República de Pantalla
El pasado 18 de mayo la mesa de análisis “La Hora de Opinar”, conducida por Leo Zuckerman abordó el tema del racismo en México y en Estados Unidos. Como suele suceder en la República de la Pigmentocracia en la pantalla televisiva comercial mexicana, aparecen analistas de tez blanca pontificando que en nuestro país no existe un racismo tan acendrado como en Estados Unidos, sino una especie de “clasismo” que es exacerbado por los gobernantes… es decir, léase Andrés Manuel López Obrador.
No es la primera vez que desde estos espacios mediáticos se nos intenta convencer que aunque más del 80 por ciento de presentadores y comunicadoras de las pantallas televisivas sean de la Pigmentocracia blanca, en México no existe racismo.
“La raza no era una categoría a priori y nunca lo ha sido en nuestra nación”, desde la época virreinal, según el invitado Pablo Majluf. ¿Será que aún piensan que el exterminio durante tres siglos de comunidades indígenas no estaba alentado por un pensamiento racista, típico de la Corona española, sino simple y llanamente era una estrategia de “integración”.
¿Acaso no fueron Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón los primeros en eliminar el sistema de esclavitud y de exclusión racial que existía bajo el orden virreinal?
El conductor Leo Zuckerman preguntó si en México no es más “soterrado” el racismo que en Estados Unidos, donde se registraron tiroteos el pasado fin de semana con claras connotaciones racistas.
La académica Denise Dresser afirmó que en nuestro país sí existe un racismo rampante, pero “lo que sucede en México es que existen ilusiones fundacionales”. Es decir, nos enseñaron que somos una nación de mestizos y eso es una “ficción”.
Otro de los participantes en la misma mesa coincidió en que “no sólo hay ciertas diferencias entre el racismo de México y el de Estados Unidos”, sino que cualitativamente es diferente y por eso es “menos trágico” que el norteamericano.
¿Realmente consideramos “menos trágico” que los feminicidios que ocurren con creciente frecuencia en nuestro país no tiene tintes racistas al ensañarse contra mujeres jóvenes, morenas, de las periferias urbanas? ¿Acaso la discriminación persistente en centros educativos, en restaurantes, en tiendas departamentales, en discotecas y antros de las ciudadaes es “menos trágico”?
Los tiroteos de índole racista en Estados Unidos son trágicos por la disponibilidad que tiene la sociedad norteamericana a las armas, no precisamente por que el racismo en ese país sea “sistémico” y en México no.
En las últimas dos décadas de este siglo, la producción de armas en Estados Unidos se triplicó: al pasar de 3.8 millones en 1996, a 11 millones en 2016 y las importaciones de armas de fuego en el país vecino llegaron a seis veces mayores en 2020, comparada con el total anual de hace dos décadas: 6.8 millones en 2020 frente a 1 millón 97 mil en el 2000, según los datos publicados por la agencia de Armas de Fuego y Explosivos (ATF).
La insistencia en minimizar o ignorar el racismo estructural (que no sistémico) de nuestra sociedad mexicana forma parte también de esta falta de investigación y de análisis demográficos, de psicología social y antropológicos que realmente rompan con el mito de este racismo light que piensa que todo México es como la Colonia Condesa capitalina.
El antropólogo mexicano Federico Navarrete, entre su obra publicada tiene un Alfabeto del Racismo Mexicano y su tesis principal es que México es un país racista y seguirá siéndolo mientras se crea mestizo, pues el origen de su propensión a discriminar radica en la idean de que no debemos “mezclarnos”.
“Deseamos el blanqueamiento de los indígenas, pero jamás la indigenización de los blancos”, ha afirmado en varias ocasiones Federico Navarrete.