Mientras la Copa del Mundo de Qatar se acerca a su fase final, en espera de que ocurra un encuentro memorable de futbol en el césped que coloque al de 2022 entre los mejores mundiales de la historia, en las calles de Doha, capital de Qatar, ya se vive un choque cultural que ha superado lo vivido hasta ahora en los estadios. El encontronazo entre el mundo árabe y el mundo occidental es protagonizado por Ivana Knoll, una modelo croata de 30 años, que ha desafiado con sus atuendos y sesiones fotográficas el estricto código de vestimenta qatarí.
Con 1.7 millones de seguidores en su cuenta de Instagram, Knoll se ha convertido en “la novia del mundial” y tendencia en todas las redes sociales, en donde aparecen su fotografías, videos y entrevistas con vestidos escotados y trajes de baño con el típico ajedrez rojo y blanco de Croacia, lo mismo en el estadio Al- Bayat, que en las playas del Golfo Pérsico.
Occidente ha respondido al fenómeno de Ivana con el mismo entusiasmo con el que ha recibido a todas las “novias del mundial”, desde la Chiquiti Bum en México 86, hasta Larissa Riquelme en Sudáfrica 2010, Axelle Despiegelaere en Brasil 2014 o Anastasia Kvitko y Natalya Nemchinova en Rusia 2018, con el entusiasmo de la sexualización y la cosificación de la mujer en el futbol, fenómeno multiplicado por las redes sociales.
Sin embargo, la respuesta del mundo árabe no es tan entusiasta, aunque en la superficie parece que Qatar asimila y hasta acepta que una mujer empresaria rompa con el código de vestimenta y desafíe las tradiciones para hacer publicidad, basta realizar un barrido en los comentarios hechos en sus fotografías de Instagram para detectar la indignación provocada por lo que algunos locales consideran una ofensa a sus costumbres.
Comentarios amenazantes, discriminatorios y misóginos escritos en árabe, escondidos entre cientos de insinuaciones sexuales, cumplidos, invitaciones a viajar y felicitaciones al trabajo de Ivana publicados en los comentarios de sus fotografías y videos.
Otro choque cultural ocurre en las fotografías virales de Ivana Knoll, en las que se le ve bajando por las gradas de los estadios en Doha mientras hombres árabes la miran e incluso le toman fotografías. Occidente ha interpretado estas imágenes como un fenómeno de apertura, en el que incluso los hombres locales admiran la belleza de la modelo, sin embargo, el mundo árabe tiene otra interpretación, como explicó el empresario Mohammed Hassan Al-Jefairi en un testimonio reproducido en medios internacionales: “no toman la foto porque ella les guste, sino porque no les gusta la forma en la que va vestida, de forma inadecuada para nuestra cultura. Lo podéis confirmar con cualquier qatarí. Es para denunciarla".
Al capitalismo representado por la FIFA y las televisoras, el choque cultural, la seguridad de Ivana o la equidad de género y los derechos de las mujeres en Qatar no les interesa, su negocio busca que durante las horas que transcurre entre un partido de futbol y otro se hable de #Qatar2022, y ese alcance se lo ha dado Ivana Knoll.
El Mundial concluye el próximo 18 de diciembre al medio día. Después del pitido final, la FIFA, Gianni Infantino y las televisoras del mundo estarán pensando en 2026, en espera de que surja o produzcan a la nueva “novia del mundial”, dejarán Qatar indiferentes, como han dejado indiferentes de la crisis y la deuda económica a Brasil y a Sudáfrica; Qatar podrá sufrir menos el impacto económico de organizar una Copa del Mundo, pero las posibles consecuencias del choque cultural que ha vivido por organizar el mundial serán, para los dueños del futbol, otro puñado de arena del desierto que habrán de sacudir de sus maletines.