La competencia comercial entre Estados Unidos y Asia por el mercado de los microchips ha puesto a México en el mapa, por lo que el sector automotriz y telecomunicaciones especula iniciar inversiones en nuestro país con el objetivo de contrarrestar el monopolio de Taiwán, país lider en la manufactura de semiconductores industriales.
Este trato podría afianzar la relación bilateral entre México y Estados Unidos, contrario a la especulación que se ha generado diverso a las políticas judiciales impulsadas durante los últimos meses por el Gobierno nacional, sumando este factor a la relocalización de empresas.
El plan para desarrollar microprocesadores, encabezado por Estados Unidos, busca reducir la dependencia que actualmente tiene el sector automotriz norteamericano al mercado asiático.
En agosto de 2023 el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó la Ley Chips y Ciencia para impulsar el financiamiento de semiconductores, con recursos de 52 mil millones de dólares para impulsar la producción.
Esta legislación estadounidense fue firmada en febrero de 2023 como un programa que busca fortalecer la investigación y fabricación de semiconductores en el país. La mayor parte del presupuesto, 39 mil millones de dólares, fueron destinados al financiamiento de la construcción y ampliación de las instalaciones para la fabricación, mientras que 11 mil millones se ocupan para la investigación.
El programa fue impulsado con el objetivo esencial de evitar la dependencia de otros Gobiernos.
De este programa emana la Iniciativa de Semiconductores del Hemisferio Occidental, anunciado por el secretario de Estado, Anthony Blinken, durante un encuentro con representantes de 11 países de Latinoamérica, incluido México.
Este encuentro fue celebrado en Costa Rica, donde se anunció la inversión de 3 mil millones de dólares como parte de la alianza para proyectos sobre el desarrollo de microconductores y se anunció el segundo simposio, el cual se realizó en la Ciudad de México.
Nuestro país vislumbra como el centro del desarrollo de este programa, y pese a la desinformación y especulación difundida por medios de comunicación en las últimas semanas, Chad P. Bown, economista en jefe del Departamento de Estado de Estados Unidos, aclaró durante su participación en la “Segunda Cumbre sobre la Industria de Semiconductores” de la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica (APEP) que esta iniciativa se encuentra en la Ley de Chips, por lo que pase lo que pase el siguiente 5 de noviembre, durante las elecciones presidenciales en EEUU, “no se tendrán dificultades”.
“Para cambiarla se requiere del Congreso, entonces un presidente no puede hacerlo […] (la ley) tiene el apoyo de demócratas y republicanos”, precisó.
El microchip o microconductor es una nanoestructura formada por un material semiconductor, generalmente de silicio, usualmente recubierta con un encapsulado plástico o cerámico provisto de conductores metálicos que tienen la función de posibilitar la conexión entre el circuito integrado y una placa de circuito impreso.
Actualmente, los microchips son indispensables en todo equipo electrónico, como automóviles, juguetes, electrodomésticos, electricidad, entre muchos otros.
Durante la pandemia por Covid-19 se desató una crisis en la producción de estos microcomponentes debido a la detención de la producción mundial de diversos bienes, incluyendo la extracción de materias primas para su construcción.
Como toda ley de oferta y demanda, la escasez de microchips provocó una escalada sin precedente en su precio, lo que incrementó el costo de muchos artículos a nivel mundial, destacando lo ocurrido en el mercado automotriz.
En 2022, la republicana Nancy Pelosi visitó Taiwán, país donde se producen los microchips por la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, Limited o TSMC, generando una avalancha de reacciones debido al conocido conflicto que existe entre Estados Unidos y China por este territorio en términos comerciales.
Taiwán se encuentra a 120 kilómetros de la Costa suroriental de China continental, formando parte de la serie de islas que forman un tipo de “barrera geográfica asiática” desde el sur de Japón hasta el sur de China.
Aunado a esto, la economía taiwanesa es vital para el orden económico mundial ya que gran parte de los microchips se producen ahí, por lo que cualquier país productor requiere tener una relación estable con este país.
China ve a Taiwán como una colonia rebelde, no como un país independiente, la cual reunificará en algún momento, sin embargo, esta adición le daría a Pekín el control de una de las industrias más importantes del mundo, por ello, Estados Unidos y otras potencias del occidente se oponen a ello.
La presión de occidente es lo que sostiene la independencia de Taiwán, si China quisiera invadir la isla la ventaja sería demencial:
Hasta el momento la política exterior de Estados Unidos sobre Taiwán oficialmente es ambigua; diplomáticamente se apega a la existencia de “una sola China” con vínculos formales con Taiwán, sin embargo, Joe Biden ha anunciado que podría endurecer este posicionamiento en “caso de ser necesario”.