¿Qué dice el nuevo informe sobre Migración de la ONU?

La reciente encuesta de la ONU sobre las percepciones de la migración en México ha sacudido el escenario nacional, poniendo en evidencia una serie de creencias erróneas, prejuicios y divisiones que, lejos de aportar soluciones, perpetúan el miedo y el rechazo respecto a las personas en situación de movilidad humana. En este contexto, resulta crucial desentrañar la complejidad de la migración y replantear nuestras percepciones.

La migración no es un fenómeno nuevo en nuestra historia (ni en el mundo). Desde hace siglos, nuestros compatriotas han cruzado fronteras en busca de mejores oportunidades, pero hoy nos encontramos con una realidad distorsionada y hostil derivada del miedo y la desinformación, donde la infodemia juega un papel relevante en el concepto que desarrollamos como nación respecto a las personas migrantes.

La encuesta de las Naciones Unidas revela que un número alarmante de mexicanos ve a los migrantes como una amenaza, una percepción alimentada por discursos políticos polarizantes y medios que, en ocasiones, prefieren el sensacionalismo o la infodemia, sobre la información real o la empatía humana.

“La mayoría de los mexicanos piensa que las razones que llevan a un creciente número de migrantes al país son económicas y casi la mitad desconoce la diferencia entre migrantes y refugiados. Pese a que la legislación mexicana es una de las más desarrolladas de la región, la mitad de la población considera que se respeta poco”, cita el documento.

Es particularmente preocupante que muchos asocien la migración con un incremento en la violencia. Si bien la inseguridad es un tema de alta atención en nuestra sociedad, es indispensable recordar que no existen elementos científicos o sociales que puedan asociar una realidad con la otra. Es decir, no, la migración y el incremento a la violencia no están relacionados.

Varios estudios, como el de la ONU, demuestran que los migrantes son personas que buscan escapar de la violencia y la pobreza, contribuyendo a la economía local y enriqueciendo nuestra cultura. Es momento de dejar de lado los estigmas y reconocer que la mayoría de los migrantes no son el problema, sino víctimas de un sistema que los oprime.

Otro aspecto a considerar es la alarmante falta de información sobre las causas de la migración. Muchos mexicanos desconocen que la búsqueda de un futuro mejor es la razón principal por la que miles deciden abandonar sus hogares. Al ignorar las raíces de este fenómeno, caemos en un círculo vicioso de desinformación y prejuicio. La empatía debería ser el principio rector de nuestra relación con quienes atraviesan fronteras, no el juicio.

Las enfermedades de la humanidad

Además, el racismo y la xenofobia se manifiestan con fuerza en las respuestas de la encuesta, particularmente hacia migrantes de Centroamérica. Esta percepción, cargada de ignorancia, olvida la historia compartida que tenemos con nuestros vecinos y la realidad de que muchos de ellos también huyen de situaciones adversas. En lugar de construir muros, deberíamos buscar puentes que nos unan.

Los datos además revelan que en México carecemos de un acuerdo respecto a la política pública que debería ejercerse. El 51% dijo que el gobierno debe dar respuestas de acuerdo con sus derechos y necesidades; el 32% refirió que sólo debe permitirles transitar rápidamente por México, y el 13% afirmó que se debe cerrar la frontera sur y expulsarlos a su país.

Desde los medios de comunicación hasta las instituciones educativas, es esencial fomentar una narrativa más inclusiva y humanitaria sobre la migración. No podemos permitir que el miedo y los prejuicios dicten nuestra opinión sobre un fenómeno tan intrínseco al ser humano como el desplazamiento. La migración es un acto de valentía y resiliencia; quienes deciden dejar todo atrás lo hacen con la esperanza de un futuro mejor.

Este es un llamado a la acción: es momento de abrir un diálogo que nos permita entender que la migración es una oportunidad, no una amenaza. Solo así podremos construir un México más solidario, donde la empatía y la inclusión sean los valores que guíen nuestras interacciones. La ONU nos ha presentado un espejo; ahora depende de nosotros decidir qué imagen queremos reflejar.

No se trata solo de cambiar opiniones, sino de transformar conciencias y construir una sociedad donde todos, sin importar su origen, tengan cabida. Es un desafío que debemos enfrentar juntos, con la convicción de que, al final, todos somos parte de esta misma historia.