El reciente veredicto del caso de Genaro García Luna de esta semana debería impulsar varias discusiones públicas sobre la seguridad pública, las instituciones de investigación de los delitos y de impartición de justicia, incluso sobre la clase política mexicana hasta llegar a las figuras de los expresidentes vinculados al personaje criminal.
De lo mucho que se puede hablar de la figura de García Luna un tema que debería estar en los temas centrales es la debilidad del Estado mexicano, sus instituciones, leyes y sus funcionarios públicos. Genaro logró de hacerse de liderazgos muy relevantes en la vida pública del país al estar en instituciones centrales de la seguridad como el Cisen, la AFI y la policía Federal, mientras también trabajaba con grupos criminales. Ni en muchas de las películas y series icónicas sobre crimen organizado se ha mostrado tal corrupción (ej. Trilogía del Padrino, Cara cortada, Buenos muchachos, Los Sopranos). Parece intrascendente pero nuestra realidad nacional es mucho peor que las duras historias del entretenimiento visual.
Solamente en un país cuyas instituciones son tan débiles un criminal como García Luna pudo realizar los horribles crímenes de los que fue directamente o indirectamente responsable. El aparato de seguridad del Estado mexicano, sobretodo de la federación, sirvió como brazo ejecutor de un grupo del crimen organizado. Difícil imaginar mayor putrefacción.
No hay que olvidar que sectores como el empresariado mexicano también fue beneficiado por la corrupción de García Luna a través de contratos, licitaciones, etc. Incluso en muchas reuniones Genaro acompañó a diversas figuras de la iniciativa privada. El empresariado mexicano también se encargó de servirle.
Al mismo tiempo los medios informativos fueron capturados por los intereses del ex funcionario federal. Muchos de los críticos de este gobierno fueron sentados por Genaro en un foro nacional para supuestamente no comunicar los mensajes de los grupos criminales. De esa autocensura de la voluntariamente se comprometieron varios medios corporativos y sus principales figuras no se sintieron incomodos, de servirle a un narcotraficante.
Es muy necesario que elaboremos una discusión pública para evitar que instituciones estén a servicio de delincuentes para matar a mexicanos. Los diputados y senadores están obligados a llevar este tema, pero los panistas en el congreso prefirieron esconderse; la oposición partidista está muy bien representada y de muestran cuanto les importa la seguridad pública y la justicia. Al mismo tiempo algunos comunicadores aun ante la derrota siguen defendiendo a García Luna, también exhiben sus intereses.