Este martes 4 de marzo, Donald Trump impuso un arancel del 25% a México y del 10% a Canadá, rompiendo las reglas del T-MEC y generando una crisis económica. Esta medida no solo afecta la diplomacia y los tratados comerciales, sino que representa un impacto directo en la economía y estabilidad de ambos países. Aunque Trump lo promueva como una "victoria", en realidad es un impuesto indirecto que repercutirá en ambos lados de la frontera.
Por ejemplo:
Trump no solo castiga a México y Canadá, sino que también pone en peligro un acuerdo que había fomentado una sinergia regional. El T-MEC proporcionaba certidumbre a las inversiones y cadenas de producción. Ahora, las empresas dudarán en invertir en una región donde las reglas cambian abruptamente.
Además, los aranceles afectan rápidamente a los consumidores estadounidenses y tienen implicaciones más amplias:
La presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta una crisis no provocada por México, pero que requiere acción inmediata. Su gobierno ha respondido con dos herramientas clave:
El camino es complejo, ya que Trump utiliza los aranceles como propaganda, pero el costo lo pagan personas reales: el trabajador de una maquila en Nuevo León, el agricultor de Michoacán, el camionero que cruza la frontera, y el consumidor en Texas que pagará más por su camioneta. Ante esto, México debe mantener la unidad y respaldar al gobierno y a la presidenta Sheinbaum, no por ideología, sino por institucionalidad frente a un ataque externo. Su gobierno deberá negociar con firmeza, diversificar urgentemente los mercados internacionales y proteger a los más vulnerables: las MiPymes y los trabajadores de empresas exportadoras, evitando que la crisis se convierta en pobreza masiva.
Estos aranceles perjudican a todos. Por cada empleo que se pierda en Coahuila, habrá una familia en Ohio pagando más por su auto o su comida. Por cada productor de aguacate mexicano en dificultades, habrá un supermercado en California con estantes vacíos.
La Dra. Claudia Sheinbaum no tiene una solución mágica, pero sí la capacidad de coordinar una respuesta técnica, diplomática y social. Como mexicanos, nuestro papel es evitar el pánico, rechazar la desinformación y construir puentes, no muros. La historia nos ha enseñado que las crisis se superan con unidad, no con aislamiento. México es un país maravilloso y su pueblo es grandioso; nuestra dignidad, independencia y soberanía no se negocian.