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  • 17 Jun 2024
  • 18:06
  • SPR Informa 6 min

La depresión y su propósito evolutivo

La depresión y su propósito evolutivo

Por Erick Calderón .

La depresión es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo que merma significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Sin embargo, quizá lo que pocos saben es que la depresión podría tener raíces evolutivas que explican por qué persiste en tantas personas en la actualidad, a pesar de su evidente impacto negativo de quien la sufre.

Para entender esto es necesario partir de la idea de que no todas las características de nuestra biología tienen un propósito evolutivo claro o mejoran nuestras probabilidades de supervivencia directamente. Algunos rasgos son simplemente subproductos de otros propósitos evolutivos que, al no afectar gravemente la calidad de vida, han perdurado en el tiempo. Un ejemplo de esto es el apéndice. Aunque hoy en día se considera mayormente un órgano vestigial sin una función clara, el apéndice podría haber tenido un papel en el sistema digestivo de nuestros ancestros, ayudando a digerir una dieta rica en celulosa. Al no ser perjudicial para la supervivencia moderna, el apéndice ha persistido en la anatomía humana a pesar de su función limitada o nula en la actualidad.

En este contexto, La depresión podría ser otro de estos rasgos: un fallo del sistema que es demasiado costoso erradicar desde el punto de vista evolutivo, dada las características que presenta y también considerando la complejidad de nuestro cerebro. Sin embargo, algunos psicólogos consideran que la depresión sí puede tener un propósito evolutivo, lo que explicaría su prevalencia. 

Lo cierto es que en esto no hay consenso y  las hipótesis sobre la función evolutiva de la depresión son numerosas y diversas y no necesariamente mutuamente excluyentes:

Una de las más populares es la hipótesis del pensamiento analítico, descrita en un estudio de 2009 por Paul Andrews y J. Anderson Thomson. Andrews observó que los síntomas físicos y mentales de la depresión, como la falta de placer o interés en la mayoría de las actividades, predisponían al pensamiento analítico y a la obsesión por la fuente del sufrimiento interior. Además, se notó un aumento del sueño, una fase en la que el cerebro consolida los recuerdos. Esto quizá tendría como propósito, según Andrews, alejarnos de las actividades normales para centrarnos en comprender o resolver el problema subyacente que desencadenó el episodio depresivo en primer lugar.

Esto afirmación casi teleológica la sostiene el propio Andrews pues en el estudio de 61 sujetos deprimidos, 4 de cada 5 informaron que su depresión tenía al menos un aspecto positivo pues los forzaba a la reflexión, la autoevaluación, la resolución de problemas y la prevención de errores futuros.

Otra teoría sugiere que la depresión podría haber funcionado como un regulador del comportamiento dentro de grupos sociales, reduciendo actividades competitivas y agresivas, lo que facilitaba la cohesión grupal y por lo tanto, las posibilidades de éxito y avance de las sociedades.

Del mismo modo los síntomas depresivos podrían haber servido como señales para solicitar ayuda y apoyo del grupo social. Esta perspectiva se alinea con la observación de que las personas deprimidas a menudo buscan y reciben más atención y cuidado de sus allegados, reforzando así una idea similar al de la cohesión grupal humana.

No obstante, otros piensan que esto era un mecanismo que salía a flote en épocas de escasez de recursos, donde la depresión podría haber ayudado a conservar energía y evitar la explotación excesiva de los recursos disponibles, favoreciendo la supervivencia.

Otra perspectiva intrigante es la idea del comportamiento suicida como un comportamiento estratégico. Edward Hagen, antropólogo de la Universidad Estatal de Washington, sugiere que el suicidio podría tener una base evolutiva. Existen dos modelos principales: el primero, basado en la idea del gen egoísta de Richard Dawkins, sugiere que el sacrificio de uno mismo puede tener sentido biológico si beneficia a parientes cercanos con fragmentos de nuestro ADN. El segundo modelo, la teoría del hándicap, propone que intentos de suicidio fallidos podrían servir como una señal extrema para solicitar ayuda de manera desesperada.

