En menos de 3 minutos, entre las 7:30 y 7:34 de la mañana del 11 de marzo de 2004, Madrid estuvo bajo ataque. Diez explosiones simultáneas en tres puntos diferentes del sistema de transporte público de la capital española marcaron la peor jornada contemporánea de un ataque terrorista. La más destructiva ocurrió en la estación de Atocha, cruce de caminos en el centro de Madrid. Las escenas mostraron a decenas de personas que salieron ensangrentadas a la avenida La Castellana con sus maletas, en ataques de pánico, y las televisoras de España transmitieron imágenes de las víctimas de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia. Se habló de más de mil 400 heridos y de más de 60 muertos. La cifra se elevaría en los días posteriores a 192 fallecidos, la mayoría migrantes de origen latinoamericano, y más de 2 mil heridos.
El ataque del 11M no sólo sembró el miedo en la sociedad española. Provocó una airada reacción social contra la mentira. Tres días después tuvieron un efecto devastador para el gobernante Partido Popular: a pesar de su ventaja, Mariano Rajoy perdió las elecciones del 14 de marzo frente al candidato del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Fue la respuesta indignada ante una “mentira de Estado” que promovió el gobierno de José María Aznar para responsabilizar de los atentados al grupo nacionalista vasco ETA e ignorar los indicios que orientaban las evidencias hacia los radicales islamistas vinculados a Al Qaeda. Aznar quiso ocultar que la participación de España en la invasión anglo-norteamericana en Irak en 2003 tuvo consecuencias fatales para el pueblo español.
Lo ocurrido en la sociedad española fue una revolución cívica contra la mentira de la derecha del PP. Miles de españoles utilizaron por primera vez la tecnología digital para desmantelar esta infodemia. A través de más de 170 mil mensajes de SMS en los teléfonos móviles cuestionaron la veracidad de la versión oficial.
Durante el primer día de la tragedia, en la televisión pública y privada, el ministro del Interior, Angel Acebes condenó el ataque y se lo atribuyó a ETA. Calificó de “miserables” a quienes opinaran lo contrario. El vocero de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi negó en declaraciones a la radio que el nacionalismo vasco estuviera involucrado, pero la mayoría de los medios madrileños lo ignoraron.
La tensión creció durante toda aquella mañana del 11M. El periódico “El País” publicó una versión vespertina acusando a ETA del atentado. Días despues, el Grupo PRISA, dueño del rotativo, se lavó las manos y acusó al propio José María Aznar de haber llamado a las redacciones de los periódicos para orientar la versión hacia el nacionalismo vasco.
La mentira oficial sobre los atentados del 11-M se mantuvo durante apenas dos días. El propio Aznar compareció el viernes 12 de marzo ante los medios y desestimó todas las preguntas de reporteros y corresponsales que cuestionaron sobre la presunta autoría de Al Qaeda. Ese mismo día, una multitudinaria marcha en todo el país, con la participación de 11 millones de personas, gritó consignas en contra de ETA y del nacionalismo vasco.
En la tarde del mismo 12 de marzo comenzaron a circular a través de los telefónos celulares miles de mensajes SMS que desmintieron la versión oficial. Acusaron a Angel Acebes de ocultar que el Centro Nacional de Inteligencia y la policía ubicaron una furgoneta “sospechosa”, cerca de una de las estación de Alcalá de Henares, con grabaciones en árabe. También se encontraron detonadores y una cinta con versículos del Corán.
El grupo vinculado a Al Qaeda, Abu Hafs Al Masri, envió a las redacciones de los medios británicos un mensaje atribuyéndose la autoría de los atentados. La cadena BBC difundió a todo el mundo que lo ocurrido el 11M fue obra de los yihadistas y no de los nacionalistas vascos.
Para el sábado 13 de marzo, un día antes de las elecciones generales, el periódico El País reveló en su editorial la estrategia de presión y de “manipulación informativa” del gobierno de Aznar. El periódico catalán La Vanguardia sintetizó así la situación: “las pruebas apuntan a Al Qaeda, pero el gobierno insiste en ETA”. La policía capturó a cinco sospechosos: tres fueron de origen marroquí y dos de la India. La cadena pública de radio difundió, por primera vez, que “hay 99 por ciento de posibilidades” de que Al Qaeda fuera responsable de los atentados. Circuló masivamente un SMS en los telefónos celulares que decía: “Al Qaeda ya ha reivindicado el atentado. Pásalo”. Una manifestación improvisada de 5 mil personas acudieron a la sede del PP gritando “¡gobierno mentiroso!”.
La revuelta informativa y cívica provocó que en las elecciones generales del domingo 14 de marzo los españoles salieran masivamente a votar.El índice de participación fue de 77.21 por ciento. A las 22:00 horas ya era una tendencia irreversible: el PSOE y su candidato José Luis Rodríguez Zapatero le ganaron al PP y a Mariano Rajoy. Así culminaron los 8 años del gobierno José María Aznar, quien ahora se dedica a dar consejos a candidatos y candidatas de las derechas.