Recién el INEGI dio a conocer las nuevas estimaciones de crecimiento para México, como ya se va haciendo costumbre el ajuste fue en positivo, este buen momento de nuestro país es coronado por las propias estimaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional e incluso por algunos sectores de industriales y casas de inversión que aseguran que en el mundo se está viviendo una especie de “Momento Mexicano”. Al hablar de México en el mundo, en tan solo 5 años la conversación cotidiana pasó de tratar los fenómenos de la violencia, para hablar de inversiones, crecimiento, superación de la pobreza, mega obras de infraestructura.
Es una pena que la oligarquía mexicana, dueña de los grandes consorcios mediáticos, esté tan comprometida en su militancia antidemócrata que no esté reflejando este fenómeno, sus contenidos siguen siendo los de los años 90, sus discursos de los años 80, tratan al primer sexenio de la Cuarta Transformación Nacional como si fuera una administración burocrática más, no se enteran que la caída de sus audiencias está estrechamente entrelazada con todo este proceso social, y es que el protagonista de todos los cambios que hemos visto en apenas 5 años no es el presidente López Obrador, él es el que ha abierto la vereda, es el facilitador de procesos, el educador popular, pero el protagonista es el pueblo que cada vez con más fuerza y determinación nos está marcando el rumbo que debe seguir la 4T.
Fue el pueblo y nadie más quien decidió que la continuidad del proceso recaiga en la doctora Claudia Sheinbaum, militante del obradorismo, del ambientalismo, del feminismo y de las causas justas, nunca de la partidocracia. Será el pueblo el que determine si llevamos a cabo la profunda reforma al poder judicial (así en minúsculas hasta que lo recuperemos) a través del Plan C.
Lo que la oligarquía, sus simpatizantes, sus medios y sus partidos políticos no se han enterado es que Morena no les ganó una elección, les ganó la batalla cultural, porque no solo les hemos arrebatado la mayoría legislativa, la presidencia de la República y 23 gubernaturas, es más, para haber logrado eso fue necesario primero cuestionar su visión del mundo, exhibir su doble moral, demostrar que en el país no había democracia sino una oligarquía disfrazada, y después, al arrebatarles el poder, bastó con bien gobernar para que el pueblo se terminara de convencer cuánto les puede beneficiar o perjudicar su voto, ahora será muy difícil que vuelvan a confiar en proyectos de grupo, es decir, en gobernantes indolentes que estén dispuestas o dispuestos a sacrificar el bien común con tal de que sus amigos hagan negocios.
Hoy no solo la sucesión se resuelve de forma democrática, el proyecto de Nación de la Cuarta Transformación es defendido por la mayoría porque este programa político recogió los anhelos, ideales, sueños y aspiraciones de una generación que creció de crisis en crisis hasta ser sometida a la peor crisis humanitaria de nuestra historia, una generación que aprendió no solo a dudar y cuestionar sino a organizarse y derrotar a los únicos que se enriquecían cuando las grandes mayorías nos empobrecíamos cada vez más, una generación que supo reconstruir su país a costa de la incompetencia de los tecnócratas neoliberales.
Hoy hay un circulo virtuoso que pasa por tener un pueblo politizado, contento y comprometido con la transformación; un gobierno eficaz, ético y comprometido con el pueblo; y, un contexto global donde nuestra nación juega un papel clave. Llevar eso al despeñadero va a ser imposible para los oligarcas: el día de hoy, 11 de septiembre del 2023, el Centro de Investigaciones PEW, con sede en Washington, da a conocer que el 82% de la ciudadanía mexicana apoya la gestión del presidente López Obrador, a pesar de la permanente campaña de difamación y calumnias, a pesar del intento de boicot de la oligarquía a través del INE o el poder judicial, a pesar de las organizaciones políticas disfrazadas de oenegés y financiadas por el departamento de estado de EEUU.