Hagen y sus colegas analizaron 474 registros etnográficos de 53 culturas, encontrando que en muchas culturas, el suicidio se percibe como una carga para los demás, especialmente si la víctima tiene un bajo potencial reproductivo. Tres observaciones clave surgieron: las víctimas a menudo habían sufrido un evento amenazante, eran personalmente impotentes y estaban en conflicto con quienes les rodeaban, buscando una herramienta de negociación extrema para recibir ayuda.

Estas hipótesis contrastan fuertemente con las teorías que sugieren que la depresión es un proceso desadaptativo ya que no logran explicar la persistente prevalencia de la tendencia a reproducir genes relacionados con el comportamiento depresivo en las poblaciones humanas.

Estas ideas han sido promovidas principalmente por teorías conductistas y algunos enfoques del modelo psiquiátrico tradicional, que asocian la depresión con un mal funcionamiento del cerebro y su relación con el entorno. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la depresión está vinculada al sistema inmunológico y que, por el contrario a lo que se piensa, pueden o han desempeñado históricamente funciones adaptativas.

Por ejemplo, PATHOS-D, una teoría desarrollada por Raison CL Miller, sugiere que la depresión fue un componente ancestral del sistema de defensa del huésped ante los patógenos en las condiciones ambientales que prevalecieron en etapas evolutivas previas. Este enfoque subraya cómo la depresión podría haber ayudado a proteger a nuestros antepasados de infecciones y enfermedades, permitiéndoles concentrarse en la conservación de energía y el descanso para combatir estos desafíos. De esta manera, en lugar de ser un mal funcionamiento, la depresión podría haber servido como un mecanismo protector para enfrentar y superar desafíos ambientales y de salud.

Analizar estos estudios se vuelve crucial para también reflexionar sobre la valoración social que tenemos de la depresión, por decirlo de algún modo. Donde quizá, la idea de tratar masivamente a pacientes con antidepresivos puede ser fuertemente cuestionada, puesto que estas ideas nos invitan a analizar las circunstancias vitales de las personas en un sentido más amplio, ya que en muchos casos, mejorar el estado de ánimo del paciente podría evitar que se resuelva el conflicto subyacente que desencadenó la depresión, si, por ejemplo, la teoría que vincula al pensamiento analítico con crisis depresivas es correcta.

De igual manera, si la depresión evolucionó como una herramienta útil a lo largo de los siglos, no necesariamente es útil en el contexto moderno. Así como hemos evolucionado para desear el azúcar y la grasa, adaptaciones que hoy contribuyen a la epidemia de obesidad, la depresión también puede ser menos relevante y más problemática en nuestro entorno actual, ya que vivimos más aislados y nos movemos de una ciudad a otra, interactuando con personas menos comprometidas con nuestra capacidad reproductiva o con personas que no están relacionada con que nuestros genes perduren, como por ejemplo, nuestros familiares directos. Por lo tanto, las señales depresivas pueden pasar desapercibidas, resultar ineficaces, y hacer que los síntomas tiendan a complicarse, lo que podría explicar el aumento de suicidios en algunos contextos culturales.

Así mismo, es fundamental incorporar el apoyo social y comunitario en el tratamiento, reconociendo el papel del entorno en la salud mental.

También, ¿no será que fomentar la comprensión pública sobre la depresión desde una perspectiva evolutiva puede reducir el estigma y promover estrategias de afrontamiento saludables y creativas?

Sin duda nos enfrenamos a una condición multifacética que requiere un enfoque igualmente complejo, tanto para su comprensión y tratamiento, por lo que nunca está de más, una revaloración a fondo de la realidad en la que vivimos.

 

https://studylib.es/doc/7050833/la-depresi%C3%B3n-desde-un-punto-de-vista-evolutivo

The bright side of being blue: depression as an adaptation for analyzing complex problems - PubMed (nih.gov)