Too late America

El mandatario norteamericano Joe Biden sostuvo en días pasados un encuentro con líderes de 11 países de América Latina a quienes advirtió sobre lo que el gobierno de esta nación ha denominado como la “trampa de la deuda China”. Este concepto, acuñado desde 2018 por el entonces secretario de estado Mike Pompeo, ha sido el asidero para denostar la creciente influencia financiera del gigante asiático sobre la región y sobre el mundo en desarrollo.

Esta advertencia, además de ser un mero recurso propagandístico, llega demasiado tarde y en medio de un entorno global en el que claramente se observa una reducción de la influencia económica de la otrora potencia dominante. Las cifras son contundentes: hacia el 2018, el resto del mundo debía a China más de 5 mil millones de dólares, lo cual equivale al 6 por ciento del Producto Interno Bruto, proporción que ha crecido considerablemente dado que 20 años atrás no llegaba al punto porcentual del PIB.

Para el caso de América Latina, los préstamos de entidades bancarias del régimen chino a los gobiernos de la región han superado los 140 mil millones de dólares, cifra que supera con cresces a los empréstitos otorgados por las instancias financieras tradicionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. 

La diversificación de las relaciones económicas y financieras para Sudamérica ha dejado de ser una alternativa para materializarse en una realidad inevitable, de la que incluso las propias instancias como el Fondo Monetario Internacional no pueden escapar. Tan solo en meses pasados, el gobierno argentino logró un importante acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que le permitió la libre disponibilidad de uso de yuanes del swap para liquidar compromisos con esta instancia. La noticia cimbró al mundo financiero y fue interpretada como una muestra más de la desdolarización y la diversificación de divisas que vive la economía a escala mundial.

La trampa de la deuda China acusada por Washington forma parte de las tretas propagandísticas y de la guerra que redefine el orden global. Según Occidente, China provee a los países subdesarrollados fondos que financien sus estrategias de desarrollo, mientras que la nación asiática aprovecha la disponibilidad que estas naciones tienen de recursos naturales. 

Hasta aquí todo parece normal, sin embargo, según sus denostadores, China coloca en sus contratos de préstamos clausulas leoninas que obligan a los países deudores a entregar bienes estratégicos a la nación asiática en caso de incumplimiento, así como condiciones que hacen impagables los mismos. La realidad ha desmentido esta invención. Tan sólo el año pasado, China condonó la deuda de 23 préstamos vencidos desde 2021 a 17 naciones africanas. 

Lo cierto es que América parece reaccionar tarde a la estrategia del gigante oriental. Además de ello, Estados Unidos no solo llega con retraso, sino también con las manos vacías: en la cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas, no se ofrecieron cifras de inversión, ni planes de desarrollo, ni montos de empréstitos; todo fue retorica. Too late and too empty, America!!!