La oligarquía y las traiciones “Por amor a México”

Estamos en la recta final de que se defina quien será quien represente a la cuarta transformación y casi en la recta inicial de una larga batalla política de 10 meses por la presidencia de la república, considere muy importante hacer un análisis del proceso interno del FAM para elegir a su representante, consciente de que el día de hoy Morena y sus aliados tendrá a su coordinador nacional en defensa de la 4ta transformación y quien resulte ganador de las encuestas será un gran perfil porque así lo decidió el pueblo y el pueblo es sabio.

Por una parte en el FAM son millones de ciudadanas y ciudadanos que creyeron en el método que desde un inicio habían planteado aunque un poco similar al de morena y aliados pero resultaron decepcionados al tomar la decisión precipitada de dejar a Xóchitl como precandidata única del frente, decisión que el mismo presidente ya había profetizado, y es que de llegar a la consulta del domingo les requería demasiado esfuerzo de logística y organización que realmente era innecesario porque la decisión ya estaba tomada desde hace tiempo y lamentable que su precandidata la decida un partido en el que ni siquiera milita y no la sociedad civil que ha venido participando en el proceso de selección, por lo visto, de manera secundaria y no decisoria. 

A lo que la percepción sobre Xóchitl se ha vuelto aún más negativa al no concluir el proceso, da la espalda a la sociedad civil a la que según estaban considerando en todo momento mediante su narrativa; y así fue como recibió la ayuda del de arriba y no de dios sino de una cúpula mixtada que de entrada supo unir en causa común una rancia clase política enemiga entre sí, corrompida y antinatural ideológicamente. 

El proceso que culminó ayer, si bien terminó con una supuesta muestra de músculo por parte de los partidos, arroja más dudas que certidumbres; el fiasco de la votación cancelada, las traiciones de más alto nivel tanto que por 1era vez en 94 años el PRI no tendrá candidato presidencial, las desbandada de pristas, las declinaciones de los contendientes, entre otras más, y todavía que tengamos esta fijación de llenar plazas cuando hablamos de una elección presidencial es algo incomprensible si algo se ha demostrado es que, en una competencia nacional por la presidencia, no importa la cantidad de masa que asiste voluntaria o forzada ya que termómetro de los mítines no es el instrumento correcto para medir cómo va un candidato presidencial. 

En México, después de esta semana, en el país todo será una repetición sin cesar de un sinfín de propuestas, discursos y estrategias que marcarán quién estará liderando al pueblo el próximo año, por una parte, está el frente amplio por México, representado por un grupo de líderes y partidos que no fueron capaces de materializar y consolidar el liderazgo que por un tiempo estuvo en su poder; un grupo de políticos que fue incapaz de ver y anticiparse al despertar de la sociedad mexicana y que le acabó costando el liderazgo del país, obligándolos a realizar una profunda reinvención de sus estructuras y métodos de actuación.

Para concluir la designación de Xóchitl Gálvez se impuso la ley de hierro de la oligarquía, lo que se consideraba un proceso democrático y ciudadano, “por amor a mexico” quedó cancelada tras las declinaciones de quienes se habían inscrito como aspirantes a la candidatura presidencial de esa oposición, así que no ganaron los votos sino los vetos del pan, cuya dirigencia bajó a Santiago Creel dando un resultado desde arriba y no desde abajo. Algo que queda muy claro es que su candidatura está obligada a la ingratitud: si se somete a las oligarquías partidarias que la eligieron por sus virtudes mediáticas y no será fácil olvidar que fue alito moreno quien le despejó el camino para ser.