En septiembre de este 2024 se registró el enfrentamiento entre dos grupos de la delincuencia organizado quienes se disputan distintas regiones de Sinaloa, históricamente un territorio que ha sido peleado por su fertilidad en los procesos de cultivo y trasiego de droga, provocando así la pelea de distintos grupos armados.
“Sinaloa ha tenido muchos procesos de violencia, si nos basamos en la historia reciente de los últimos 80 años podemos ver las distintas operaciones que se han llevado a cabo en esta entidad”, señala Marcos Vizcarra, periodistas.
Algunos de estos procesos de violencia que se han llevado a cabo tiene que ver específicamente por cómo se han potenciado los grupos armados de la región derivado de programas fallidos, como la “Guerra Contra el Narco”, impulsada por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
Sinaloa, una entidad conocida por su riqueza cultural, gastronómica y natural, también carga con una larga historia de violencia vinculada al narcotráfico, enfrentamientos entre cárteles y conflictos sociales. Durante las últimas ocho décadas, la región ha sido uno de los epicentros del crimen organizado en México, lo que ha desafiado de manera constante los intentos del gobierno por restablecer la paz y la seguridad.
En la década de 1940, Sinaloa comenzó a destacarse como una región clave para la producción de amapola y marihuana, lo que marcó el inicio de una economía paralela ligada al narcotráfico. Durante los 70 y 80, la aparición de grandes cárteles como el Cártel de Sinaloa consolidó a la región como un punto estratégico para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Esta época estuvo marcada por violentos enfrentamientos entre organizaciones criminales y por una corrupción institucional que dificultó el combate efectivo contra el crimen.
Con el cambio de siglo, la violencia en Sinaloa escaló de manera significativa debido a la declaración de la "guerra contra el narcotráfico" durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). Esta estrategia militarizada intensificó los enfrentamientos entre el ejército y los cárteles, así como entre las propias organizaciones criminales, generando una ola de homicidios y desapariciones que impactaron a la población civil.
A diferencia de esto, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018, su gobierno implementó una estrategia basada en el lema "abrazos, no balazos". Esta política busca combatir las causas estructurales de la violencia, como la pobreza y la desigualdad, en lugar de priorizar el enfrentamiento directo con las organizaciones criminales. En Sinaloa, esto se ha traducido en:
Programas sociales: Se han incrementado las becas para jóvenes, los apoyos al campo y las oportunidades laborales para prevenir que las nuevas generaciones se involucren en actividades delictivas.
Coordinación de la Guardia Nacional: La creación de esta corporación, aunque criticada por su militarización, ha buscado fortalecer la presencia de fuerzas federales en zonas con alta incidencia delictiva.
Operativos de inteligencia: Mostrando los retos de enfrentar al crimen organizado sin un costo significativo para la población civil.
Además de ello, durante el actual Gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum se ha buscado impulsar un modelo de seguridad implementado en la Ciudad de México ha sido considerado como un referente que podría adaptarse a otras regiones. Basándose en tecnología y prevención, sus principales acciones incluyen:
Incremento de cámaras de vigilancia y patrullajes estratégicos: Herramientas que permiten un monitoreo constante de actividades sospechosas.
Fortalecimiento del C5: Un sistema de inteligencia que ha mejorado la respuesta rápida ante emergencias y delitos.
Atención a causas sociales: Similares a las políticas de AMLO, pero con un enfoque urbano, fomentando la participación ciudadana en programas culturales y educativos.