Despiértame cuando acabe la dictadura

Desde la mirada opositora partidista, en México se vive una dictadura; una dictadura muy pero muy extraña en la que el Presidente responde diaria y públicamente a cuestionamientos frontales de la prensa, en donde las manifestaciones transcurren sin problema y en donde, desde el Estado, no se censura, desaparece ni reprime.

Pareciera que los partidos opositores, ávidos de recuperar el poder desde el que se auto-otorgaron impúdicos privilegios, se han convencido a sí mismos de la simplona idea de que esa “dictadura” busca acabar con nuestras instituciones garantes de la democracia. 

Con tristeza he visto a políticas y políticos que considero serios abonar al bajo nivel de la discusión pública nacional. En días pasados, la senadora por Movimiento Ciudadano (MC), Patricia Mercado, lloró al inaugurar un foro sobre democracia en el Senado de la República al recordar a Edmundo Jacobo, Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE) que, dijo entre sollozos, había despertado sin trabajo como resultado de las reformas electorales impulsadas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, paquete popularmente conocido como “Plan B”.

En semejante escena, el tema no es el llanto, el tema es quién es Edmundo Jacobo. Jacobo, sonorense, por cierto, y quien firma el reverso de todas las identificaciones emitidas por el órgano electoral, ocupa el cargo de Secretario Ejecutivo del INE desde 2008, cuando aún era Instituto Federal Electoral (IFE). ¿Quién desde la honestidad política podría denunciar una dictadura al tiempo que defiende la permanencia en el cargo por 15 años – 5 años más que la Presidencia de Nicolás Maduro en Venezuela, por citar un ejemplo construido desde sus mismas narrativas – de uno de los burócratas más anquilosados y mejor pagados del sistema?

Con la misma incongruencia, políticos de MC Sonora, los mismos que han defendido que su partido no participe en las contiendas electorales de Coahuila y el Estado de México argumentando un pacto entre Morena y el PRI, así como si durante toda la vida de marginalidad de las izquierdas hubiésemos pensado en no competir pese al hecho de que el “árbitro” estaba del lado de nuestros adversarios, calificaron de “decepcionante” que “perdiera tiempo” para expresar libremente un cuestionamiento en Twitter sobre si el Dante Delgado de su publicidad, el que pintan como a “un hombre que ha enfrentado al poder”, es o no el mismo al que Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los mayores represores de México, le encargó como hombre de su confianza la gubernatura de Veracruz en 1988.

Esta falta de capacidad argumentativa con la que defienden a Edmundo Jacobo, su no participación en un proceso electoral y con la que me descalifican por ejercer mi derecho a la libertad de expresión, un derecho que según ellxs se ha vulnerado tanto en la dictadura, los aleja cada vez más de su intento por camuflarse como tercera vía político-electoral y desenmascara a esa política liberal buenaondita que, en realidad, es una expresión más de las derechas. 

A la luz de los hechos, el tiempo le da cada vez más la razón al Presidente sobre que, en nuestro País, no hay oposiciones sino una oposición que es, en esencia, sumamente conservadora.