Los nuevos aranceles del 25% sobre la importaciones globales de aluminio y acero del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afectarán principalmente a los ciudadanos estadounidenses y a sus pequeñas y medianas empresas. Desde la industria de alimentos enlatados, como el atún, hasta el sector automotriz y aeroespacial, muchas industrias sufrirán un impacto directo. Esto se traduce en el aumento de los precios y la posible quiebra de negocios, algo que ya ocurrió en 2018, cuando en su primer mandato impuso los mismos aranceles.
Un ejemplo de ello es la industria de productos enlatados, que depende en gran medida del acero importado. Actualmente, Estados Unidos solo produce el 30% del acero que necesita este sector, mientras que el 70% proviene del exterior. En 2018, los aranceles impuestos por Trump provocaron el cierre de nueve líneas de producción de acero recubierto de estaño, ya que las empresas locales no pudieron absorber el aumento de costos.
Otra industria afectada será la de bebidas enlatadas, como las refresqueras y cerveceras que dependen del aluminio. Según datos de este sector, los nuevos aranceles generarían una mayor demanda de aluminio, elevando su precio. Este incremento terminaría reflejándose en el costo final de los productos para los consumidores.
La industria automotriz también se verá fuertemente impactada, ya que los vehículos requieren grandes cantidades de acero y aleaciones. Aunque gran parte del acero utilizado en la fabricación de automóviles proviene de la producción estadounidense, el aumento de la demanda por parte de otras industrias que también usan esta materia prima generará escasez y un alza en los costos de producción.
Lo mismo ocurrirá con los electrodomésticos, que dependen en gran medida de estas materias primas. Analistas del mercado minorista advierten que la mayor demanda de acero y aluminio provocará aumentos en los precios generales, afectando directamente a los consumidores.
Estos nuevos aranceles de no solo impactarán a las grandes industrias, sino también a la economía cotidiana de los estadounidenses, encareciendo productos esenciales y poniendo en riesgo miles de empleos, incluso en el sector aeroespacial, el cual requiere de grandes cantidades de mercancía construida con acero, aluminio y aleaciones.