Las tensiones entre India y Pakistán han alcanzado su punto más crítico en años tras el ataque armado del pasado 22 de abril en la ciudad de Pahalgam, que dejó al menos 26 muertos y 17 heridos. En respuesta, Nueva Delhi ha endurecido radicalmente su postura diplomática, militar y estratégica, mientras Islamabad rechaza categóricamente las acusaciones y amenaza con represalias.
El Gobierno indio anunció un día después, el 23 de abril, la reducción del rango de sus relaciones diplomáticas con Pakistán, el cierre de un cruce fronterizo clave y la suspensión del histórico Tratado de Aguas del Indo, en vigor desde 1960. "Pakistán debe renunciar de manera creíble e irrevocable a su apoyo al terrorismo transfronterizo", declaró un portavoz del Ministerio de Exteriores de India.
Por su parte, el primer ministro Narendra Modi aseguró que el país "identificará, perseguirá y castigará a cada terrorista y a sus patrocinadores", en un discurso contundente que fue acompañado por una serie de medidas concretas, como la expulsión de diplomáticos y agregados militares paquistaníes, así como la cancelación de ceremonias en los puntos fronterizos de Attari, Hussainiwala y Sadhak.
Pakistán, en respuesta, negó cualquier implicación en el ataque de Pahalgam, en el que, según medios indios, los atacantes (entre cinco y seis hombres armados) emergieron de un bosque, interrogaron a turistas sobre su religión y dispararon a quienes no pudieron recitar versos islámicos.
El ministro de Exteriores paquistaní, Ishaq Dar, desafió públicamente a India a presentar pruebas. “India ha participado de forma reiterada en el juego de las acusaciones. Si tienen evidencia, que la compartan con nosotros y con la comunidad internacional”, exigió.
Tras una reunión de seguridad de alto nivel, Islamabad advirtió que cualquier intento indio por desviar las aguas del río Indo sería considerado “un acto de guerra”. El ministro de Defensa Khawaja Muhammad Asif fue tajante: “Si intensifican su ofensiva, estamos preparados. No nos someteremos a ninguna presión internacional”.
El Tratado de Aguas del Indo, mediado por el Banco Mundial y firmado en 1960, regula el reparto de agua del río Indo y sus afluentes. India controla las fuentes de estos ríos en Cachemira y Pakistán depende de ese flujo para su agricultura. Aunque su suspensión no tendría efectos inmediatos debido a la falta de infraestructura de almacenamiento en India, sí complica la cooperación técnica y el intercambio de información sobre los caudales.
La situación se ha agravado con el despliegue del portaaviones indio INS Vikrant hacia el Mar Arábigo, cerca de aguas pakistaníes. En respuesta, Pakistán inició ejercicios navales con fuego real en la misma zona, elevando el riesgo de un enfrentamiento directo.
La atmósfera es de creciente preocupación. En ambos lados de la frontera, ciudadanos temen que la escalada se transforme en una guerra abierta entre dos potencias nucleares. “Una guerra total haría retroceder a ambos países décadas en desarrollo”, alerta Rahul Sharma, residente de Delhi. Mientras tanto, Saad Ali, desde Islamabad, pide moderación: “Ambas partes deben permitir que la gente viva en paz”.
Maleeha Lodhi, exembajadora de Pakistán en EE. UU., advierte que cualquier acción militar podría desatar una crisis de gran escala. “Ambas partes han dicho lo suyo. Lo urgente ahora es evitar una mayor escalada y abrir un canal de comunicación inmediato”.
India asegura haber compartido con al menos 20 países (incluidos EE. UU., Rusia, China, Francia y Japón) pruebas de la supuesta implicación paquistaní en el ataque de Pahalgam. No obstante, Pakistán insiste en que la suspensión del Tratado de Aguas del Indo es ilegal, al tratarse de un acuerdo internacional vinculante sin cláusulas de ruptura unilateral.
El conflicto histórico por Cachemira, que ambos países reclaman y parcialmente controlan, vuelve a ser el epicentro de la tensión. Con acciones diplomáticas extremas, despliegue militar y amenazas cruzadas, India y Pakistán se encuentran nuevamente al borde de una confrontación que podría tener consecuencias impredecibles para la región y el mundo.