Cuando se utiliza la condición de periodista para amedrentar y amenazar a una persona, sea cuál fuere esta, no es más que un acto delictivo. Pero cuando es en contra de un Mandatario en funciones, no solo es un
Acto delictivo, sino un acto que atenta contra el Estado de aquel mandatario.
La carta, que la directora de la corresponsalía del periódico de The New York Times, envió a la presidencia de la República, no es más que una amenaza o chantaje al presidente de la República. No podemos decir que la carta realmente estaba buscando otorgarle una réplica o una forma de defensa al presidente sobre el contenido de una nota periodística, que versaría sobre una supuesta investigación que realizó la DEA, pues sin otorgar o acercarle los medios de prueba, solo se dedicaron a mencionar lo supuestos videos, cuentas bancarias, transferencias, y demás elementos que estaban en poder, supuestamente, de ese periódico y que los iban a dar a conocer en su nota periodística.
Pero cuando todos esos elementos son falsos, lo que realmente se está diciendo es “tengo todos estos elementos, para poder evidenciarte, y si no haces o haces lo que yo te pido, lo sacaré a la Luz”
Cuántas veces hemos visto en la historia de nuestro país, que se han chantajeado a diversos personajes de la vida pública del país, y estos personajes sabedores de que puede existir, efectivamente algún elemento o acto de corrupción en que hayan incurrido, seden ante dicho chantaje; sin embargo, la semana pasada resultó contrario a la costumbre de ese periódico, el presidente de México, contrario a lo que se esperaba por ese chantaje, expone a la luz pública las pretensiones de ese periódico.
Pero la pregunta es ¿realmente qué pretendía el periódico The New York Times con esta amenaza o chantaje?
Analicemos lo que sucedió semanas anteriores, para tener el contexto de esta amenaza o chantaje.
La visita de la candidata de la oposición moralmente derrotada, visitó los Estados Unidos donde se reúne con diversos empresarios, entre ellos, gente influyente de este periódico y supuestos medios independientes, en donde efectivamente ella no tiene el poder para hacer que la editorial de un periódico realice estos actos de chantaje o amenaza, o hacer que supuestos medios independientes, publique también un supuesto reportaje de un reportero o periodista de renombre, pero sí tiene el dinero, junto con uno de sus padrinos, para comprar y orquestar junto con el periódico y aquel medio independiente, toda una campaña de desprestigio en contra del presidente la República,
El periódico The New York Times ganaba por doble partida, pues ha de haber cobrado un muy buen dinero a la señora X, para sacar este supuesto reportaje, y si el presidente de la República tendría, como se dice coloquialmente, cola que le pisaran, habría por lo tanto otra tajada más.
Qué casualidad que la señora X se encontraba en Estados Unidos cuando sale la primer nota donde se señala que en la campaña del 2006, Andrés Manuel López Obrador recibió apoyo económico por parte del crimen organizado, dándole así foro a la señora X, (pues si no hubiera existido esa nota, su visita hubiera pasado desapercibida) Nota que leyéndola, se puede observar, que no existe ningún elemento de prueba sobre ese dicho. Es decir, sólo se escribió esa nota como un cuento pedido de forma expresa.
Como dicha nota no tuvo el efecto que ellos pensaban tendrían en contra de la popularidad del presidente de la República, y por ende también en contra de las preferencias electorales a favor de la candidata de la cuarta transformación, recurren a la práctica ya muy perfeccionada por los conservadores, que es comprar a periódicos, periodistas y medios de comunicación para que hagan una nota como ellos la necesitan, con la finalidad de tratar de confirmar la primera que se publicó una o dos semanas anteriores, y es ahí donde entra the New York Times, con esa carta, ya muy famosa, donde se pretende amenazar y chantajear al presidente de la República y con ello hacer mella en su popularidad y aceptación.
La respuesta que dio el presidente a esa carta, se encuentra dentro del marco jurídico internacional, pues si existe una investigación en contra de un mandatario de un Estado, por parte de otro Estado, aquel mandatario que se encuentra en investigación, tiene todo el derecho de solicitar se diga las causas, los elementos de investigación, las pruebas y todo aquello que sea materia de la investigación. Esto es así toda vez que la supuesta investigación es contra un mandatario en funciones, y como tal, el mandatario tiene toda la facultad de requerir información, y de responder la supuesta carta de forma pública, sí, pública, pues al encontrarse en funciones, la investigación se vuelve, no en contra de una persona, si no de un Estado, es decir del gobierno de un país.
Ahora bien, si la investigación era por parte de la DEA, en contra de un jefe de estado en funciones, ¿cómo es posible que un periódico, cuál fuera, tenga acceso a dicha investigación? Acaso no es incluso un delito en el que incurren tanto los de la DEA, como los del periódico The New York Times, al filtrar y obtener información de una investigación en curso?
Así, es evidente que la nota periodística contenía pura información falsa y que el único propósito era chantajear o amenazar al presidente de la República Mexicana y de paso, golpearlo políticamente, cumpliendo con lo pactado con la oposición en México.
Claro que ese chantaje o amenaza, le convenía a un sector del gobierno de Estados Unidos, pero nunca esperaron que el presidente de México, exhibiera la amenaza y chantaje; que contestara párrafo por párrafo de forma pública, y evidenciara a un periódico llamándolo “Pasquín inmundo” dando elementos suficientes para demostrar la falsedad, la actuación delictiva de ese periódico y evidenciarlo de forma contundente a nivel internacional, dejando su prestigio por los suelos.
También queda claro que hoy en día no hay persona o mandatario del mundo con más poder político que Andrés Manuel López Obrador, tan es así, que la Casa Blanca y el Embajador de Estados Unidos en México, han negado que exista esa supuesta investigación, desacreditando así al The New York Times, dejando ver que evidentemente es un “Pasquín Inmundo “.