cuando recibió un mensaje de Salazar solicitado que retire un mensaje de texto publicado en la red social Twitter (ahora X). El mensaje hacia referencia a una crítica que Ivonne realizó a un periodista de nombre, Luis Guillermo Hernández, donde hacía alusión a los conflictos en dicho centro universitario. Ivonne quiso refutar pero fue sancionada por su superior y terminó por borrar aquel mensaje. 

            “Fue humillante, y se lo hice saber, jamás había recibido una solicitud para no decir algo. Estaba verdaderamente sorprendida y decepcionada, por lo que acepté y borré mi mensaje. Era normal que en ese momento todos nos monitoreábamos, Grisel a los periodistas, particularmente a los que cuestionaban el programa, por ejemplo”.

            Cuando consultamos a la exfuncionaria pidiendo una entrevista respecto a la solicitud en cuestión sólo respondió: “No he censurado a ningún colaborador ni a ninguna persona que tuviera algo que ver con el extinto programa de Periodismo CIDE. La persona involucrada en la conversación no trabajó en ningún momento para el CIDE. Y mi relación laboral con el programa finalizó a petición del director Romero” (sic).

            Sin embargo, Ivonne comenta: “El CIDE tenía y tiene mi grado. No puede negar que existe una relación de poder entre nosotras”. En otro intento por inhibir el diálogo, inmediatamente después de la solicitud de entrevista que se realizó de manera formal, Grisel Salazar se comunicó con la estudiante en cuestión, con el objetivo de cuestionar su charla con un periodista argumentando que su conversación “privada” sería utilizada en una pieza periodística.

“Grisel sabía que yo estaba pasando por una situación económica muy precaria. Lo sabía porque en segundo semestre estuve vendiendo bisutería entre mis compañeras (y entre quien se dejara) porque en serio había días que no tenía ni para comer. Ella sabía que estaba sin trabajo y sin dinero, incluso me compró un par de pulseras.”

            Otro ejemplo de violencia por la que pasó la madre que quería ser periodista, es el ocurrido de manera pública con José Merino, otro docente del CIDE, quien dejó la educación para trabajar en el gobierno. Vía redes sociales ambos se confrontaron en una discusión donde Merino aseguró que la situación de la estudiante era “Auto-sabotaje” y que a su administración sólo le faltó “arrullarla por las noches”, mensaje que posteriormente fue borrado.

– Mi mamá se acababa de morir y, Gabriela Warketin, me pidió repitiera un ensayo. Acababa de morirse mi mamá, yo no tenía cabeza para nada más y aún así con el duelo fresco me tuve que sentar y hacer un ensayo para "mejorar mi calificación". De esto me quejé con Bravo porque nunca recibí retroalimentación de Warketin durante el curso sobre mis trabajos escritos…

La clausura, cierre y despedida...

Ha transcurrido más de media década desde que Ivonne comenzó su carrera por acercarse al oficio más bello del mundo, sin resultados, sin título y expuesta. Ivonne debe 9 mil pesos (pero pagó casi 90 mil) a la institución que intentó hacerla firmar un contrato de préstamo por esos 9 mil pesos, pero dejando a custodia una propiedad. Ivonne no tiene más familia o personas que puedan fungir como aval por lo que la opción era inviable. 

            Así concluyó la historia de la mujer que quiso ser periodista en un mundo donde las oportunidades no son las mismas. A pesar de tener un sistema de becas vigentes, a pesar de que la educación es considerada un derecho humano, a pesar de los múltiples discursos sobre igualdad de género y de la infinidad de supuestos apoyos que realizó la administración. Todo termina en una maquinaria que rompe sueños y cobija la usura. Porque para muchas personas, los pesos valen más que los sueños. Esto no ocurrió en un banco, ocurrió en la que pretendía ser una de las mejores universidades de México. 

            Ya con Romero Tellaeche como director, el 13 de mayo, María Grisel Salazar Rebolledo fue destituida como coordinadora académica de la Maestría en Periodismo sobre Políticas Públicas del CIDE argumentando falta de confianza, en su lugar, ocupó el cargo Ruth Alejandra Dávila Figueroa. Y en agosto de 2022 la noticia por clausura del que pretendía ser el epicentro de una nueva generación de Periodistas especializados, emanada del CIDE, sacudió a la comunidad universitaria que lo conformó y la de algunos, quizás muy pocos, periodistas.

            A pesar de los señalamientos, la ruptura al diálogo, la desaparición de los proyectos, el dinero que hace falta y los meses de guerra discursiva, nada cambió. A Salazar recientemente se le vio posando con un premio en el Congreso de la Unión y quedó resguardada en las aulas de una universidad privada; Romero terminará gestión y hay alumnado que sigue sin comprender lo profundo del conflicto, no por falta de capacidad, sino por falta de transparencia.

            Al intentar charlar con Ruth Dávila sobre el acoso de estudiantes, comentó que prefiere no hacerlo, pues desde su llegada, múltiples cuentas en redes sociales la han agredido en todos los sentidos. “La verdad preferiría no hablar de eso por miedo. Yo jamás he nombrado personalmente a nadie en entrevistas o con algún medio de comunicación, siempre he sido respetuosa y amable. Al contrario, sobre mi persona recibo cientos de mensajes de anónimos y otros desprestigiando mi trabajo”, explica la académica. 

            Del fracaso dicho programa tengo muchas conclusiones. Todas ellas ahora quizás estériles y tardías. Me declaro entonces en exilio de pasiones ajenas que sostengan la necesidad de defender algo en lo que no creo, rechazo rotundamente a la religiosidad con la que esparcen absolutismos como #YoDefiendoAlCIDE y otras tantas pifias que sólo revelan interés por el capital político y no en justicia, transparencia o educación. Por benedictas o apócrifas que sean. La mía, es decir mi pasión, es el periodismo.      

            Lo único irrefutable, para mí, es que todas las partes tienen eso, su parte. Alejándose pro-activamente de la posibilidad al diálogo. Y esto no era un pastel (aunque así lo gestionaron), es una institución académica. Y si ocurre así en los recintos de la crítica y el pensamiento qué esperamos de lugares con menos herramientas. La plaza pública sigue y seguirá siendo, el último de los acuerdos.