Buenos seres humanos y más

Ya lo decía Kapuscinski: “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer, buenos seres humanos”. Para el periodista polaco, referente inigualable de esta profesión, ser una buena persona implica tener empatía, intentar entender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, dificultades y tragedias. La labor periodística nunca ha sido sencilla: jornadas de trabajo interminables y en condiciones, cuando menos difíciles, si no peligrosas y, encima, mal pagadas. Y, sin embargo, los locos enamorados de este oficio, no sólo son empáticos, son mucho más. 

En estos tiempos en donde el instante y los likes rigen el día a día de las redacciones periodísticas, el periodismo lento y riguroso, ese que no se puede hacer a partir de boletines ni ser redactado a bote pronto en cinco minutos, se ha convertido en algo tan necesario como escaso.

El periodismo de investigación que, de acuerdo con la UNESCO, busca revelar cuestiones encubiertas de manera deliberada, por alguien en una posición de poder, o de manera accidental, detrás de una masa caótica de datos y circunstancias que dificultan la comprensión, requiere que los reporteros tengan una serie de características que parecieran describir más a un superhéroe que a una persona normal. ¿Estamos buscando a Clark Kent?

¿Por dónde empezar a describir el perfil del periodista de investigación? Creo que uno de los rasgos principales que deben de tener estos individuos es el de ser comprometidos. Solo un periodista comprometido con su profesión será capaz de aceptar los riesgos implícitos en una labor que busca denunciar actividades dudosas o ilícitas de personas en situaciones de poder. Solo un periodista comprometido le podrá dedicar horas extra, madrugadas y días festivos a comprender, analizar, estudiar e investigar sobre el tema que busca develar.

Estrechamente relacionados con el compromiso están la paciencia y el temple, pues solo alguien con la perseverancia y fuerza de carácter suficientes podrá dedicarle meses o incluso años a un proceso de investigación que puede tornarse en una verdadera odisea. Navegar a través de los innumerables trámites burocráticos, batallar contra funcionarios, empresarios y delincuentes, no dejarse engañar por información falsa y soportar amenazas e intimidaciones. 

Por si fuera poco, el periodismo de investigación requiere reporteros que sean colaborativos y sepan trabajar en equipo. Lejos han quedado los días de los lobos solitarios en donde el periodista, cuidadoso de sus fuentes y de su información, trabajaba individualmente. En un momento en donde las redes de corrupción y delincuencia organizada se manejan a nivel internacional, se ha vuelto necesaria la conformación de redes de periodistas que se apoyen en la búsqueda de información, análisis de datos y manejo de fuentes. Ni Clark Kent podría lograrlo solo en este mundo globalizado.

Finalmente, y aunque seguramente hay muchos rasgos que me ha faltado señalar, creo que un factor importante para el triunfo de los reporteros de investigación es que sean tolerantes a la frustración. Serán muchas las derrotas que tendrán que afrontar, abundantes los obstáculos y copiosos los contratiempos antes de llegar a la meta. Y, aún ahí, apenas será el inicio del camino. 

Ante un panorama tan adverso, es tarea de quienes nos beneficiamos de esta ardua labor periodística, convertirnos en aliados y exigir a los medios de comunicación, gobiernos y organizaciones no-gubernamentales brindar los espacios, reconocer el trabajo y ofrecer las garantías necesarias para que éste perdure y mantenga su compromiso ético y social. 

Y no, el periodismo de investigación no necesita de superhéroes, necesita a esos locos enamorados de la verdad, esos intrépidos comprometidos con la sociedad, pacientes analistas de información, contadores de historias, necesita buenos seres humanos.