La minería en aguas profundas representa una amenaza para las especies endémicas en peligro de extinción como las ballenas azules, dicha práctica comenzará a realizarse en julio en el Océano Pacífico, entre México y Hawái.
Un reporte que evalúa la coincidencia entre el hábitat de cetáceos, como ballenas y delfines, y los sitios considerables para la minería en aguas profundas realizada por expertos de la Universidad de Exeter de Reino Unido y Greenpeace, determinó que se necesita una investigación urgente para evidenciar las amenazas a estos mamíferos por la contaminación acústica que representa dicha práctica.
Por su parte, la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) llevará a cabo en julio un foro para determinar las consecuencias de la minería en aguas profundas en la región, su última reunión se llevo a cabo en noviembre de 2022 donde Nueva Zelanda, Francia y Chile se opusieron a permitir que esta práctica se lleve a cabo.
Greenpeace declaró que no se ha dado la autorización a ninguna empresa para explotar comercialmente las aguas internacionales, sin embargo, la presión comercial lleva meses intentando forzar a los organismos internacionales en la materia a aprobar sus solicitudes.
En la zona de Clarion-Clipperton, entre México y Hawái, ya existen al menos 17 contratos de exploración minera, región que alberga a 25 especies de cetáceos. Una de las empresas que obtuvo permiso de la ISA para explorar la región fue compañía minera The Metals Company, subsidiaria de Nauru Ocean Resources Incorporated, si bien, el permiso es para explorar, activistas en la materia señalan que esto es un hincapié para permitir en unos meses la explotación.
La industria minera lleva más de 50 años insistiendo por ponerse en marcha por lo que la ISA lleva desde 2014 elaborando una normativa que controle el proceso de selección para la concesión de permisos en virtud del Derecho del Mar, legislación que se espera este lista para su reunión en julio, sin embargo, no existe un consenso entre los 168 estados miembro sobre la legislación, por lo que existe incertidumbre al respecto.
Como ya lo mencionamos, existen alrededor de 25 especies de cetáceos en la región de Clarion-Clipperton incluidas ballenas azules que se encuentran en peligro de extinción, las cuales se verían afectadas por el ruido en una gama de frecuencias que podría viajar a cientos de kilómetros de la zona de explotación, afectando no solo a las especies cercanas.
Estudios previos ya han revelado que este tipo de ruidos representan un impacto negativo en las ballenas, sin embargo, al ser un impacto difícil de contabilizar este tiende a ser desapercibido.
Ann Vanreusel, bióloga marina de la Universidad de Gante en Bélgica, mencionó en un reporte publicado por National Geographic que la minería debe llevarse a cabo sin representar una pérdida de biodiversidad ni alterar el ecosistema marino, manifestando su preocupación de que se dejen de lado este tipo de cuestiones.
La minería de aguas profundas es un proceso por el cual se busca extraer minerales, es una actividad relativamente nueva que busca explotar los yacimientos de minería oceánica que suelen estar cerca de áreas de fuentes hidrotermales, ricas en minerales como la plata, oro, cobre, manganeso, cobalto y zinc.
La minería se lleva a cabo con el apoyo de bombas hidráulicas que llevan el material extraído a la superficie para ser trasladado o procesado en barcos de extracción como el de la siguiente imagen.
Las operaciones mineras se realizan entre 4 mil 500 y 12 mil pies de profundidad alrededor de zonas con nódulos metálicos, como el caso de la región entre México y Hawái, o en zonas con altos niveles de actividad gerotérmica, debido a que estos respiraderos tienden a crear depósitos de metales valiosos, se estima que estas concentraciones de recursos son hasta diez veces mayores que las que se pueden encontrar en yacimientos terrestres.
La minería marina comenzó a finales de los 60 cuando surgió la especulación de que en el mar existen suministros ilimitados de cobalto, níquel y otros materiales, por lo que países como Francia, Estados Unidos y Alemania comenzaron a realizar investigaciones en las profundidades del mar, se estima que el Gobierno estadounidense destinó 650 millones de dólares entre 1960 y 1982 para estos estudios.
Dentro de los principales retos que enfrentó este tipo de minería fue crear un mapa del fondo del océano, ya que realizar una exploración con la maquinaria de extracción es imposible tener visibilidad de la zona por al ambiente turbio que se genera.