La aplastada huelga de ferrocarrileros enseña a quién sirve el partido Demócrata

Durante más de 6 meses, los tres sindicatos que representan a 115 miles de conductores, maquinistas y trabajadores de ferrocarril en los Estados Unidos han estado en negociaciones tensas con las compañías ferroviarias en un contexto de elevada militancia trabajadora y sindical. 

Mientras los trabajadores han experimentado la inflación más alta de los últimos 40 años y el gobierno federal ha revocado casi todas las protecciones económicas que había implementado durante la pandemia, las grandes corporaciones están experimentando un periodo de masivo aumento de ganancias. Las compañías ferroviarias han sido entre las que más se han aprovechado de la situación, con ganancias de 2 mil millones de dólares en la última mitad del año, un aumento de 152 mdd o 8% del año pasado. 

Aparte de la inflación artificial de sus precios por causa de su posición monopólica, estas corporaciones han podido lograr ganancias extraordinarias por la intensa explotación de sus empleados, despidiendo empleados y despues imponiendo una expectativa que los trabajadores que quedan tengan que estar a disposición para trabajar 24/7, sin vacaciones planeadas y sin derecho de pedir permiso por motivos de enfermedad o asuntos personales. 

Por esto, la demanda principal de los sindicatos era con respecto al derecho de descanso, salud y sanas condiciones de trabajo de sus miembros. Demandaron 14 días pagados para poder usar entre vacaciones, enfermedad, y asuntos personales y familiares. Después de negociaciones, estaban dispuestos a aceptar 7 días. Las compañías afianzaron su posición en contra de cualquier negociación sobre este derecho. 

Así, al inicio de diciembre las compañías y los sindicatos todavía no llegaban a un acuerdo sobre el contrato laboral. Los trabajadores votaron por tercera vez en seis meses a favor de una autorización de huelga, con tasas de aprobación de hasta 99.5% a favor. 

Una huelga nacional a este nivel sería un fuerte golpe a la economía estadounidense ya que está en su sexto mes de recesión oficial desde registrar dos períodos consecutivos de contracción económica. Pero si hubiera tanto riesgo, entonces ¿por qué no hacer todo lo posible para evitar una huelga, especialmente cuando las compañías están embolsando sus mejores ganancias en décadas y los trabajadores están pidiendo un derecho básico? Además, la actual administración de Joe Biden, con mayorías de su partido Demócrata controlando ambas ramas del poder legislativo, se ha proclamado como el gobierno más pro-sindicato en la historia. 

Pero cuando se agotó el tiempo de negociación, la administración demócrata decidió invocar una ley de los 1920 's para intervenir a favor de las corporaciones para pasar a fuerza un contrato y decretar nulo el derecho de huelga a los ferrocarrileros. Casi todos los demócratas en el congreso votaron con republicanos para prevenir la huelga, con los pocos en contra incluyendo el senador independiente y ex-candidato presidencial Bernie Sanders.

A pesar de su propaganda electoral, esta decisión fue congruente con las políticas anti-trabajadoras que han tenido en común los demócratas y republicanos desde la época de Bill Clinton en la década de los 90. Los demócratas nunca fueron tan fuertemente enlazados con los sindicatos como los partidos socialistas y socialdemócratas de Europa o los partidos desarrollistas en América Latina como el PRI o los peronistas, pero en algún momento sí tuvieron una fuerte base de trabajadores y sindicatos en su coalición electoral. Pero como mencionó el presidente del senado Chuck Schumer sobre las elecciones de 2016 “para cada trabajador que perdamos en las zonas industriales, ganaremos los votos de dos personas de alta ingreso en los suburbios.” 

Más y más, es el partido demócrata el que está implementando las demandas de los grandes capitalistas para disciplinar e imponer austeridad en los trabajadores, desempleados, y vulnerables. Ahora es el partido que recibe más dinero oscuro, y que recibe más apoyo del sector financiero y Wall Street. 

La imagen del partido Demócrata de los años de los 30s hasta 60s, cuando, bajo inmensa presión de sindicatos y el partido comunista que movilizaron millones de trabajadores en huelgas masivas, lograron importantes avances para los derechos de trabajadores y establecieron las bases de un estado de bienestar, sigue influenciando su percepción como un partido de izquierda o a lo menos centro-izquierda, aun para observantes desde el extranjero. Pero igual como el PRI tuvo su momento de putrefacción cuando decidió abandonar a su base trabajadora para el beneficio del capital internacional, el partido demócrata desde hace 30 años ha una que otra vez dado la espalda a la clase trabajadora en los Estados Unidos. 

Con este acto cobarde de reprimir los derechos de los trabajadores ferrocarrileros a favor de seguir con las ganancias masivas de las compañías ferroviarias, ha mostrado a uno de sus bases de apoyo más fuertes que no pueden contar con ello. No tolerarán la cachetada - ahora hay discusiones entre los sindicalistas de una huelga ilegal en oposición al gobierno y las compañías. Este podría ser el último insulto que impulsa la creación de un movimiento independiente de las clases ignoradas. El pueblo mexicano está en el proceso de construir y dirigir en el poder un movimiento así; los trabajadores estadounidenses tienen mucho que aprender de la lucha para la independencia política en México.