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  • 30 Sep 2022
  • 10:09
  • SPR Informa 6 min

¡Aguas México! Navegando entre stagflation y recesión

¡Aguas México! Navegando entre stagflation y recesión

Por Emiliano Alfonse Vera Eddington

Las presentes medidas antiinflacionarias de la Reserva Federal de los EEUU están parecidas al último periodo de “stagflation” en 1979. Lo que pasó entonces debe de preocupar a México ahora.

Después de 30 años de relativa estabilidad de precios, la economía internacional capitalista está entrando en su primera crisis inflacionaria desde los años setenta. Mundialmente, la tasa de inflación ha llegado a un promedio de 10%, con precios en México aumentándose en casi 8% mensualmente. Y la inflación solo se está acelerando.

Mientras tanto, el PIB mundial está esperado crecer a solo la mitad de las expectativas después de dos años de recesión debido a la pandemia. La economía mexicana está predicha a aumentarse solo el 3.5%, en lugar de la meta de 5% indicado por el Presidente López Obrador.

Estas condiciones de relativamente alta inflación con bajo crecimiento económico, llamado “stagflation”, (estagnación + inflación) no deben de coincidir según las teorías monetarias dominantes en la mayoría de los bancos centrales del mundo, siendo que la inflación tiende generarse en momentos de rápido crecimiento cuando hay más demanda para bienes y servicios.

Para intentar controlar esta inflación, el 21 de septiembre, la Reserva Federal anunció el cuarto aumento de las tasas de interés tan solo desde marzo. Las tasas de interés determinan el acceso a crédito y préstamos para negocios y consumidores, afectando cuanto pagarán para estos, incluso hipotecas y tarjetas de crédito. Alzando la tasa de interés significa que será más difícil invertir y gastar dinero, con la intención de reducir la demanda para bienes y servicios en relación con su oferta, teóricamente reduciendo su precio. En sus propias palabras, la Reserva Federal intenta causar una recesión en la economía para controlar la inflación.

Estas condiciones son similares a las del último periodo de stagflation que llegó a su pico en 1979. Las acciones de la Reserva Federal en ese entonces tuvieron consecuencias drásticas no solo para los Estados Unidos, sino también para México y todo el mundo, especialmente los países en desarrollo.

Similar al momento actual, en ese entonces la Reserva Federal decidió alzar repentinamente las tasas de interés, causando una fuerte recesión. El llamado Volcker Shock, nombrado por el nuevo director de la Reserva, Paul Volcker, inició un periodo de casi 3 años de plena recesión en que la tasa de desempleo superó a 10% con millones de trabajadores perdiendo su empleo, peor que en cualquier momento de la historia moderna de los Estados Unidos desde la Gran Depresión. Las tasas de desempleo permanecieron altas durante los próximos 10 años.

Pero tan difíciles que se pusieran las condiciones en su país de origen, fue en los países en vías de desarrollo donde se sintió aún más fuertemente los efectos mortales de esta grave caída económica. Al subir las tasas de interés del dólar, todos los países que habían recibido préstamos en dólares de los grandes bancos internacionales para financiar su desarrollo se encontraron en una situación de tener que pagar mucho más en interés de lo que se habían acostumbrado en las décadas anteriores.

Así comenzó la Crisis de la Deuda Externa que soltó un terremoto por las economías de casi todos los países en desarrollo en las Américas, África, y Asia. En los años después de 1979, uno tras otro estado se tuvo que ir a pedir rescates financieros de fondos internacionales o arriesgar la quiebra total.

Pero conseguir los fondos para salvar sus economías ya vendrían a un costo muy elevado, dado que los bancos internacionales, influenciado por el mismo Volcker, ahora impusieron condiciones a sus préstamos para, según ellos, asegurar el buen manejo de su dinero. Estas condiciones requerían la privatización de grandes sectores de las empresas nacionales y brutales recortes en el gasto público destinado a servicios sociales como educación, salud, vivienda, transporte, y alimentación.

Esto fue la situación en que se encontró México en 1982, iniciando la “Década Perdida” de los ochenta con una completa estancación económica, la pérdida de millones de trabajos, el desmantelamiento del estado de bienestar que se había construido a tan alto costo después de la Revolución, y una caída general en los estándares de vida, especialmente para los más pobres.

Es importante notar que inducir una recesión no es la única forma de reducir la inflación, sino es una decisión política de quién va a pagar los costes del ajuste económico para combatir la inflación. Hoy como en 1979, la decisión de forzar una recesión es últimamente una decisión de pasar todos los efectos dañinos a los trabajadores y pequeños negocios mientras protegen las grandes empresas e inversores más ricos de las peores consecuencias. Impulsando regulaciones sobre los movimientos del sector financiero o alzando impuestos sobre los ricos, por ejemplo, son políticas para controlar la inflación sin imponer tanto dolor en los que son menos responsable para la crisis y menos capaces de pagar los costes.

Si tomamos la historia como una guía, estos serán años difíciles en todo el mundo mientras las repercusiones de la política económica de la primera potencia económica se empiecen a sentir en todos lados. De hecho, los Estados Unidos ya se ha entrado en una recesión. Aunque no sea tan endeudado México como en 1979, el doble golpe de pagar tasas de interés más altos junto con una recesión en su primer socio comercial, todo mientras intente recuperarse de ya casi tres años de pandemia, sin duda tendrá efectos negativos en la economía mexicana. Y lo más frustrante de todo es que México se tendrá que adaptar a condiciones económicas sobre las cuales tiene muy poco control directo.

Pero no está completamente débil a defender el bienestar del pueblo mexicano, o al menos, puede escoger políticas que determine quién pagará los mayores costes de una mala situación económica. Un gobierno que se llame progresista, populista, y de izquierda como el de Morena debe de buscar y encontrar las formas de asegurar que no sufra innecesariamente la gente que, tan fielmente llevó su movimiento al poder. El estado está completamente en sus manos – ahora, debe de utilizar todas sus herramientas para luchar por ellos.