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  • 19 Sep 2022
  • 18:09
  • SPR Informa 6 min

Exceso de información, fake news y ansiedad.

Exceso de información, fake news y ansiedad.

Por Anaís Pereda .

La escena se repite a diario: te despiertas y lo primero que haces es tomar tu celular, apagas la alarma y echas una mirada rápida a Facebook y WhatsApp. Te levantas, te duchas, te vistes y, al tomar rápidamente un café, scrolleas un poco en Twitter o Instagram. Tomas camino al trabajo, en coche o transporte público, y vas revisando las notificaciones que, cada ciertos minutos, iluminan la pantalla del celular: noticias, el banco, publicidad. En el trabajo la tentación se apodera de ti y, de tanto en tanto, sucumbes ante ella y checas rápidamente tus redes para saber si ha pasado algo nuevo. Subes un par de publicaciones y verificas curiosamente quién te ha dado like. Mientras tanto, los mensajes de noticias siguen invadiendo tu pantalla: “Lo último en Ucrania”, “Lo más importante de la economía nacional”, “Senadores aprueban nueva reforma..”, etc. Llegas a casa y los ojos te arden, cenas y te tomas un tiempo para ver videos de TiKTok. Te recuestas y contestas los últimos mensajes del día. Te sientes agotado. Has vivido una sobrecarga de información. 

La frenética revolución digital ha transformado completamente al mundo en los últimos 50 años. Uno de los cambios más notorios es la manera en que recibimos información. El desarrollo de la world wide web aunado a las innovaciones en materia de telefonía móvil han modificado por completo el flujo de información previamente establecido. Los grandes medios tradicionales, antes confiados en ser ellos los dueños y señores de la información, se han convertido ahora en un soldado más en la batalla informativa. En la era de las Web 2.0 y las redes sociales todos somos emisores y receptores de información. 

Anteriormente, para saber las noticias del día, debíamos esperar pacientemente el periódico impreso en la mañana o sintonizar, en horas establecidas, la radio o la televisión con nuestro noticiario predilecto. Ahora, basta con abrir una aplicación en nuestro smartphone para saber lo que está pasando, al momento, en tu ciudad o al otro lado del mundo. Y la información puede venir de un medio establecido o de un ciudadano cualquiera. 

Las ventajas son muchas: democratización y globalización de la información, comunicación inmediata e interacción social, entre otras; sin embargo, no todo es color de rosa. La exposición constante y prolongada a cualquier elemento es, por lo general, perjudicial, y la información no es la excepción. 

De acuerdo con el reporte The State of Mobile 2022, las personas usan el celular, en promedio, 4.8 horas al día, es decir que pasan frente al teléfono un tercio del tiempo en que están despiertos. En otras palabras, durante aproximadamente 5 horas al día, estamos recibiendo información ya sea en forma de video, audio, texto o imágenes. A esta recepción excesiva de información se le conoce como “Sobrecarga informativa” o “Infodemia”. 

Un artículo de la Revista de Neurología, señala que algunos síntomas de la sobrecarga informativa son: trabajo ineficiente, confusión, retraso al tomar decisiones, falta de evaluación crítica de la información, pérdida de control sobre la información, rechazo de la recepción en la comunicación, falta de perspectiva general, mayor tolerancia al error, ansiedad y estrés.

Procesar la enorme cantidad de información a la que nos vemos expuestos cotidianamente y hacerlo, además, en muchos casos, sin las herramientas necesarias, es una tarea casi imposible. De ahí la confusión, la ansiedad, la falta de criterio e ineficiencia. Nos hemos o nos han aventado a las profundidades del océano digital sin saber nadar y sin chaleco salvavidas. Flotamos, inconscientemente, en un mar de información en el que, en cualquier momento, podemos perdernos o hundirnos. 

En este panorama, como suele pasar ante la presencia de alguna vulnerabilidad, hay personas e instituciones que buscan sacar provecho de la confusión y falta de preparación. Así se explica el creciente número de estafas y engaños a través de internet y la excesiva cantidad de noticias e información falsa que nos rodea. 

Como sociedad nos encontramos ante dos grandes retos: el primero, aprender a nadar, navegar e incluso combatir en este océano informativo; el segundo, entender la importancia de establecer límites en el uso de la tecnología. Dentro de la carrera del desarrollo tecnológico, en donde las grandes empresas siguen avanzando vertiginosamente, nos toca a nosotros detenernos a analizar las ventajas, desventajas, virtudes y riesgos, antes de abalanzarnos al uso de cada nueva herramienta que se pone a nuestra disposición.