Una tertulia, la geopolítica actual, el arte y el diseño ¿Qué puede resultar de una charla así? Un sumergimiento en el pasado, en este caso particular, para desentrañar la época de las vanguardias, como referencia ante una tectónica global que avisa su pronta ruptura. Y es que, cuando los entornos sociales y políticos se enfrentan a rupturas y choques, las expresiones artísticas y las técnicas productivas se someten a transformaciones; otras veces ocurre en sentido inverso, pero siempre sobre esa misma dirección.
Hablar de vanguardia es referirse, en lo tocante a las manifestaciones artísticas, científicas y técnicas, a una avanzada ideológica y práctica, un cambio contundente de paradigma que sugiere una nueva manera de concebir el mundo y la interacción humana con él.
La transición del Siglo XIX al XX significó un importante cambio en la dinámica humana, tanto en términos políticos, como económicos, impulsada sobre todo por el auge de la Revolución Industrial, así como la expansión de la onda anti colonialista que poco a poco fue también derrumbando los imperios supervivientes a la época, cobrando relevancia dos grandes sectores sociales frente a las clases dominantes; la burguesía y el proletariado.
Mientras las naciones industrializadas comenzaban a virar hacia la instauración del estado burgués, en Rusia se avecinaba una revolución social cimentada en los ideales del comunismo, el cual llevaría al derrocamiento del Zar Nicolás II en 1917, tras el levantamiento bolchevique.
Pocos años atrás, en 1913, en la era de los manifiestos, como lo fuese el propio Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels (1848), Mijaíl Lariónov expone, junto a Natalia Goncharova, su manifiesto para las artes; el Manifiesto del Rayonismo, el cual habría de ubicar a la luz como cuarta dimensión sobre el cuadro. Esta nueva expresión, inspirada en el cubismo, procuró captar los efectos de la luz sobre los retratos del paisaje, los objetos o las personas, persiguiendo un enfoque alineado al anti clasicismo, lo cual, bien podría significar una manifestación artística contestataria a los cánones estéticos de la época.
Ya para 1915 surgió otro manifiesto, el Manifiesto del Suprematismo, enarbolado por Kasimir Malevich. Esta corriente sostenía la supremacía de la sensibilidad en el arte, y aporta los fundamentos para la teorización del abstractismo basado en la idea de la libertad sensorial, donde la substancia absoluta se hace sinónimo del espíritu puro. En esta manifestación predominan las figuras del rectángulo, el círculo, la cruz y el triángulo, además de caracterizarse por un minimalismo pictórico donde se prescinde de los colores para expresarse sobre blanco y negro, mientras se propone en el arte un mundo sin objeto.
También para 1915 se manifestarán el No Objetivismo, con Alexander Rodchenco, y con mucha fuerza, el Constructivismo, representado sobre todo por Vladimir Tatlin, proponiendo un constructivismo de realidades desde cero, por fuera del objeto, es decir, que el objeto deja de ser el centro de la narrativa. Con ello, también se hace una proclamación de la muerte del arte, como manifestación clasista, para dar paso al nacimiento del productivismo, es decir, el arte al servicio de la producción. En esta corriente se vuelve preponderante el uso de contrarrelieves. Destacan entre las propuestas del constructivismo el Monumento a la Tercera Internacional, misma que, si bien se quedó en proyecto, sugería una osada conjunción de las figuras del cubo, la pirámide y el cilindro para representar y cobijar al poder legislativo, el poder ejecutivo y el ministerio de propaganda, respectivamente. La concepción dinámica de dicha torre significaría un homenaje a la Revolución Rusa, que transitaba ya de la lucha de clases a una construcción de identidad.
Es en 1920 cuando las expresiones de la vanguardia rusa cobran forma institucional a través de la Vchtumas, llamada posteriormente Vchutein, que constituyó los “Talleres Estatales de Enseñanza Superior del Arte y la Técnica”. Esta escuela encuentra sus orígenes en el Programa de Arte del Departamento de Arte (IZO), que dependía del Comisariado para la Instrucción del Pueblo. La Vchtumas recoge el espíritu de la Revolución de 1917 y se levanta sobre los cimientos de ese romanticismo revolucionario que ha de poner a las masas como centro gravitacional del nuevo estado socialista.
En la Vchtumas prevalecería una visión nacionalista, siendo el artesano local un símbolo de productividad, por lo que se recurre a la profesionalización de los artistas plásticos a través del método científico tecnológico, por lo que la amalgama del arte y la técnica pasó a ser el fundamento científico para el arte. Esta noción tecno artística estuvo fuertemente influenciada por el cubismo y la abstracción geométrica.
Destacan dentro de la disciplina de Vchtumas el empleo de la unidad didáctica para la gráfica, enfocada en el desarrollo de la capacidad perceptiva; la unidad didáctica para el estudio de la superficie y el color, orientada en el estudio de las propiedades del color y su relación con la forma; la unidad didáctica para la representación del volumen, encauzada en la enseñanza de la organización del espacio; y la unidad didáctica para la configuración del espacio, destinada al análisis de la forma espacial y el ambiente.
Vchutein terminó siendo reemplazada en la década los treinta por Instituto de Arquitectura de Moscú, el Instituto Poligráfico de Moscú, la Facultad de Bellas Artes y el Instituto Textil de Moscú.
El declive de la vanguardia rusa ocurre como consecuencia de concebir el diseño en los países soviéticos como un proceso donde se valora más la funcionalidad y se expresa un menosprecio por la estética, lo cual hizo caer a los productos de la vanguardia rusa en la obsolescencia a falta de innovaciones y mejoras a los productos, mismos que manifestaron un abandono del uso de la forma y la desestima del factor humano.
A un siglo de distancia, y con Rusia empujando hacia un reordenamiento global y Occidente haciendo frente al despertar del oso pardo, de lejos pero de cerca, usando a Ucrania como muro de contención, cabe preguntarse si viviremos e algún polo del planeta una nueva era de vanguardias que redefina nuestra manera de ver el arte, la tecnología y la producción, como se vivió durante el siglo XX, y es que, pareciera que el mundo ha entrado en una nueva versión de guerra fría, como la que se vivió en los años posteriores a la II Guerra Mundial.
¿Nacerá otra era de vanguardias o persistirá la homogenización globalista? Brzezinski no escatimó tinta en manifestar el rol que juega la cultura en el afianzamiento de los imperios; de hecho, sugirió a Estado Unidos imponer su cultura para imponer su orden global, y al parecer funcionó en parte. El finado asesor de Carter, hace una década, en el contexto de la anexión de Crimea, señaló la intención de Putin de reconstruir la extinta Unión Soviética; por supuesto, la idea de un renacer de la gran madre patria no precisa pasar por el mismo espectro ideológico que el del siglo XX, pero ¿Podríamos esperar una nueva era de vanguardias como las que ofreció al mundo el otrora estado soviético? Mientras lo desciframos, no perdamos oportunidad de conectar con dicha vanguardia; quizá, más de uno disipe estigmas fabricados en Occidente.